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POEMAS DE LA CIUDAD Y DEL DESIERTO

Álvaro Darío Lara

 

VIERNES CON ESCALERA

Saber que este lapicero está roto, sale descompuesto, seek

arrinconado bajo el sol de la tarde,

como en un viejo recurso estilístico,

que a fuerza de usarse y usarse

termina diciendo precisamente, nada,

que todo está dicho,

en el lugar común de los griegos y de Borges.

Saber que tú palideces y entras en rabia

y temblores

ante mi bestial desnudez,

amarga y ácida

-como una fruta podrida-

en el eterno laberinto

de mis atávicos miedos y temores.

Todos mentimos

frente al espejo.

Mentimos absurdamente

por el placer de poner diques

entre lo que somos

y lo que queremos pensar que somos.

Lienzo maravilloso y profundo

donde se revuelcan calendarios, pasiones,

y los miles de cigarrillos que fumamos

-desesperados-

y que aún faltan por fumar.

Tú mencionas la adhesión excesiva a la verdad

como una vieja manía de costurera

frente a su metálica herramienta de pedal,

como el único tubo de escape,

que nos hace creer en lo que la filosofía

o la psicología

o la moral

llaman

el sentido de la vida.

Todo está muerto parecen decir aquellos viejos poemas

de temporada alcohólica,

aquella voz de Cortázar

recordando a Régis Debray.

Tú palideces de nuevo y vuelves a temblar

ante el embate demencial

de la habitación del horror,

donde cuelgan -.sangrantes- las cabezas decapitadas

por Barba Azul, el Magnífico.

Y es que corre el agua mezclada con la sangre

que la luna se resiste a iluminar.

Todo está dicho –susurran de nuevo-

No hay nada que inventar ya, -insisten.

La madrugada se acerca

son ya inevitables los pájaros.

Recoge el corazón y súbelo hasta mi pecho.

Dibújate con una sonrisa.

Es inútil, las repuestas no vienen de afuera.

 

 

MISIVA A SALVADOR NOVO

DESDE LA ZONA ROSA DE MÉXICO D. F.

Hoy he pensado –hondo- en ti,

Salvador Novo,

por decir todos nosotros,

por decir infancia

y adolescencia

de miedos nocturnos

y confesionario cruel.

Hoy,

cuando se han besado,

acariciado,

tomando de la mano

frente a nosotros

hombres y mujeres

que portaban el verde clavel

de los amores

que ayer

no osaban decir su nombre

Hoy

ellas y ellos

mostraban a los transeúntes

la tibia sonrisa del girasol

un cauce azul ante la lluvia implacable

del insulto y del prejuicio

Pero hoy

nada turbaba ¿sabes?

a la estrella fulgurando en los labios

a la plenitud de una sonrisa abierta.

Hoy,

ya nadie advertía

-ríos de corbatas y carteras-

el tránsito de otros amores

altos como el cielo

cálidos como este verano.

Puedes dormir en paz

arrullado por el colibrí

de las bellas pasiones,

bebiendo siempre del agua clara

de este nuevo paisaje,

que tiene árboles y calles

ahora más floridos y profundos,

Salvador Novo, amigo, hermano.

 

 

CHICHIMECAS

Para Isaí

¿Qué habrá aquí

dentro de doscientos años?

En estos valles, llanuras y planicies,

donde las montañas

respiran

recién creadas

por un Dios adicto al violín

y a los caramelos.

¿Dónde duermen y habitan

los hombres y mujeres

que  poblarán este silencio,

fundando sus casas y edificios

sus parques, depresiones y autopistas?

Todavía esperan bajo el sueño

de los años.

Puede entonces, la liebre

y el gavilán, la serpiente

y el cactus, el coyote

y el maguey,

descansar tranquilos.

Tan sólo unos años más

Tan sólo un poco más…

 

 

LUNES

Se instala sin ningún síntoma, ni aviso.

Viene soleado,

Un tanto de viento. Quizá frío.

Verde tapicería llegando a tus pies.

Las llamadas han sido fallidas.

Nadie sabe nada detrás de las cortinas.

Nadie sabe nada por los caminos

donde la miseria

estampa su locura.

Sin embargo, aquí todo está quieto.

Detenido.

El pájaro canta.

La tortuga parece un pedrusco

en el mínimo jardín de la infancia.

Sobreviviente campana.

Un dolor sigue presente.

Mas allá del patio, del jardín, del bosque.

Maravilloso y terrible dios,

hoy es la luz,

dentro de poco la noche

como ayer y como siempre.

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