El ángel del Señor anunció en la víspera…
El corazón de El Salvador marcaba
24 de marzo y de agonía.
Tú ofrecías el Pan, diagnosis
el Cuerpo Vivo, patient
el triturado cuerpo de tu Pueblo,
su derramada Sangre victoriosa,
¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre
que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada!
ROMERO: Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles: hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice “No matar”. (APLAUSOS)
LOCUTORA: Monseñor Óscar Romero, Obispo de San Salvador, predica en la Catedral repleta de hombres y mujeres del campo, sindicalistas, dirigentes de organizaciones populares.
ROMERO: Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. (APLAUSOS)
LOCUTORA: 1980. El Salvador está en guerra. El ejército, asesorado y financiado por el gobierno de Estados Unidos, reprime salvajemente a las comunidades que piden tierra y justicia. Los muertos, torturados, refugiadas y desaparecidos se cuentan por miles.
ROMERO: En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día mas tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la represión!
LOCUTORA: Fue la última vez que habló ante su pueblo, su última homilía. Al día siguiente, lunes 24 de marzo, celebraba misa en la capilla del Hospitalito de enfermos de cáncer. El francotirador estaba apostado a la entrada de la iglesia…
LOCUTORA: Disparó un solo tiro a la altura del corazón. Monseñor Romero cayó derribado a los pies del altar. En un instante, sembró el suelo de semillas de sangre.
LOCUTORA: 24 de marzo de 1980. Hoy se cumplen 25 años de su asesinato. Un crimen que, como tantos otros, ha quedado impune.
LOCUTOR: ¿Su culpa? Haberse puesto al lado de los pobres más pobres de El Salvador.
LOCUTORA: ¿Su asesino? El Mayor del Ejército Roberto D’Aubuisson, fundador del partido ARENA, que hoy gobierna en El Salvador.
LOCUTOR: Estados Unidos no dijo una palabra. El Vaticano tampoco.
LOCUTORA: Pero la voz del pueblo, que es la verdadera voz de Dios, ya lo hizo
santo. San Romero de América.
POEMA Estamos otra vez en pie de testimonio,
¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!
Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.
Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente.
Romero de la Pascua Latinoamericana.
Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.
Como Jesús, por orden del Imperio.
San Romero de América, pastor y mártir nuestro.
¡Nadie hará callar tu última homilía!
BIBLIOGRAFÍA
Pedro Casaldáliga, Poema San Romero de América