EL POETA Y SU
YO ORGÁNICO
El poeta a tenue luz encuentra
su última profesión de fe
Hay un escapulario
con oscuros abalorios y angustias
enhebradas entre sí
Un designo con credencial inválida
para nadie y todos
Incendio a media noche
y carcoma torrencial en las venas
Un promontorio de cosas absurdas discrepan
con un pervertido placer de ácaros infiltrados
cráneo adentro
Doscientos abortados años de historia nacional
Promontorio de huesos inmortales
y raíces con nuevos caminos en versos y poetas
Puños alzados…
Y los últimos setenta mil muertos torturados cada noche en las luces de una valla publicitaria y discursos oficiales
Tanto la palabra unísona El ojo en vigía
El puño alzado
es signo vital
A veces
brújula imprecisa en la tormenta
pero signo vital
A tenue luz
el poeta encuentra su última profesión de fe
Divaga intangible
en el cuerpo bondadoso de una inspiración
y su anonimato
En la ternura de una caricia
En el desamor y su desdén
Se extingue en la miseria cósmica de su yo poeta
En deshechos y fluidos de palabras que nadie escucha
En semillas entre piedras a la vera del camino
Se desvanece ante el poeta colectivo
El verso lastre y su silencio
El silencio y la complicidad
La complicidad
y
lo estúpido
que uno se siente entre el sistema y su criatura
y nuestra profesión de fe
El poeta muere
-sin estado de gracia alguno-
en un predio baldío de aciertos y desaciertos
en manos de la misma palabra
que
le
dio vida…
(¡Vaya ironía!…)
José Roberto Ramírez
DOM 23:16
AGONÍA
Sucumbe el silencio
ante el infinito incierto
El tiempo arrastra minutos eternos
Sonrisas se esconden entre recuerdos dormidos
La belleza calla; palidece el encanto.
Entre los dedos se escriben otoños
ya muertos
Se inundan palabras que no fueron ciertas
La vida y la muerte
se besan inquietas
El alma angustiada espera desnuda…
…La dócil figura
vestida de olvido.
Mercedes Pineda Melendez