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“PERMITAMOS QUE LOS NIÑOS TENGAN SUEÑOS” Entrevista con el Payaso “Clavito” Álvaro Darío Lara

Álvaro Darío Lara,

Escritor

¡Cuántos de nosotros hemos reído con los infaltables payasos! Los payasos salvadoreños, que desde antaño, han animado nuestro espíritu, arrancándonos nerviosas risotadas, en los circos, en las fiestas patronales, en las veladas familiares, en los parques, e incluso, en las calles de pueblos y ciudades.

Conversamos ahora con uno de esos grandes, el Payaso Clavito, originario de Santa Tecla. El amigo de los niños y niñas, el payaso radial, el de la remota mirada. Pero, tras la altura, y la  corpulencia de este rey de la farándula, escondido más allá de su relampagueante traje y su sonrisa a flor de labio, Clavito, resguarda a otro gran personaje, a otro gran hombre, me refiero a don Marlon Chicas, el tecleño memorioso, que también nos pone a gozar con sus ocurrencias, y recuerdos de la Ciudad de las Colinas.

Aunque Clavito acaba de terminar una presentación privada, y su maquillaje ya comienza a desfallecer por acción del calor y del cansancio, aún tiene tiempo de atendernos. Bebe dos vasos con agua, y secándose el sudor, comienza, gentil y sonriente, a responder nuestras interrogantes.

P-¿Cómo fueron tus inicios, Clavito, en el medio artístico? ¿Cómo surgiste?

R-Surgí, mi estimado amigo, a raíz de una clase de redacción de noticias, en una prestigiosa Casa de Estudios de San Salvador, debido a que se buscaba el nombre de un payaso para ponerlo de ejemplo en un ejercicio periodístico. Así surge el nombre de Clavito, después lo adopto como propio, y comienzo toda una historia de más de tres décadas, una historia de luces, de aplausos, de mucha emoción, pero también una historia con algunos nubarrones, como todo en la vida.

La razón de ser de Clavito, es la de combatir la tristeza del mundo, con un poco de humor. Lo irónico es que de niño, Clavito, padecía de Coulrofobia o lo que es lo mismo: miedo a los payasos.  Desde el principio orienté mi trabajo hacia la formación de valores familiares y a un quehacer en equipo, convirtiendo el núcleo familiar, en la razón de ser de mi espectáculo. Mi horizonte es lograr en cada persona el alivio a sus problemas y preocupaciones, señalando que siempre hay un tiempo para reír y olvidarse de las penas de la vida.

P-¿Cuáles son tus primeras experiencias Clavito? ¿Cómo era la farándula salvadoreña por esos años?

R-Las primeras experiencias fueron a través de eventos sociales organizados por la universidad, así como en eventos privados con algunos funcionarios de dicha Casa de Estudios. Mi debut a nivel nacional, ocurrió en una pequeña velada artística a beneficio de la Escuela de Educación Especial de Santiago de María. En esa oportunidad tuve que trabajar ante el público con un fuerte dolor de estómago, que desapareció cuando salí al escenario; el problema fue después, ya que  tuve que correr buscando el alivio a ese mal estomacal. Pero la función fue un éxito. En esa época, al igual que hoy, existía envidia en el gremio, ya que algunos payasos  contaban con un nivel de reconocimiento y no deseaban tener competencia. Mucho menos que un completo desconocido causara furor con el público, logrando la simpatía y cariño de la gente. Recuerdo que, incluso,  se me veía con recelo por parte de otros cómicos. Pero pronto, mi trabajo se impuso, y logramos salir adelante ¡Así es la vida, Alvarito!

P-¿Eventos significativos a través del tiempo: presentaciones, giras, presencia en actividades solidarias?

R-Mira, muchas presentaciones en el país y en Centroamérica. Especialmente he visitado, en tres ocasiones, a la amada República de Nicaragua, específicamente los municipios de Palacagüina, departamento de Madriz; Matagalpa, Ciudad Sandino y Ciudad de León. En León he actuado en el legendario Teatro Municipal José de la Cruz Mena, como miembro de la Asociación Salvadoreña de Trabajadores/as del Arte y la Cultura, ASTAC. Recuerdo que en ese tiempo se llevaron a cabo muchas presentaciones para los afectados de las tormentas Mitch y Stan. Asimismo hicimos maratones en beneficio de personas con cáncer. En fin, ahí donde Clavito pueda solidarizarse con el necesitado, ahí estará Dios mediante, sacándole la lengua a los aparentes sinsabores de la vida ¿Me entiendes, mi respetable y dilecto amigo, pero no de lo ajeno….?

P-Ya lo creo Clavito, y gracias a Dios no de lo ajeno; mira, que así como está el mundo, y en particular este país, mejor no digamos nada más y que nos registren…  Clavito, a lo largo de tu vida como payaso, ¿tienes alguna anécdota interesante, quizás hasta sobrenatural, que nos quieras compartir?

