Los católicos seguidores de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, a quien el Vaticano convertirá en Santo el próximo domingo, seguramente vieron con indignación y sorpresa que el alcalde de ARENA de Ciudad Delgado mandara a remover, pero antes mutilar, la imagen del Beato Romero que resaltaba en la plaza del mismo nombre.
La incredulidad seguramente nació del hecho que el nombre de Monseñor Romero resuena en estos momentos en el mundo católico, por el final del proceso de santificación del arzobispo mártir.
La verdad, no debería sorprendernos, pues, a estas alturas todavía hay católicos que odian a Monseñor Romero, no digamos los que lo mandaron a matar, entre los que se encuentran fundadores y seguidores del partido ARENA.
Los seguidores de ese partido de derechas, por ejemplo, en cada aniversario de nacimiento o de muerte, rinden honores al fundador de ese instituto político, a Roberto d’Aubuisson, y quien, según la Comisión de la Verdad y el proceso mismo de Beatificación de Romero en el Vaticano, fue el responsable del asesinato de Monseñor Romero.
Es decir, qué se puede esperar de quienes rinden culto a uno de los responsables del asesinato del ahora Santo Romero. Y decimos a uno de los responsables porque, de acuerdo con el documento de la causa de la canonización del pastor mártir, el autor intelectual del asesinato fue la OLIGARQUÍA.
d’Aubuisson, como el máximo representante de la estructura paramilitar, de los escuadrones de la muerte, solo fue obediente a sus amos, la oligarquía salvadoreña, que vio en Romero a un obispo manejable, y cuando se dieron cuenta que era todo lo contrario, decidieron deshacerse de él.
Por eso, sin restarle la responsabilidad directa a d’Aubuisson, y a quienes realizaron el operativo para matar a Monseñor Romero cuando oficiaba misa en la capilla del hospitalito para cancerosos La Divina Providencia, en la Miramonte, el 24 de marzo de 1980, el dedo acusador debe ser dirigido hacia la oligarquía, si nos atenemos a los documentos del Vaticano.
Por eso es que ante otra demostración de odio a la fe, como la ejecutada por el alcalde arenero de Ciudad Delgado, lo que podemos decir es que podrán mutilar la imagen, mas no al Santo, que vino a quedarse en los templos católicos, pero sobre todo en los corazones y mentes de millones en El Salvador y el mundo.
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