Lima/Prensa Latina
Gustavo Espinoza M.*/ colaborador de Prensa Latina
Francamente alarmado por la escasa calidad personal de los mandatarios de la República, un conocido cipayo del Imperio, clamó recientemente, desde las páginas de un matutino, por “el regreso de los virreyes”. Sí, claro demandaba el retorno al coloniaje con todas sus expresiones de adulonería, sometimiento y vasallaje.
Y es que el Perú sea un Estado Independiente y Soberano –aun con todas sus precariedades y limitaciones- le duele en el alma. Y por eso, él mismo radica en España –“La Madre Patria”- donde se siente mejor, mucho mejor que “en esta mansa y desabrida tierra”, como la considerara José Carlos Mariátegui en los años del civilista José Pardo.
Ese modo de ver las cosas, no debiera sorprender. Es la óptica que maneja una pequeña costra parasitaria que habla en nombre de la Clase Dominante, y que detesta todo lo que suene a democracia real, independencia o libertad. Para ella, la sociedad perfecta es otra: la que se solventa a partir de la explotación humana, y la que instituye el servilismo y la dominación, como pan cotidiano.
Porque mira las cosas de ese modo, odia todo proceso emancipador y todo aliento de progreso. El mundo de virreyes que construyen puentes, y de tribunales como el de la Santa Inquisición, le es más pródigo, fresco y dulce, que este escenario convulso en el que los trabajadores exigen derechos; y los pueblos originarios, alzan la voz.
Fue en esa línea, que otro personaje de opereta –el efímero Canciller Miguel Ángel Rodríguez Mackay- afirmó hace algunos días en cierta prensa cloacal que “las protestas radicales en Puno tendrían el asesoramiento de la inteligencia cubana”. ¿Aportó alguna prueba, el señor? ¿Encontró fundamento su aventurada aseveración? ¿Sustentó de algún modo la peregrina tesis así expuesta?. Claro que no. Por eso la puso en condicional. Y se limitó, como un emplumado papagayo, a repetir formulaciones adocenadas que construyen “servicios” de otro país.
El diplomático partió de una idea ingeniosa: “Para nadie es un secreto –dijo- que la Inteligencia cubana opera en todo el continente americano”. Y afirmó luego que esa “es la lógica maestra de toda la política exterior del país caribeño”. Pareciera que este venerable ciudadano se hubiese equivocado de país; porque el que opera -a través de su inteligencia- en el continente y el mundo, es Estados Unidos de Norteamérica. ¿No lo sabe, o anduvo distraído cuando debió abordar el tema?, porque tonto, no es; y tan mal informado, no debe estar. Por lo demás, la frase calza perfecta: USA.
Es bueno, en todo caso, que recuerde que en los años 70 del siglo pasado, fue expulsada del Perú la legación de la Agencia Central de Inteligencia que operaba desde una oficina situada en el edificio Grau al mando de un tal Shaper; y que años más tarde –ya en los 80- fue restablecida con todos sus bienes restituidos y sus funciones aceptadas.
De ese modo continuó “operando” en el Perú y América sin empacho alguno, y esta vez al mando de un diplomático conocido, el embajador Sergio Siracusa. Como no tuvo argumento alguno, el entrevistado se remontó a los años 60 del siglo pasado cuando –según él- “la inteligencia cubana apoyaba las guerrillas en diversos países”. La ambigüedad, es simplemente ridícula.
En aquellos años los gobiernos de todos los países de América -excepto México- estaban contra Cuba. ¿No es verdad acaso que el Presidente Prado ordenó al Canciller Porras ir a la OEA y expulsar de allí a Cuba, lo que éste desacató? Claro que si el encargo se le hubiese entregado a Rodríguez Mackay, la orden habría sido cumplida con beneplácito ¿Cierto? En ese entonces (casi) todos los gobiernos actuaron igual. Y apoyaron todo: el terrorismo, el bloqueo, Playa Girón, el atentado de Barbados, todo. ¿Qué podían esperar de la “inteligencia cubana”? ¿Sonrisas y aplausos?
El diplomático no escatimó elogios a la Inteligencia Cubana, a la que odia, y le atribuyó incluso poderes mágicos. Dijo, en efecto, que es capaz de todo. Desde desestabilizar gobiernos hasta “acabar con la democracia” en todas partes. Y eso, apenas para aplicar las “recetas” del Foro de Sao Paulo y forjar “el Socialismo del siglo XXI”.
Claro que no da puntada sin nudo. Dice que “sus instrumentos” son los organismos de solidaridad con Cuba y que su ejecutor, es nada menos que el embajador Zamora, un diplomático con casi 50 años de actividad en el área.
Así, como quien no quiere la cosa, jugó una partida a dos bandas. Abrió la puerta para calificar como “agentes de la Inteligencia cubana” a los que organicen, alienten o promuevan la solidaridad con Cuba; y puso en su mira a un funcionario con quien -se supone- tuvo vínculos normales en el periodo en el que fuera titular de Torres Tagle durante el gobierno de Pedro Castillo, tiempo en el que, sin duda, le extendió la mano. En el fondo, busca, romper con Cuba, otra vez, sólo que ahora, ni pretexto tiene.
Hoy, alude a Zamora y lo figura como la expresión del Agente OO7, un Súper espía al que le inventa toda clase de historias truculentas. Pronto dirá que era “la eminencia gris” que se movía tras la sombra del español Hernández.
Tanto el periodista como el diplomático, sueñan despiertos con el retorno de los Virreyes. Si tanto les apasiona el tema, harían bien en recordar a uno de ellos, don José Fernando de Abascal y Sousa, quien en 1816 huyó de Lima cuando en un acto público le lanzaron tres pequeñas bolsas que contenían habas, cal y sal. Perspicaz el hombre, las puso en orden y leyó el mensaje: Sal Abas Cal. Y entonces, salió presuroso y no paró hasta la capital Ibérica.
Si son tan inteligentes y despiertos, ¿por qué no le tiran tres bolsitas a Dina y logran que se vaya? Así, nadie necesitará que vuelvan los virreyes. Bastará con que los súbditos, decidan radicar en Madrid. Ahí tendrán reyes.
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