Me honro y me protejo
Honro en mi
el templo de arcilla
que me sostiene y sobrevive
las calles y caminos elegidos.
Honro la juventud sagrada,
en su brillo candente,
sobre el viento claro,
el ritmo cadencioso de la lluvia
y los sádicos amores desintegrados.
Agradezco las caídas
que me fortalecieron
las borrascas,
los duendes que surcaron
los celestes sueños,
las ingenuas decisiones
sobre los pasos,
los caminos escabrosos,
en la encrucijada del tiempo,
los sueños fallidos,
los sueños sagrados,
los sueños tardíos,
el falso aliento de amores esfumados,
el insomne ruido
de tus infiernos
que, inequívocamente
menguaron la ternura y la esperanza
Honro y bendigo, mi reverente hoy
y la barrera protectora
de arcángeles
escudo impenetrable,
que me cobija
en noches densas
y brillantes días,
donde quepo liviana ,con mi sombra,
sin espinas que rasgan la carne
ni cuervos que se mueren de hastío
frente a mis puertas cerradas,
mientras me cruzan los silencios,
de las horas tersas
que guardo en los relojes mágicos
de mi tiempo sin tiempo
Cíclico caminar
Filosas y sofocantes espinas
nos rasgan,
griterío de unos,
de otros,
de todos
calles sórdidas y robotizadas
rebelión que corroe
los huesos
y la carne
antenas vibrátiles
inventariando voces,
inventariando muertos
inventariando cosas como muertos
y muertos como voces en bandeja
2
Lánguidas y sinuosas sendas,
como serpientes vivas
muerden los días
y reciclan la maldad asfixiantes
de aquellos días,
días de antes de antes
y la historia crece, circularmente
enhebrando rostros nuevos
que se encogen, enmudecidos
ondulantes,
asombrados,
en su diario caminar,
de nubes rotas,
como goterones de sangre,
sobre el asfalto
y la maleza…
Mares inquietos
Al otro lado del silencio
suben inciensos
con sonrisas, sueños
y soledades,
desde el altar
de plumas y palmeras.
Al otro lado del silencio
estás vos, peregrino
como beso incierto,
en el templo del olvido.
Aquí, en el malecón de tus labios
hay voces,
presintiéndote perdido,
en los mares celeste
en los mares ansiosos
en los mares de nenúfares
Y algas
en los mares
que inquietan
mis vertientes
Las Diosas se llevaron sus secretos
Hay una marca común
en las mujeres que mueren
en la intemperie salvaje,
del grito estrangulado
en la violencia,
una expiración ruidosa en su agonía,
un tatuaje de odios y egoísmos
y unos soles oscuros, que no alzan llama
2
Cuando muere una mujer
en circunstancias macabras,
se cierra el cielo en su hermosura,
el cosmos se desangra en su tibieza
y el mundo lo también llora.
Ellas se llevaron sus secretos
sobre el rímel,
el carmín de los labios,
la maldad del verdugo
y los sueños cercenados en sus sienes.
3
Sabemos que iban vestidas
de la paradoja del crimen disfrazado
galopante en el páramo
de los días perdidos
como un laberinto gris
matizado de intriga y de violencia
Ellos,
aún con el despecho y el odio,
secretado en el cuerpo,
como víboras que van expulsando su veneno.
4
Sabemos , acaso, ¿cuál fue la última voluntad
de las Diosas?
su última voz,
su último deseo,
su última acción
su último grito
su última fuerza y autodefensa,
su último pensamiento,
su último aliento,
y la hora exacta de último lamento
en despedida?
No obstante,
todos sabemos
que presintieron su finitud muy cerca,
que el mal las espiaba a través de la rendija,
del infierno voraz del crimen y el despecho .
Sabemos también del grito
desgarrado en la tortura
el salvajismo recorriéndoles la carne
la sangre en cascada
brotando de sus vértices heridos.
Sangre y carne de Diosas fenecidas,
despojadas de su cetro y su corona.
Es inútil decir, a estas alturas.
lo impredecible de los hechos.
Sin embargo
hay una luz vigilante
como daimón resonando
y
torrentes del castigo merecido
Nada está vedado bajo la sombra de lo alto
Y…la luz, hilvanará la justicia
gestándose en el vientre de la Patria,
contra el feminicidio salvaje,
que se volvió, el menú cotidiano
del mundo y sus fronteras
5
Abrazaméee,
que el alba está
asomándose,
de nuevo
a la ventana