I
La memoria se hace historia
En el instante de recordar
Tantos acontecimientos
II
El Salvador
que flor de nuestra tierra
que no haya brotado
violenta en nuestras manos
ILUMINACIÓN
Un poema salvadoreño
es del azul en azul al fuego quieto
Atrévete a una madrugada
de su cielo.
ERA SABADO 1980
Se despidió esa mañana
ese último abrazo, diagnosis fue al padre
-Ese otro abrazo –
Fue un imposible abrazo a la madre.
VI
Niños, seek niñas, salve cipotes
Dormidos
En la orilla del fuego y la guerra
Con el susurro de la muerte
En su tímpano
EL PAÍS
Había pasado esa guerra
Y te quedaste siempre lejos
Siempre viviendo extranjero
Fronteramente, lejos.
EL SALVADOR
Ha vivido de guerra este país
Que ha forjado
Un escapulario de acero
Una cruz ceñida al maíz
Una voces inagotables de llanto
Y en su geografía
Nosotros sus testigos
VII
una queja con alas … una queja
( Alfredo Espino )
En ese paisaje volcán de Izalco
Juayua ciudad de la bruma
Donde los pájaros brillantes de la noche
Despiertos picotean sus propias alas
2000
¿Cómo esta el tiempo allá
¿Cómo vive ese país
¿Cómo esta su gente
¿Cómo fue que encontraste ese pasado
en los rostros que dejaste, y
en los rostros, que ya no estaban
1980
Lleva esa travesía que el destino dio a su vida inicio todo mucho antes de aquella noche alistando maleta guardando unos libros, la ropa, también cargando el temor de lo que sucedía en las calles en el campo de la ciudad. El país sitiado de consignas anticomunistas que cometían barbaries y consignas de izquierda enarbolaban la guerra diciendo: “¡Porque el color de la sangre no se olvida la sangre La sangre de los compañeros masacrados será vengada! ¡Después estas sangres enemigas de redentores y opresores quedaron sepultadas juntas en su revuelta del odio! Escurría la muerte, el estruendo de las armas ejecutaba: mujeres, estudiantes, obreros, campesinos e inocentes ciudadanos. Allí dejaba familia, amigos capturados y asesinados en sus casas, amigos clandestinos que iban a enfrentar la guerra en veredas, quebradas y montaña. Fue así y allí el inicio de una guerra vivida, esa guerra que hoy por el momento ha dejado de instigar.
Así marchó esa mañana dando escasos adioses quizá a nadie. Así dejaba la ciudad, el país al que pertenecía su vida.
NOVIEMBRE 1989
SAN SALVADOR
Los pájaros nunca memorizaron la historia del hombre
El camino a casa se hizo largo, su distancia
Constante toca nuestra espalda
La suma de hechos e imágenes son violentos
Se enladrillan entre calles de allá
En presencia nuestra
Vamos caminando entre derrumbes
Entre bombardeos de hoy
Veo cerrar una puerta y entrar la espalda de un hombre
Un petate, apenas una luz de candil
Un pan duro como la esperanza
Un reloj detenido a la hora del fuego
Como declararse a favor de la ternura
Cuando ya basta tanta muerte en nuestros pueblos
Y ustedes tantos asesinos
Porque los ojos porque su llanto
Rebaso e tiempo que pedía el discurso político
Es cobarde esperar aquí escribiendo
– yo lo se – me lo han dicho.
Los pájaros no pueden intentar volar con el sueño del hombre
Porque los hombres robaron el sueño a los pájaros que exasperan
Sus alas por llegar a ese monte extraviado.
1989
México. DF
EL OFICIO
Uno escribe
Y se da cuenta un día
De todas las posibilidades del odio
Asta de cómo abrir le al verso su gotita de sangre
( para que todo quede bien claro)
Y nombrar la palabra
Con la que vivimos a diario
NOMBRAR
El pulso último de la voz
De la victima del disparo
Que escuchamos no muy lejos de nosotros
Limpien su boca
Del sabor ácido de la pólvora
Porque hoy:
Rompieron violentamente una puerta
En Copapayo en Quipurito en Las Vueltas
Y sacaron sin vida, lo que de un muchacho quedaba
Uno escribe
Invocando rostros
Palabras como golpes de ese país
Y nos damos cuenta un día
De esa guerra, de los muertos
Que fatigosamente recogen bandos enemigos
Uno escribe
Para enterarse un día
Que no estaremos cuando llamen a la puerta
1989 San Salvador
CIUDADANOS XX
(A: aquellos hombres y mujeres desaparecidos y asesinados )
Reconozco sus rostros desfigurados
Sus pies descalzos
Las desgarraduras de sus cuerpos
Ese alambre incrustado en las manos
Y ese corte violento que tienen sus piernas
Reconozco ese lugar donde los tiraron
Sus cuerpos no tienen nombres
Yo memorice identidades y lugar
Es una hondonada en las faldas del volcán
La tierra es de tefra y rocas calcinadas
Y sus nombres son muchos nombres
La ciudad donde vivieron es aquélla que tú y yo extraviamos
Por la herrumbre de la guerra
Y las circunstancias de ese tiempo fatídico
LOS POETAS
Los poetas, mueren en la vigía de la noche
Descalzos encuentran lunas oriundas
Se mojan severamente en tormentas de invierno
De ciudades vertiginosas y pueblos sin nombre
Odian, graznan, escupen su camisa, sus poemas
Leen sus escritos como pequeños duendecillos
Se mofan, increpan a los santos
Tienen miedo al olvido de Dios
Porque nunca lo han escuchado hablar
A unos les abren su cuerpo en hospitales
De pueblos donde no nacieron
A otros en la guerra de sus pueblos
Son también condenados a su cárcel
Los he visto ebrios de humanidad exclamando versos
O ebrios solamente colgados en brazos de otros hombres
Que duermen su vida a la orilla de los rieles
Los poetas
A este le perforaron su cabeza con fuego
sus amigos
A este otro la hicieron rodar decapitada
sus enemigos
Los poetas:
Nunca son sorprendidos en la muerte, aunque les extrañe
Porque ya antes, mucho antes, escucharon caer su cuerpo
El día último de su vida
Debe estar conectado para enviar un comentario.