Iván Escobar
Asus 80 años, Luis Guillermo Solano sigue firme en la búsqueda de sus sueños, trabaja arduamente y sigue explorando el mundo de la fotografía, ese submundo al cual llegó en 1950 cuando apenas tenía 12 años de edad, encontrando ahí las mayores satisfacciones de su vida.
“Piocha”, como es conocido Guillermo Solano en el ambiente profesional y popular, es todo un personaje urbano de cabellos blancos y piel morena, es un hombre que nunca le dice no a los retos.
Su interés por la fotografía lo llevó a captar sus primeras imágenes con una cámara de aficionado, aprendió lo básico del arte de la luz y la sombra, y desde ahí comenzó el interés por conocer el funcionamiento pleno de los diversos equipos fotográficos, sus instrumentos, inventó procesos artesanales de revelado y positivado, aprendió en el extranjero la técnica del montaje de imágenes y comercializa su arte en fiestas patronales, a las puertas de los templos, y a todo aquel que quiera un recuerdo fotográfico.
“Yo de cipote me metí de lleno a la fotografía”, recuerda, y afirma que sus primeras imágenes captadas fueron durante el incendio de Catedral Metropolitana, el 8 de agosto de 1951.
“Lástima que me saquearon la casa porque tenía toda la colección de fotografías de cuando se quemó la catedral. Las imágenes de cuando viene todo el esqueleto (de la estructura) para abajo”, recuerda con tristeza.
“Piocha” no cree que haya límites en la fotografía, ya que cada uno puede desarrollar la creatividad, esa que a muchos hoy en día les hace falta. “Sigo activo”, reitera a cada momento, y comparte que en las noches “me acuesto pero la mente mía está despierta en la fotografía, de pronto es como que me dan un soplido y digo: esto lo hago mañana. Y ya me levanto y preparo el material y hago las cosas”.
Vive de la venta de sus imágenes y composiciones, y sigue fotografiando su tierra, las últimas fotos captadas han sido durante las fiestas patronales de la capital, en la Plaza Cívica, Catedral, y otros instantes cotidianos del centro.
Su espíritu aventurero está presente, el 15 de agosto próximo, que es el natalicio 101 de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, ya tiene programado irse a Ciudad Barrios, San Miguel, y está preparando las imágenes que tendrá a la venta en octubre, cuando el Vaticano oficialice a Mons. Romero como el primer santo salvadoreño.
“Él no descansa… pero siempre lo apoyamos en todo”, dice su hija menor Teresa Guadalupe Solano, quien comenta que su deseo es hacerle un homenaje a su padre, que también elabora una alfombra cada viernes de la Semana Santa, la próxima podría ser la oportunidad para cumplir el deseo.
Piocha, también es voluntario socorrista de la Cruz Verde desde hace 35 años. “Yo fui alumno de los ‘Topos’ de México, en el terremoto de 1986, ellos fueron mis grandes maestros”, manifiesta.
Ese día él estaba en los baños del parque Hula Hula, era voluntario, acudió pero no dejaba sus cámara, por lo que captó las dantescas imágenes del derrumbe del edificio Rubén Darío, estructura emblemática de la tragedia del sismo que dejó una estela de destrucción y muerte en el área metropolitana de San Salvador.
El se había puesto como meta hacer la fotografía del año, pero nunca se imaginó lo que captaría en el terremoto.
“Tomé la fotografía cuando se desplomó el edificio Rubén Darío. De ahí tuve una gran experiencia, de ahí para acá fue que yo me hice famoso”, dijo con la sencillez que le caracteriza. pero desde ese acontecimiento hasta hoy él es un punto de referencia para todo aquel periodista, reportero y medio de comunicación que busque un testimonio de la tragedia.
Su escuela, como él mismo lo expresa, ha sido la calle, la experiencia dura de la vida, y también compartir con grandes periodistas de antaño y profesionales de la fotografía nacional como: Guillermo Peñate Zambrano, Roy Archila, y el recordado fotoperiodista de Diario Co Latino Héctor Mena, entre otros.
“Piocha” trabajó por 8 años para El Diario de Hoy y sus imágenes han sido publicadas en medios de comunicación de Centro América, Honduras, México y otras latitudes.
No solo se trata de apretar el disparador
La experiencia empírica y profesional de Piocha sobre la fotografía podría abordarse en una infinidad de horas de pláticas, sin embargo, comparte algunos de sus métodos para captar sus imágenes. Ya que cree que no solo se trata de hacer fotos por hacer.
Recomienda a todo fotógrafo o aficionado, que al llegar a un lugar no se limite a “apretar el disparador”, hay que ver primero. En todo lugar se hace la fotografía con el tiempo debido.
“Cuando a mí me mandan a tomar fotografías, es como un jugador, yo voy a la cancha, y primero estudio el terreno, un atardecer, un amanecer, y ese día no te trabajo; ya al día siguiente te tomo la foto, porque ya he inspeccionado el terreno”, precisa.
La era digital es fuerte, pero él sigue haciendo fotografía análoga, pues sus montajes y composiciones así los prefiere. “La técnica se llama montaje. Lo haces con la cámara CANON, la A1, en un solo negativo haces cinco montajes. Yo no te voy a tener de menos la digital, pero para mí es mejor la cámara antigua (análoga), porque haces cinco montajes en un solo negativo, en un rollo de 36. Eso no lo podemos (en una digital)”, señala. “La fotografía es profundidad oscura, y la cámara es como un carro, que cada año vienen distintos los modelos. Así es la fotografía”, así define su gran pasión este legendario fotógrafo urbano, que enfatiza que todo aquel que hace fotos no debe limitarse, al contrario, debe abrirse al conocimiento y aprender de su equipo, de los objetivos que se utilizan y cómo combinarlos, pero sobre todo tener claro que la creatividad es el factor clave para captar la mejor escena.
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