R-Mesmamente, Alvarito, te voy a contar, fíjate que una vez realizamos una presentación en el municipio de Juayúa con una caravana artística. Recuerdo que nos llevaron  a una ermita en las afueras del pueblo, donde pasaríamos la noche. Luego de cenar unas ricas carnitas con esos frijolito refritos y tortillas bien tostaditas que tanto me gustan, nos acostamos en la capilla principal. Se apagaron las luces y pasada la medianoche comenzamos a escuchar unos horribles aullidos de perros y ruidos inexplicables, como de almas en pena (Yo me persigno mientras Clavito continúa su espeluznante relato). Mira, Alvarito, fue tanto el relajo,  que la mascota que nos acompañaba, un mapache bailarín, que era un gran espectáculo, se mostraba inquietísimo. Lo peor fue cuando se acercó a nuestra puerta una silueta que arañaba las viejas maderas, a mí se me puso la carne de gallina, desde la coronilla hasta los pies. No tuve otra opción que taparme completamente con una gruesa cobija que me habían dado y rezar cuantas oraciones me podía. Sentí  que fue  la noche más larga de mi vida y por consiguiente tuvimos que actuar desvelados, pero gracias al Cristo Negro de Juayúa, salimos vivitos y coleando.

P-¿Qué significa ser payaso y cómo te has desenvuelto con los diversos públicos?

R-Es una gran responsabilidad. Hay que actualizarse día a día, con nuevas técnicas y destrezas en diversos campos; evitar el bullyng con los niños, así como suprimir toda actitud o lenguaje sexista; controlar las emociones personales; y superar padecimientos de salud propios o los de un ser querido, recordando que la función debe continuar, ya que en la filosofía del payaso, el espectador no es responsable de nada. Hay que tratar de dar lo mejor como profesionales.

Ahora, en cuanto a la relación con el público, ahí la cosa “cambeya”, como decimos por aquí. Hay públicos de todo tipo, desde los accesibles, que son receptivos, colaboran contigo, se divierten, participan; hasta los indiferentes con el trabajo que se desempeña, están ahí como témpanos de hielo, tú los buscas y ensayas toda suerte de gracias, y nada, mano.

Te cuento una anécdota, fíjate que una vez tuve una presentación el propio día de la Ofensiva hasta el Tope. Me presenté en casa de un funcionario de la UTEC, ubicada en la colonia Las Mercedes cerca del Estado Mayor de la Fuerza Armada, precisamente ese 11 de noviembre de 1989. El día estaba pesado y tenso, como tenso el ambiente de la fiesta infantil. Y mira, Alvarito, aunque este servidor hizo de micos y pericos y sólo me faltó ponerme de cabeza o saltar solamente sostenido en el dedo gordo del pie izquierdo, no hubo poder humano que hiciera sonreír ni a los niños ni a los adultos. Para colmo de males ni me pagaron en ese momento sino una semana después, y yo contaba ya con ese dinerito, ya que sólo tenía el equivalente al pasaje para el bus de regreso. Ese día me costó llegar a mi casa, porque la situación estaba bien difícil. Por cierto, cuando el fulano se decidió a pagarme, todavía me reclamó injustificadamente. Luego me entregó, a regañadientes, los  colones convenidos. Eso como un ejemplo de lo que nos toca sufrir muchas veces.

Clavito quiere llorar, pero yo le suplico que no lo haga, ya que la función debe seguir, y su llanto puede competir con las últimas inundaciones en Santa Tecla. Entonces, en su cara se dibuja de nuevo la sonrisa y levantándome las cejas, provocativamente, me solicita más preguntas. Le lanzo otra:

P-¿Qué satisfacciones has tenido con los niños y niñas del país?

R-Hacerlos felices y ayudarles a olvidar, al menos por un momento, las penas de la vida, principalmente a los niños y niñas con enfermedades terminales, o que han sido víctimas de abuso sexual entre otras traumáticas situaciones; con los afectados de fenómenos naturales inculcarles que tengan fe en Dios y que luchen y no se dejen vencer y que los sueños pueden ser una realidad si se lo proponen.También, poder llegar hasta los últimos rincones del país por medio de la radio, y la televisión. En esta última, actuando en algunos programas locales como Las Nuevas Aventuras del Cipitío en Canal 10.

P-¿Clavito, qué piensas de  las condiciones sociales y artísticas de los trabajadores de la comicidad en el país? ¿Qué responsabilidades tiene el Estado y la sociedad con los artistas de la farándula?

R-Difícil por la competencia desleal, ya que uno se prepara para brindar un espectáculo de calidad invirtiendo en recursos, mientras que otros por un precio mucho menor, casi regalado, ofertan sus servicios, lo que el cliente no desaprovecha, buscando lo que le salga más barato, pero haciendo caso omiso de la calidad. Por otra parte, el poco apoyo del Estado, en cuanto a brindar capacitaciones, políticas de estímulo, seguro social (en caso de enfermedad o accidente), una pensión digna para el retiro de la profesión. Y si a esto añadimos el alto costo de la vida que no permite que los padres celebren los cumpleaños a sus hijos, pues ya te imaginas, la situación se torna, si me permites, bien jocote de corona…

Se reconoce muy poco todo el trabajo y esfuerzo que realiza el artista nacional para estar a la altura de payasos de otras latitudes.

