Teresa González o Teresa del Bosque, remedy seudónimos de Teresa Antonia Hernández González. Nació en San Miguel de Mercedes, malady Chalatenango, online el 13 de junio de 1963; es poeta, escritora, profesora, master y abogada salvadoreña. Fue una estudiante destacada desde la infancia quien a la edad de los 15 años comenzó a escribir poesía dedicada a su madre Mercedes González, de descendencia italiano-salvadoreña.
Se decanta por llevar la poesía a las plazas públicas, pero sobre todo al aula para fusionarse con el estudiantado, los poetas del mañana. (Wilfredo Mármol Amaya.)
VUELVES NIÑA
Niña que en la hojarasca
retozas de otoño
derramada entre los pliegues
del techo de mis años.
Niña lejana
que retornas con tu inocencia
lapidada en el vendaval
mundano de mis cuencas
Niña que vuelves y me asaltas,
me subyugas y me encantas
la mirada que me robas,
toda tuya correteando
en el olvido ceniciento de mi cumbre
…vuelvo a tapizarme de hojarasca,
rodando y descalzando las sonrisas,
mirando blancos los muñecos
espantados desde el suelo por el viento
Aaah niña mía que se esconde
en los surcos de mi tela
morada de recuerdos…
Vida que regresas sin espinas
cada vez que descuido la cadena
que frena los vapores de mi esencia.
A SOLAS
Salobre río de palabras
invisibles se han marchado
entre mis manos
que no atrapan
el torrente que destiñe
la tinta con mi fuente.
Nadie ha visto
en el alma del espejo
bañarse los versos
y secar su huella al sol
Nadie,
ha visto
a un látigo de sangre llorar;
a una musa caer y levantarse,
quebrarse entre los surcos
tras sus pasos de cristal y metal
Nadie ha visto a un poeta
deshacerse en su propio mar.
SEQUÍA
Hojas llovieron del cielo
que abonaron la tierra,
y otras
aguas se hicieron,
en las lánguidas bocas
de las plantas.
Hoy no guardó su reserva
la huerta
que triste me mira
en pleno trabajo
de parto
Ya no mires hacia arriba
trajeada ave negra
ni alharaques mi nombre
en tu humilde canción
La nube es de humo
La tierra se seca
bajo el inclemente sol
Toma mis borrascas
hijo de la huerta
hasta que del cielo
se desprendan
las lágrimas de Dios.
EL DIARIO DE
MI MADRE
Sentada,
hurgando el jardín con la mirada,
multiplicada
en las sonajas infantiles cascabeles
diluidas en el tiempo.
Perdida…
en las horas que deleitan su nostalgia
espera
en los años sin cuenta
que se fueron y que vuelven
y se quedan… a mirarle
y que vuelan…
antes que se oculte el sol.
Silente
su figura de cristal se quedó
dormida
en el acero de sus pasos de guerrera.
Paciente
espera, espera, espera…
hasta apagarse el farol de las estrellas.
Mañana,
encenderá nuevas quimeras
para los retoños que llegan y para los que no
sentada, perdida, silente, dormida…
frente al jardín sobre la arena
que en mis manos floreciera.
TIEMPO SIN MEDIDA
Tiempo, por qué numeras mis respiros,
si aún se siente tibio el nido
bajo sus alas gran amor,
si aún sueña verde bajo el cielo
mi capullo hecho flor,
si aún besan brisas bailarinas
en mis búhos pernoctados,
si joven siento el beso-estreno
de tu aroma del ayer…
Tiempo,
diminuto sin medida en lo vivido,
todo parece que fue ayer…
FUI
Unicornio salvaje
retozando mis aguas con sus aguas
que espinaron la pureza
de mi pelaje desigual
Fui
blanco lienzo puro
ciego en su postiza sonrisa
que brilló su negro con el tiempo
Fui
unicornio obediente
al llamado de la piel,
y esclavo en la muñeca de su mano
estrujando mis estrellas
que además rasgaron su vida…
Fui
unicornio que amó,
soñó y se durmió
en su utopía rutinaria
arremetida por el látigo del tiempo…
reviviendo mis luceros,
dragones de fuego
que derretieron las cadenas
de su oscuro corazón
Y así fui
unicornio fiel a la supervivencia
salvaje de los años
Y más no fui
unicornio inmaculado
blanco lienzo puro ingenuo…
Para ser
un unicornio salvajemente liberado,
¡feliz!,
que corre desnudo por la selva
alfombrando por siempre mis pies.