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Por Rolando Alvarenga
El Congreso de Perú aprobó por unanimidad -la semana pasada- un Proyecto de Ley para que los atletas peruanos que ganen oro, plata y bronce en los Juegos Panamericanos Lima 2019 (26 de julio al 11 de agosto) reciban una vivienda construida en la Villa Panamericana.
¡Tremendo notición! similar al donativo de gárgolas salvadoreñas para la reconstrucción de la Catedral de Notre Dame y la operación de “Quachimodo”.
Lo de los peruanos es un proyecto espectacular, atractivo y motivador, suficiente para que cualquier atleta se entregue con alma, vida y corazón en la lucha por ganar una medalla.
Obviamente, más allá de un boom político, estamos hablando de un significativo y patriótico gesto del Congreso Peruano para con sus deportistas que, en cuanto a calamidades, mucho se han de parecer a los de por estos lugares.
Lo de Perú también me hizo recordar cuando El Salvador albergó los XIX Juegos Centroamericanos y del Caribe 2002, y estimuló a sus medallistas con buen billete y hasta con un par de vehículos del año a los dos atletas más sobresalientes.
Sin duda, aquella fue la mejor época para el deporte salvadoreño, porque en los últimos años se ha venido a pique y todavía no toca fondo.
De tal forma, la semilla de la expectación en incentivos ya está sembrada localmente y será el primer desafío para el nuevo gobierno -que en su plataforma deportiva habló de una millonaria mejoría económica- y se espera que si no son casas, empiecen con algo.
Es que en materia de estímulos, este INDES -que ya tiene pocas semanas de vida- fue una pesadilla para la causa de los atletas, tanto que nunca tuvo problemas económicos burocráticos, ni de canasta básica para su personal. ¡Qué terrible!
