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Perú: elecciones con seria crisis

Isaac Bigio

Como analista internacional he cubierto durante décadas decenas de elecciones en distintas partes del mundo pero debo decir que las del Perú 2016 son muy singulares.

Algunos países tienen reinos como el británico, cure holandés, viagra belga, español, sueco, noruego o danés donde el monarca puede invitar a formar gobierno al líder que más parlamentarios electos tenga de su lado. Otras repúblicas eligen directamente a su presidente (aunque en EEUU entra la distorsión del colegio electoral).

El Perú, sin embargo, tiene un hibrido entre esos dos sistemas.

Se supone que éste es una república que elige a su mandatario por mandato popular en dos vueltas. Empero, por otro lado, hay 5 jueces que conforman el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) que dirimen quién puede o no participar o ser descalificado a pocas semanas de la primera vuelta. Éste funciona como una suerte de monarquía.

A diferencia de los reyes constitucionales europeos conocidos por toda su población y quienes aceptan el veredicto de las urnas, en el país andino que fuera el mayor virreinato de la historia tenemos 5 personas que no han sido electas por la población, no tienen tronos vitalicios y hereditarios, sus nombres son desconocidas por el 99.9% de los habitantes y, encima, se dan la potestad de alterar los resultados antes de que éstos pudiesen darse.

El Perú como Argentina tiene un sistema de tres vueltas. No obstante, en Argentina éste se basa en tres elecciones generales consecutivas, siendo la primera lo que llaman las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO) en las cuales se le permiten a todos los partidos inscribirse libremente. Allí se conmina a toda la ciudadanía a votar para que escoja entre varias fórmulas presidenciales del partido de su preferencia y aquellos partidos que no lleguen al 1.5% de los votos quedan desclasificados para entrar a la primera ronda.

El Perú primero se exigen muy excesivas condiciones y número de firmas y comités para que un partido pueda ser inscrito y luego de que ha conseguido ello y que su plancha presidencial ya ha sido aprobada, se pasa a una primera vuelta en la cual la penta-monarquía del JNE decide a qué lista sacar o mantener.

Los criterios para excluir a una candidatura no son válidos para todos. Keiko Fujimori abiertamente exigió al JNE que ‘se cumpla la ley’ implicando que debería sacarse de carrera a dos rivales suyos que compartían su mismo modelo económico pero que ponían en peligro su elección en el turno final. Uno era César Acuña que le disputaba el clientelismo en las zonas más pobres y otro era Julio Guzmán quien es popular dentro de la juventud y, según muchas encuestas, tenía ganaría el balotaje.

Ambos eran los únicos candidatos nuevos que podían entrar a una segunda vuelta: Acuña iba segundo en los sondeos de enero y Guzmán en los de febrero e inicios de marzo. Los dos fueron removidos finalmente apenas un mes antes de los comicios del 10 de abril.

Las violaciones a las normas electorales en cuánto a la entrega de dádivas por parte de la Fujimori es tan o igual que la del excluido Acuña, pero el jurado de Lima desestimó tocar a la Fujimori mientras el JNE pueda que decida que es muy tardío y peligroso aceptar la apelación en curso.

Si se permite que ella pudiese competir debería restablecerse la candidatura de todos los removidos para que sea el propio pueblo, y no un quinteto, quien decida quién puede o no ser su presidente.

La ‘primera vuelta’ peruana no se juega en las urnas sino en los pasillos del JNE. Gran parte del debate que hay a pocos días de los comicios generales del 10 de abril gira en torno a qué candidatos puedan o no ser removidos, estando en proceso las de los dos que encabezan las encuestas: Keiko y Kukzynski.

Otra característica de la supuesta ‘primera vuelta’ sui géneris peruana es que casi la mitad de los 18 candidatos presidenciales iniciales inscritos ya no competirán ya sea porque fueron echados contra su voluntad, renunciaron aduciendo fraude o desistieron porque creen que sacarán menos votos que el 5% que requieren como mínimo para no perder su tan costosamente conseguida inscripción como partido habilitado para competir.

Mientras todo ello ocurre lo que más interesa en las encuestadoras y los que analizan éstas es saber quién podría quedar segundo para disputar el balotaje con Keiko, aunque pocos mencionen el hecho que en muchos de esos sondeos el segundo puesto lo consiguen los votos nulos/blancos que en el 10 de abril podrían ser muy altos como una forma de protesta.

Y, mientras tanto, las exclusiones han hecho que sea quién sea el mandatario nominado su elección podrá ser cuestionada, tal como aseveró el último dominical del prestigioso diario británico The Times, debido a la forma en la cual alguien que pudo ser electo fue removido.

