La paz no se logra sé logra sólo con el deseo
La marcha es un saltar de ojos
dándose tropezones
cada tira de carne arrancada por las
piedras
evidencia la huella de la columna.
La noche se viste de trashumantes
en madre de los que van hacia la luz
nos vamos por las venas de la noche
por sus verdes arroyos como guijarros
toscos
que llegarán a la forma perfecta
a la redondez del ojo
a fuerza de rodar hacia la muerte.
1 ó 2 de noviembre
Traigo flores
a la tumba que te que destinada
Lo hago
con las estrellas a la frente
con fe
que mañana podré hacerlo de día.
Concertación.
Un loco dijo que quería verlos a todos
reunidos para conmemorar el hallazgo de la pequeña luz
quería de la mano al victimario y al asesinado
al amo y al desprotegido; sentados a la mesa
quería que el ‡águila pusiera en fuga a todas sus
(cobayas
y en parte la petición fue escuchada
no era posible que la sordera cortara aquel llamado
mas no todos vinieron
y la concurrencia dictó que el que no calla
Termine este poema.
Coraje
Tendrá que levantarse a las actividades que le
corresponden
como fiel al principio de subsistencia
por ello se acostará con la idea
de sacudirse la resaca de cansancio
que almacena día a día
echará sus puteadas a la vida
una que otra lágrima
por los dolores causados por estos hijos
maldecirá los gatos que saltan en el tejado
la muerte que marcha por la calle
al final descansará.
El suelo heredará sus huesos
para testimoniar que nada tuvo.
Trashumante (II)
Madre tus lagrimas
riégamelas en el pecho
pon tu dolor cerquita de tus palpitaciones
haz que el corazón retorne de todas sus ausencias
para quedarme en tus ojos invernales
ahora que de nuevo regreso hacia la muerte.
Ante Un Pequeño Dios
Su nombre no era para retomarlo y llevárselo de escapulario,
tampoco para hacer alardes de su memoria y a la sangre
menos para quedárselo en la bóveda de los innombrables.
Su nombre por sí sólo es eso; pero apilado en la ceniza que
nos abofetea sin manos, es todo un ejemplo
que si no enfilamos no nos alcanza todo el agua de la lluvia
para quitarnos el olor a cobardía.
Sumpul (14-5-80)
Desde las riberas a tus entrañas de río
cupo la muerte en cada gota teñida.
– Los homicidas se saludaron desde sus fronteras,
mientras caían desgajados los hermanos silvestres
que escapaban del acecho, del odio encarnizado,
de la afrenta ordenada desde la silla de turno –
Aquí nada supimos, a no ser porque en tu arrullo
guardaste el aliento vital de los sobrevivientes.
Mujer
Desnuda sos la geografía
por donde marchamos enaltecidos
en pos de la esperanza.
Desnuda sos la hierba
que recoge nuestro cansancio
implacable y pasajero.
Desnuda sos la bandera
que amortaje nuestros sueños
en la línea de fuego.
Desnuda sos la tumba
que nos devolverá a la vida
en la hora del triunfo.
¡Hola hijo!
No angelito sino pez,
habitante placentario,
capitán del barco exclusivista,
te siento desde las escafandras
te siento retorcerte desde la piel
que te cobija.
Realidad
Te amaré
aunque la tarde sea gris
el silencio espeso
y no haya flores por ningún lado
ni pastillas anticonceptivas.
AMILCAR COLOCHO nace en Ciudad Arce el 24 de enero de 1965- cae en combate en el Volcán de San Salvador 30 de octubre de 1990. Fundador del Taller Literario Xibalbá en la Universidad de El Salvador y al TALLER LITERARIO SHILUT en Quezaltepeque.
En 1993 es publicado VARIOS que recoge casi en totalidad su poesía. En 1997 se publica la Canción del Poeta, Plaquette de Ediciones Mazatli. En 1993 es antologado en PIEDRAS EN EL HURCÁN (Javier Alas) entre otras.
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