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Poemas de Ilich Rauda

Camino

Como animales furiosos disputábamos la caza

el hambre a filo de boca

la piedra a filo de sangre

el animal a filo del hombre.

Del lento mirar

la hormiga nos enseñó tu rastro a su espalda

pero escapabas entre volcán y tierra

y el hombre se perdía en el hombre.

Verdes de hambre nos sorprendía la lluvia

danzando y saludando a los soles

veíamos crecer tu enhiesta figura.

Entre el dolor perdíamos la ruta.

Los niños a parto de tierra abrían los ojos para morir.

Eran lágrimas las madres para la sed de la muerte.

Hacia el quinto y prolongado atardecer

enterramos a nuestros hijos de batalla al pie de tus raíces

hacia tu tallo fue nuestro corazón

hacia tus hojas nuestras manos, nuestro pies

cuatro lugares y un rumbo

invocación de la carne floreciente

Hacia el quinto atardecer del hombre

desandando el camino de la hormiga

perforada la montaña con nuestro hueso

de nuestra sangre alimentamos tu carne

de tu carne alimentaste nuestra sangre

La carne de tu carne fueron nuestros hijos

la sangre indisoluble de tu sangre, nuestra historia.

Doce-Caña

Entonces lo presentimos en el viento, Vimos en el cielo

La ausencia de Cuzcacauhtli, ni un solo Cuzcacuáet por el valle

Más tarde sería un fuego blanco como algodón desprendiéndose

Nada lo detenía con su llanto de semillas

Hiriendo las tardes de Izalco, de Apaneca, de Guacotecti

Todos sentimos el estremecimiento de las piedras en Tehuacán

En Apastepeque escuchamos el rumor de las aguas

Las abuelas despertaban llorando en  Ixtepetl

Cihuatán era una voz, un gemido propagándose de madrugada

Ahuachapán era un revoloteo, un graznar de pájaros nunca vistos

Éramos un llanto, un solo llanto.

 

Vejez

Olot es el recuerdo de los dientes

el amor y las palabras proferidas

la arruga más vieja y profunda ciñendo la memoria

Es la semilla del abuelo hecha corazón

en el pálpito del monte

Olot son los huesos

columna vertebral de nuestro días

canto heredado

la historia y la flor

a encías plenas.

Olot es el paso de las semillas

primer juguete y calendario,

de nuestros dedos

la última cuenta de los días.

 

 

Búsqueda del errante

Pregunta a las cuevas si recuerdan mi eco

Quizás la noche responda por la oscuridad de mis párpados

O el murmullo de las aguas recuerde mis clamores

Tal vez el pedernal no ha olvidado mi huella

O el bailoteo del polvo y las hojas imiten mi danza.

Pregunta a los gatos por mi rostro

A las mariposas por el capullo de mis huesos

A los árboles por mi sombra

A la muerte si no rompe su silencio la vida

A los tigres si es bueno rondar la memoria

A tu corazón o en su ausencia a las bellotas

Si no es osado preguntar a los que juran callar

Por jugar al exilio conmigo.

 

Sobresalto

Todavía recuerdo

el golpe del metal en la golondrina

o la golondrina incrustándose en el mundo

sístole abrupta, diástole detenida,

pequeño corazón apagado

espasmo de alas, plumas sueltas

el pavimento endurecido con su sangre

el ritmo del mundo, más vertiginoso sin su vuelo

una sola golondrina precipitando el invierno.

 

Ilich Rauda.

Nace en San Salvador, el 20 de Marzo de 1982. Tiene estudios de Medicina Familiar y de Salud Pública. Doctor en Medicina por la Universidad de El Salvador. Miembro fundador del Círculo de la rosa negra y del grupo literario Delira Cigarra. Actualmente es Secretario de la Asociación de Médicos Escritores “Alberto Rivas Bonilla”.

Ver también

Amaneceres de temblores y colores. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil. Sábado,16 noviembre 2024