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Poemas de Amílcar Colocho

La paz no se logra sé logra sólo con el deseo

La marcha es un saltar de ojos

dándose tropezones

cada tira de carne arrancada por las

piedras

evidencia la huella de la columna.

La noche se viste de trashumantes

en madre de los que van hacia la luz

nos vamos por las venas de la noche

por sus verdes arroyos como guijarros

toscos

que llegarán a la forma perfecta

a la redondez del ojo

a fuerza de rodar hacia la muerte.

 

1 ó 2 de noviembre

Traigo flores

a la tumba que te que destinada

Lo hago

con las estrellas a la frente

con fe

que mañana podré hacerlo de día.

Concertación.

Un loco dijo que quería verlos a todos

reunidos para conmemorar el hallazgo de la pequeña luz

quería de la mano al victimario y al asesinado

al amo y al desprotegido; sentados a la mesa

quería que el ‡águila pusiera en fuga a todas sus

(cobayas

y en parte la petición fue escuchada

no era posible que la sordera cortara aquel llamado

mas no todos vinieron

y la concurrencia dictó que el que no calla

Termine este poema.

 

Coraje

Tendrá que levantarse a las actividades que le

corresponden

como fiel al principio de subsistencia

por ello se acostará con la idea

de sacudirse la resaca de cansancio

que almacena día a día

echará sus puteadas a la vida

una que otra lágrima

por los dolores causados por estos hijos

maldecirá los gatos que saltan en el tejado

la muerte que marcha por la calle

al final descansará.

El suelo heredará sus huesos

para testimoniar que nada tuvo.

 

Trashumante (II)

Madre tus lagrimas

riégamelas en el pecho

pon tu dolor cerquita de tus palpitaciones

haz que el corazón retorne de todas sus ausencias

para quedarme en tus ojos invernales

ahora que de nuevo regreso hacia la muerte.

 

Ante Un Pequeño Dios

Su nombre no era para retomarlo y llevárselo de escapulario,

tampoco para hacer alardes de su memoria y a la sangre

menos para quedárselo en la bóveda de los innombrables.

Su nombre por sí sólo es eso; pero apilado en la ceniza que

nos abofetea sin manos, es todo un ejemplo

que si no enfilamos no nos alcanza todo el agua de la lluvia

para quitarnos el olor a cobardía.

 

Sumpul (14-5-80)

Desde las riberas a tus entrañas de río

cupo la muerte en cada gota teñida.

– Los homicidas se saludaron desde sus fronteras,

mientras caían desgajados los hermanos silvestres

que escapaban del acecho, del odio encarnizado,

de la afrenta ordenada desde la silla de turno –

Aquí nada supimos, a no ser porque en tu arrullo

guardaste el aliento vital de los sobrevivientes.

 

Mujer

Desnuda sos la geografía

por donde marchamos enaltecidos

en pos de la esperanza.

Desnuda sos la hierba

que recoge nuestro cansancio

implacable y pasajero.

Desnuda sos la bandera

que amortaje nuestros sueños

en la línea de fuego.

Desnuda sos la tumba

que nos devolverá a la vida

en la hora del triunfo.

 

¡Hola hijo!

No angelito sino pez,

habitante placentario,

capitán del barco exclusivista,

te siento desde las escafandras

te siento retorcerte desde la piel

que te cobija.

 

Realidad

Te amaré

aunque la tarde sea gris

el silencio espeso

y no haya flores por ningún lado

ni pastillas anticonceptivas.

 

AMILCAR COLOCHO nace en Ciudad Arce el 24 de enero de 1965- cae en combate en el Volcán de San Salvador 30 de octubre de 1990. Fundador del Taller Literario Xibalbá en la Universidad de El Salvador y al TALLER LITERARIO SHILUT en Quezaltepeque.

En 1993 es publicado VARIOS que recoge casi en totalidad su poesía. En 1997 se publica la Canción del Poeta,  Plaquette de Ediciones Mazatli. En 1993 es antologado en PIEDRAS EN EL HURCÁN (Javier Alas) entre otras.

Ver también

Ilustración de Iván Alvarenga. Sin título. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 14 diciembre 2024