P-Háblanos de sus actividades actuales, sabemos que estás inmerso en un proyecto radial muy gustado por los niños y niñas del país ¿Qué nos puedes comentar?

R-Dios me ha permitido poner el talento -que él me dio- a su servicio, evangelizando a los más pequeños de la casa, y presentando una imagen diferente del payaso, no como el payaso pícaro, deshonesto o que inculca malos valores a los niños, sino como el personaje que es capaz de hacerlos reír sanamente, mientras les transmite aspectos positivos.

Hace algunos años conduje un programa en Radio María, aproximadamente por cuatro años, luego me retiré del medio radial y fue en 2015 cuando me invitaron a participar en un programa infantil en Radio San José, denominado “Vamos al Jardín de José”, que se transmite todos los sábados de 8:00 a 9:00 am, en el 930 AM. Así que, Alvarito, ahí estamos hasta que Dios lo permita.  ¿Ya has escuchado el programa?

P-Por supuesto, Clavito, y una felicitación a ti, y a todo el equipo de niños  y niñas que están al aire.  Todo niño y niña debe escucharlo, uno se divierte y se cultiva espiritualmente. Pero dime, tengo curiosidad por saber ¿a qué mentores de la comicidad y amigos recuerdas?

R-En mi caso a Cucharita por su disciplina y amor al arte, y a su hijo Pildorín, por enseñarme algunas técnicas de maquillaje y entradas al espectáculo. Consejos y enseñanzas compartidas de manera sincera, sin prejuicios y sin envidias. ¡Gracias a mis amigos por el traslado de sus conocimientos de años de experiencia en dicho campo, a este payaso que es la guapura andante!

De igual forma, agradezco los conocimientos transmitidos por otro gigante (no de estatura, sino de bondad), mi amigo Rolando Menéndez Castro, el famoso Cipitío, quien me orientó en cuanto a algunas dinámicas para aplicarlas en el escenario. Otros que me ayudaron mucho en mi formación fueron los miembros de “Payasos y Magos Sin Fronteras”, quienes con su experiencia de vida, inculcaron en este servidor, la capacidad de explotar todo el potencial humano con que uno cuenta y los recursos que están a mano. Además me enseñaron a  producir mi propio material de trabajo.

Como te decía, Álvaro, hay grandes recuerdos, mucha gratitud. A lo largo de mi carrera he compartido escenario con payasos tecleños como Lapicero; así como Chilillo quien se dedicaba a la venta ambulante en los mercados, el recordado Chelito, quien dejó su vida en el Mercado Central de Santa Tecla. De igual manera con mis amigos Pompín y Pildorín y  con su elenco. No puedo omitir a dos estrellas de la comedía que ya no están entre nosotros, Chipilín y Chirajito, a quienes admiré, admiró y seguiré admirándolos por su enorme legado a la comedia salvadoreña.

P-Un mensaje final, Clavito, a favor de la alegría, para un país necesitado de esperanza y de buenas noticias.

R-Mientras haya un niño, una niña, en el mundo, el payaso sobrevivirá “llevando alegría y esperanza a un mundo cargado de ansiedad que busca caminos de amor y amistad”, como dice la canción, ¿no es cierto? Hasta que Dios nos conceda vida seguiremos llevando sonrisas al triste y desamparado, al enfermo, al solo, al marginado. En fin, hasta donde Dios nos conceda el último aliento moriremos con las botas puestas, que en mi caso, son verdecitas, moraditas, azulitas, y toda una ensalada de colores.

Permitamos que los niños tengan sueños, que alcancen sus metas a pesar de lo difícil que por ratos parezca la vida, es ahí donde el payaso con su carita pintada puede influir en los niños, en los tomadores de decisión, a fin de que abran nuevas oportunidades para que estos pequeños vivan en un El Salvador mejor del que hemos recibido ¡He dicho, mi querido Alvarito!

P-Clavito gracias por tu tiempo, y disculpa que te hayamos abordado en el momento de tu descanso. Finalmente ¿cómo te contactamos para presentaciones?

R-Álvaro, Alvarito, no tengas cuidado mijo, ha sido un gusto conversar contigo y con tus lectores, yo siempre estoy a tus órdenes. Mira, pueden contactarme a través de mi página de  facebook: “Producciones Clavito y sus amigos”; pero también a los teléfonos 7702-3839 o 7433-8396, será un gusto atenderles con el cariño y dedicación de siempre. Y recuerden siempre, que con  una sonrisa (con o sin dientes) somos capaces de salvar a un mundo ¡Hasta la próxima mis amigos…!

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