Perú devastado por un ciclón (y por un Congreso co-responsable de su tragefia)

El Perú viene sufriendo su peor catástrofe natural en este milenio. Yaku viene arrasando ciudades, pueblos, sembríos, caminos, puentes, viviendas y predios, desde Tumbes y Cajamarca hasta Ica y Lima.

Al afectar la producción y distribución de alimentos, los precios de estos tienden a dispararse (el limón ha subido 3 1/2 veces más). Aparte de las decenas (o cientos) de muertos y miles de damnificados que esta está causando, se estima que las pérdidas materiales superan los $4 mil millones y el coste de reparación una cifra más de veces mayor.

Esta destrucción se ha agravado debido a que tenemos un Estado ultra-corrupto y que no ha invertido en infraestructura anti-inundaciones, pues ha dejado casi todo al mercado.

En medio de esta crisis (que ha hecho aún más impopular a los impopulares poderes ejecutivo y legislativo), el actual Congreso se destaca por estar completamente desentendido de la tragedia.

Sus parlamentarios no se concentran en asistir a sus electores afectados. Cuando se sabía que se venía una temporada de lluvias, varios de ellos (como Montoya), pedían aumentar sus ingresos (pese a que lo que ganan en 1 semana equivale al mínimo anual de muchos) y decidieron que los contribuyentes le paguemos un buffet diario de casi 200 soles (casi lo mismo que gana un soldado raso al mes).

Si no quieren meterse las 24 horas en el fango organizando diques y salvatajes, al menos pudieran tener el noble gesto de donar su sueldo mensual, semanal o diario para los damnificados. Sin embargo, no hacen ello y continúan con sus despilfarros.

Maricarmen Alva (quien ha pasado de presidenta del Congreso a la de su Comisión Internacional) se ha ido con 3 congresistas más (Bustamante de FP, Soto de AP y Paredes del BM) a Baréin. El pasaje allí es de $US 1,700 y cada uno tiene una bolsa de viáticos de más de 4 mil dólares. Aducen que eso no es turismo de lujo, sino que van al congreso interparlamentario mundial, aunque ese reino tiene una brutal autocracia.

Este Congreso está peor que el peor de los huaycos. Debe irse y todos los legisladores nuevos deberán ganar igual que un maestro y poder ser controlados y revocados por sus electores.