Isaac Bigio
Politólogo, economista e historiador
La CGTP ha convocado a una huelga general indefinida desde el jueves 9 de febrero. Esta central sindical, que reclama agrupar a 800 mil trabajadores y al 60% de la masa sindicalizada, ha hecho paros nacionales previos, pero todos de duración limitada. Los más importantes han sido el de 24 horas del 19 de julio de 1977 y el de 48 horas del 22-23 de mayo de 1978, los cuales lograron la caída de la dictadura militar de Francisco Morales Bermúdez y que por primera vez el país tenga una fuerte bancada izquierdista, la cual jugó un rol clave en elaborar la constitución de 1979.
Hay varias diferencias con relación a los paros por tiempo determinado de hace 45 años. Entonces, había grandes concentraciones industriales en las principales urbes del país. Lima las tenías en las 3 avenidas que la conectan con el Callao y también en la carretera central. Tras que el fujimorismo abrió la economía nacional a las importaciones y multinacionales extranjeras, la mayor parte de las fábricas que producían manufacturas, calzado, ropa, artefactos o autos para el mercado interno fueron quebrando o desapareciendo. El neoliberalismo produjo despidos masivos y la criminalización de los sindicatos y las protestas.
Hoy la gran mayoría de los trabajadores no laboran en grandes empresas y hay muchos que son informales o autónomos. Hay sectores tradicionalmente importantes (como el minero), al cual se le ha buscado apaciguar con ciertas ventajas. La base sindical ha quedado reducida.
De otro lado, la izquierda ha cambiado sustancialmente. Hace 4 1/2 décadas atrás esta se centraba en organizar y liderar organizaciones laborales, campesinas y populares. Esto empezó a cambiar desde 1980, cuando la mayoría de esta se concentró en buscar ganar pedazos de la administración estatal (curules o municipios), mientras que una minoría se lanzó a hacer acciones armadas o terroristas que terminaron justificando al fujimorato y debilitando al movimiento laboral.
Hoy la izquierda acaba de perder el primer Gobierno nacional que dijeron tener y, si bien mantienen un tercio del Congreso, su relación con las masas y sus organizaciones es muy débil. Casi todos sus parlamentarios votaron a favor de que Boluarte remplace a Castillo, tratan de defender sus privilegios y sueldos congresales y andan divorciados de las protestas sociales.
Lo que tenemos es un movimiento 100% espontáneo que ha explotado inicialmente en el sur y que no es liderado por ningún partido. Este ha desbordado las estructuras de las izquierdas y de los sindicatos.
La CGTP ha sido presionada a lanzar un paro indefinido 5 semanas después que varios frentes de defensa en el Sur le convocaron. Esta confederación demanda la renuncia de Dina Boluarte y una nueva constituyente. Hay un debate entre su directiva y alguna de sus regionales, pues la primera plantea que el Congreso elija a una nueva directiva y presidencia, mientras que bases, como la de Lambayeque, piden que de una vez se dé una asamblea popular constituyente, la cual debiera reorganizar al país y nominar un gobierno provisional. Otros sectores piden que se unan a todos los sectores en lucha en un comando unitario y que este se plantee como alternativa para que se convoque a una constituyente con plenos poderes.
Por el momento, Boluarte no quiere dejar el puesto, pero ya es un cadáver político.
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