Parábola del
oligarca justo
In memoria de
Enrique Álvarez Córdova.
En aquel tiempo se considere lejana leyenda
A este hijo de industriales terratenientes
Al Jugador de Futbol y de Polo educado en el extranjero
Creció como todo niño pero no como crecen
Los hijos de los pobres “A la buena de Dios”
Hijo de esas mamás que recomiendan
“No me lo vayas a descuidar por favor
Por lo que más quieras”
Educado a las costumbres de su clase
Alimentado con cucharas de plata
Vestido de satín y terciopelos de lujo
Luciendo relojes labrados de oro
Y el padre lo enseñó a manejar sus bienes
Con el fin de que hiciera más bienes
Con la fuerza de trabajo de los pobres
Pero cuando aquel oligarca hubo crecido
Vio a su alrededor la injusticia con dolor
La desigualdad social entonces
Repudió las costumbres de su clase
Quiso cambiar todo mal estado de cosas
Aquel hombre sin ambiciones explotadoras
Generoso de corazón construyó en su tierra
Escuelas clínicas una despensa familiar
Repartió sus tierras a manos de los pobres
Volviéndose abanderado de su pueblo
Por entonces fue condenado por su clase
Al cadalso de la muerte y la tortura
Esta es la parábola del oligarca justo
Que intentó bajar el cielo de un asalto
Que murió en el altar del sacrificio
Que resistió a pesar de las adversidades
Y se volvió un abanderado de la rebelión
Y ¡“únete pueblo”! fue a la calle a dar el grito
Unidos a la lucha junto a los más humildes
Parábola del
sembrador de
estrellas
In memoriam del amigo
Shafik Jorge Handal
Hay un cosechador de frutos
Y quien dio mucha guerra
Quien daba dolores de cabeza
Quien dio mucho que hacer
A cruentas tempestades
Es la semilla del sembrador
De cuya manos brotan
Los trigales nuevos
El sembrador de las flores buenas
A quien ninguna aspereza mitigaba
Le flaqueaba nada doblegaba su alma
En su militancia de abnegado patriota
Pues sus ideales seguirán
Porque su ausencia hoy
Es presencia entre nosotros
Sus latidos siguen latiendo
En los sueños de asaltar el cielo
En que hasta el final de los días
Vivió con disciplina y austeridad
Es aquel quien en su clandestina lucha
Se llamó Pedro, Martin, Juan, Sebastián,
Santiago, Luis, Abrahán, Raúl
Y desde 1979 se llamaba Cmdt. “Simón”
Nombre de guerra del hermano Schafik
Comandando allá por el frente heroico
Porque cuando canto mi loa con alegría
Recuerdas aquel ron brindado en casa
De la comadre Julia a la hora clandestina
En el silencio tú presencia inesperada
Canto épico de Juan Pueblo somos
Eres otro heredero de Farabundo Martí
De Anastasio Aquino de Chico Sánchez
Y Timoteo Lúe y de Miguel Mármol…
Quienes dejaron su jornada de lucha
Ya escrito en los anales de la historia
Por la patria en su lucha de labrar el futuro
Pues mañana seguirá sembrando ideales
Por los humildes cosechando estrellas
Desde joven aguantó el régimen bestial y carcelario
De buitres y chacales acechándolo de muerte
De ejércitos venales de gobiernos tiranos
Escuadrones asesinos también
Desaparecieron a su hermano
Perseguido político sufrió el dolor la tortura
La represión la cárcel los exilios
Nunca lo dejaron en paz
Pues siempre estaba siendo venadeado
Y con sagacidad de lince olfateaba al enemigo
Tenía un aire de Robín Hood y Espartaco
Asumió la dirección del Partido de los pobres
Ave que supo burlarse de los buitres
De la política parlamentaria
Que son como telenovelas cursis
De chambres de títeres que bailan al son
Pero vamos sin amedrentarnos contra los manoseos
Del imperialismo a nuestros pueblos
Es aquel hombre cosechador de frescos frutos
Cosechador de cruentas tempestades
En sonoros campanarios de consignas
De guitarra de canto embravecido por las veredas
Labrador de las luchas por la justicia social
Y la libertad anda de combate en la montaña
Es aquel que seguirá dando dolores
Es el sembrador de las estrellas nuevas
Siempre será otra luz que no se apaga
Nunca ni en los anales de la historia.
Estampa de dolor
No me preocupo por Dios
Ayer vi una pobre viejecita tan débil
Tan solo un leve viento podría derribarla
Bastarían las alas de una mariposa
Me acerqué a mitigar su hambre
Con sus trémulas manos sacó
Su rosario su camándula
Me bendice en señal de la cruz
Toca mi frente dice jerigonzas
Que ni entiendo y ensaliva sus dedos
Y vuelve hacer la señal de la cruz
Me basta con lo que tengo nada más
Los sentimientos de la viejecita
Tiernos humildes de ojos llorosos Mar de dolor y amarguras siento
Me basta con lo que tengo
Pienso en aquella viejecita
Vestida en triste desconsuelo
En deterioradas ropas
Es un cristal de lágrimas
Da grisma mirar sus harapos
Desnutrida su noble mirada
Flaca tísica heroína de la miseria
Me abruma el corazón
Mi alma llora su desgracia
Que injusta la sociedad del poder
¡Pero ahí vamos dice la gente!
¡Entre ambiciones y odios de clase!
(¡Es una mierda el capitalismo!)
Ante regímenes de malos buitres
¡Ente inhumano depredador!