La nueva monarquía peruana

Como analista internacional he cubierto durante décadas decenas de elecciones en distintas partes del mundo pero debo decir que las del Perú 2016 son muy singulares.

Algunos países tienen reinos como el británico, holandés, belga, español, sueco, noruego o danés donde el monarca puede invitar a formar gobierno al líder que más parlamentarios electos tenga de su lado. Otras repúblicas eligen directamente a su presidente (aunque en EEUU entra la distorsión del colegio electoral).

El Perú, sin embargo, tiene un hibrido entre esos dos sistemas.

Se supone que éste es una república que elige a su mandatario por mandato popular en dos vueltas. Empero, por otro lado, hay 5 jueces que conforman el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) que dirimen quién puede o no participar o ser descalificado a pocas semanas de la primera vuelta. Éste funciona como una suerte de monarquía.

A diferencia de los reyes constitucionales europeos conocidos por toda su población y quienes aceptan el veredicto de las urnas, en el país andino que fuera el mayor virreinato de la historia tenemos 5 personas que no han sido electas por la población, no tienen tronos vitalicios y hereditarios, sus nombres son desconocidas por el 99.9% de los habitantes y, encima, se dan la potestad de alterar los resultados antes de que éstos pudiesen darse.

El Perú como Argentina tiene un sistema de tres vueltas. No obstante, en Argentina éste se basa en tres elecciones generales consecutivas, siendo la primera lo que llaman las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO) en las cuales se le permiten a todos los partidos inscribirse libremente. Allí se conmina a toda la ciudadanía a votar para que escoja entre varias fórmulas presidenciales del partido de su preferencia y aquellos partidos que no lleguen al 1.5% de los votos quedan desclasificados para entrar a la primera ronda.

El Perú primero se exigen muy excesivas condiciones y número de firmas y comités para que un partido pueda ser inscrito y luego de que ha conseguido ello y que su plancha presidencial ya ha sido aprobada, se pasa a una primera vuelta en la cual la penta-monarquía del JNE decide a qué lista sacar o mantener.

Los criterios para excluir a una candidatura no son válidos para todos. Keiko abiertamente exigió al JNE que ‘se cumpla la ley’ implicando que debería sacarse de carrera a dos rivales suyos que compartían su mismo modelo económico pero que ponían en peligro su elección en el turno final. Uno era César Acuña que le disputaba el clientelismo en las zonas más pobres y otro era Julio Guzmán quien es popular dentro de la juventud y, según muchas encuestas, tenía ganaría el balotaje.

Ambos eran los únicos candidatos nuevos que podían entrar a una segunda vuelta: Acuña iba segundo en los sondeos de enero y Guzmán en los de febrero e inicios de marzo. Los dos fueron removidos finalmente apenas un mes antes de los comicios del 10 de abril.

Las violaciones a las normas electorales en cuánto a la entrega de dadivas de parte de la candidata de la K es tan o igual que la del excluido candidato de la A, pero el jurado de Lima desestimó tocar a la Fujimori mientras el JNE pueda que decida que es muy tardío y peligroso aceptar la apelación en curso.

Si se permite que ella pudiese competir debería restablecerse la candidatura de todos los removidos para que sea el propio pueblo, y no un quinteto, quien decida quién puede o no ser su presidente.

La ‘primera vuelta’ peruana no se juega en las urnas sino en los pasillos del JNE. Gran parte del debate que hay a pocos días de los comicios generales del 10 de abril gira en torno a qué candidatos puedan o no ser removidos, estando en proceso las de los dos que encabezan las encuestas: Keiko y PPK.

Otra característica de la supuesta ‘primera vuelta’ sui géneris peruana es que casi la mitad de los 18 candidatos presidenciales iniciales inscritos ya no competirán ya sea porque fueron echados contra su voluntad, renunciaron aduciendo fraude o desistieron porque creen que sacarán menos votos que el 5% que requieren como mínimo para no perder su tan costosamente conseguida inscripción como partido habilitado para competir.

Mientras todo ello ocurre lo que más interesa en las encuestadoras y los que analizan éstas es saber quién podría quedar segundo para disputar el balotaje con Keiko, aunque pocos mencionen el hecho que en muchos de esos sondeos el segundo puesto lo consiguen los votos nulos/blancos que en el 10 de abril podrían ser muy altos como una forma de protesta.

Y, mientras tanto, las exclusiones han hecho que sea quién sea el mandatario nominado su elección podrá ser cuestionada, tal como aseveró el último dominical del prestigioso diario británico The Times, debido a la forma en la cual alguien que pudo ser electo fue removido.

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