Jorge Madrid (Comayagua, Honduras) Poeta, ensayista, gestor cultural, investigador, voluntario social. Licenciado en administración de empresas egresado de la UNAH, Diplomado en filosofía y política. Ha publicado poemas en la Antología de poesía “Legión Barahúnda” Movimiento literario Lienzo Breve.
Revista Circulo de poesía,
Resistance Words.
Dado en la ciudad de México, a cuatro meses de confinamiento y de buscar por el metro de observatorio, la sombra del Xoloitzcuintle en las esquinas de Tacubaya.
Que se reúnan bajo el rumor
de una fotografía,
como pájaros en la nostalgia
de un árbol.
Y aprendan a lanzar puñales
hacia el mito de los hombres,
arqueados por cierta música,
la sombra de una motocicleta,
y vivan la descendencia
del silencio,
el puntapié de lo extinto,
las tormentas
que ahora los nombran.
24/07/2020
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II
No los conmueve
El encierro,
ni lo saturado del metro
en la estación de Tacubaya,
lo agreste del humo
en los pulmones de un grafitis,
los peatones
al dejar otra jornada,
entre el aullido
de los perros.
En Tacubaya el poeta de Arenal encontró más razones para empuñar su mano y aferrarse a la poesía, el olvido es un pájaro ahuyentado por la efervescencia de un puñal en una esquina.
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Cicumba
Antes de que los perros
olfatearan
los rastros de los muertos,
y la resina fuese
el escrutinio de los extinto.
Cicumba resistía
Antes de que la arcilla
sepultará,
la avaricia del silencio.
Cicumba resistía
Antes de que el tiempo
develará sobre las piedras,
los ojos de los monos.
Cicumba resistía
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Magra suerte
La de los relámpagos
al recordar,
la monarquía de los lagos
y los recintos de Tláloc,
como un relato de jauría,
sobre el remordimiento
de la tarde.
Lo que perdura no son más que sombras
Al derramar las voces
sobre los cuerpos de los semejantes,
se despierta a un niño
dormido sobre el aullido
de los perros,
se inclina todo
hacia el humo,
inválido de los cigarrillos,
se sirve la palabra,
(Usufructo de los huesos)
y se escarba
debajo
de los almendros,
el silencio.
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Deja los ojos como el olvido
colgados de una armadura
y mirá sin atavíos
los olvidados de Buñuel.
¿Qué más ocultan los semáforos?
Además de las serpientes,
tiradas al temblor de los hombres.
¿Hacia qué espejo mira
aquella escultura de la muerte,
apostada en la esquina?
¿En qué punto converge
el fulgor de los pájaros
y los habitantes de Tenochtitlán?
¿Dónde están aquellas
manos de basalto,
y las noches en prisión de Revueltas?
La pared que dividía
un silencio con el otro,
lo robusto de los bochos,
perdido entre el humo
y la sentencia de un pachuco,
el tiempo más concurrido del zócalo
al venerar la lluvia,
y conciliar los asuntos de los dioses
con lo humano.
¿Que se le puede sugerir a un forastero,
cuando, el sol duerme en los braceros del metro?