LETARGO DE CARICIAS
Quiero encontrar
una palabra
que te ame a los cuatro vientos
que suene en esas campanas
que se esconda en esos moteles
que camine con esa gente
que te desnude esta noche
No quiero encontrar esa palabra
prohibida
como tu nombre.
Camino y este silencio se me cruza
como perro dormitado
como cadejo perdido
como calle sin transitar
y se me cruza como
pasado sin dueño
con ese letargo
de caricias
con un par de amontonadas en cada esquina
y se me cruza
con esos moteles sin estrenar
con esas faldas enseñando mas de la cuenta
y tus caricias a medio desnudar.
Este silencio invade los libros
y entierra sus raíces
en esa lluvia muerta.
No te vayas esta vez
aun cabes en ese libro
aun tienes espacio en esa metáfora clandestina
aun caben tus pasos y el peso de todo un siglo
aun cabes en esta vida
no te vayas esta vez
y siembra otro siglo
con el santo rosario
con la camándula en tu pecho
y esas tardes prohibidas
no te vayas esta vez
aun cabes
en esa música
aun cabes
en esa lluvia
no te vayas esta vez
que hay suficiente espacio en esta vida.
Tal vez
cuando crezca la lluvia
cuando crezcan los años
cuando crezca el silencio,
y vuelva la muerte a colgarse en esa viga
tal vez entonces vuelvas
y te sientes de nuevo en ese banco de madera
y reces de nuevo el ave maría
tal vez entonces sembremos otra vida.
Te vas en ese ataúd
pero te quedas en esta casa y sus años
regados en esta vida.
EL NEGRO CANTO DE LOS BÚHOS
Te puedo ver a esta hora,
con el día saliendo por la ventana,
con el perro arrimado a esta tarde.
Te puedo ver
libre de pecado,
callando mis deseos.
Te puedo ver
arrullando tus gemidos,
explorando mi silencio,
callando estas ganas.
Puedo ver esta noche arrimada a tus pies
y me puedo quedar abrazando su negra quietud.
Quisiera sentarme en un rincón de la vida
y dejar que el tiempo se aleje con todas sus cosas
Quisiera detener esta tarde
antes de que se arrincone en esta casa
y se acomode en tu sonrisa.
Había visto la brisa de las seis de la tarde,
había caminado la noche de un lado a otro
y todo estaba en su lugar:
la vida,
el ataúd,
el jardín.
Todo parecía quieto
pero hacía falta algo,
quizá tu ruido en estos años.
Es difícil dejarte junto a la tarde
con ese jardín asomándose por la ventana.
Afuera el tiempo se va con la lluvia,
yo te espero junto a los libros.
EL RUIDO DE LA NOCHE
Llegamos
y armamos una historia,
con tu mirada,
con tu cabellera
perdida en estas manos.
Solo nos dividen
esa gente cómplice
los libros y metáforas tristes.
Solo nos dividen estas paredes
y el tiempo estancado
sobre las agujas.
En tus manos busqué una caricia clandestina
y juntos dejamos este verso inconcluso.
Juntos creamos esa poesía
prohibida
y nuestros labios se ahogaron
con el ruido de la madrugada.
A veces te busco
en este rincón de mis manos.
Se me ocurre dejar tu mirada
para esos días tristes.
Sos esa lluvia
que se cuela en esta poesía.
El ruido de la lluvia ahoga esta casa
y se queda ese verso sin terminar.
¿Y si nos llevamos aquella noche
y regamos esos pétalos
en la oscuridad de sus rincones?
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