Por Myrna de Escobar
AMOR OTOÑAL
Él le regaló una rosa negra en la ventana de la tarde
y su corazón entibió el frío que lo habitaba.
No quería creerlo,
más con el tiempo
albergó la luz en su mirada.
Era el preludio de un nuevo sol
ese que recién descubría
y supo entonces
que era suyo el verano,
nuevo el jardín.
Un arcoíris de violetas florecía
en su corazón marchito,
casi extinto.
Él había arado con su beso
en su desierto
y se hacía eco de un fulgor inquietante,
como un rayo de sol en el horizonte,
como el amor que llegó de puntillas,
como este verso al despuntar el día.
IMPOSIBLE
¿Cómo pedirle al mar que acalle su bramante furia?
¿Cómo devolver a la vida lo nunca sido?
¿Cómo devolver la inocencia perdida?
¿Cómo detener los latidos sin partir?
Abandonarte sería detener este río vivo
De mi sangre atada al cardumen de besos
Que me circunda
Navegar contra la corriente en el fuego de ninfas
Que cobijan este nínive corpiño que dio frutos ayer.
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