Carlos Ernesto García nació en Santa Tecla, El Salvador. 1960. Poeta, escritor y corresponsal de prensa salvadoreño, es autor de los libros de poesía, Hasta la cólera se pudre (Barcelona, 1994) editado ese mismo año en Nueva York, la versión bilingüe inglés/español de Elizabeth Gamble Miller, bajo el título Even rage will rot; A quemarropa el amor (Barcelona, 1996); La maleta en el desván (Jaén, 2009); Poesía de la diáspora (El Salvador, 2009) y, de la antología personal, Unë nuk kam shtëpi (Albania, 2010). También es autor del libro en tono novelado, El Sueño del Dragón (Barcelona, 2003) y otro de reportaje titulado Bajo la Sombra de Sandino (Barcelona, 2007). Invitado, por diversas instituciones académicas y culturales de Europa, Asia, América Latina y Estados Unidos, su obra poética, ha sido traducida a varias lenguas, entre las que destacan el inglés, albanés, chino y árabe. Una obra poética llevada a la canción, la pintura, el teatro, la escultura y la danza moderna. En la actualidad, el documentalista español, Vicente Holgado, realiza un film basado en la obra y vida de Carlos Ernesto García quién, desde finales de 1980 vive en Barcelona.
PATRIA
Mi patria es inabarcable y lejana.
En ella no hay banderas que ondeen.
Aquí el sentido de pertenencia
suena absurdo y vacío
como un tronco hueco.
En esta patria
hay un corazón que late con fuerza
desde donde me asomo a una ventana
que da al mar.
Mi patria es inabarcable y lejana.
Inmensa como el silencio.
UTOPÍA
Caminé por las calles de San Salvador
cubiertas de hombres y mujeres
que esperanzados van de un lado a otro
con sus rostros luminosos.
Los periódicos
lejos de hablar de trágicas muertes
reseñaban en sus páginas
el bajo índice del desempleo
celebrando
a su vez
el fin del analfabetismo.
En la portada destacan la siguiente noticia:
«EL DERECHO A LA SALUD UNIVERSAL
ESTÁ GARANTIZADO PARA TODOS».
En la radio y la televisión
los presentadores de los informativos anuncian:
«Será ignorante el que así lo quiera»
«Carecerá de trabajo el holgazán»
«Adiós a las esperas de larga duración
en las centros de salud de toda la nación»
En las cafeterías
los más jóvenes discuten con entusiasmo
sobre cuestiones culturales
al tiempo que con desenfado
uno que otro
fuma libremente
algún cigarrillo de mariguana.
Los teatros advierten al público:
«SE AGOTARON LAS LOCALIDADES»
Los amantes de la poesía
se preparan para escuchar en directo
a Roque Dalton
a Alfonso Hernández
a Lil Milagro
a Mauricio Vallejo
a Jaime Suárez
entre otros
se dice.
Atravesé los mercados
hasta sentarme en una banca
del viejo parque
y observé largas horas
la oxidada guillotina.
HONFLEUR
Me desplazo sigiloso
por entre las estancias
de una casa señorial
del norte de Francia.
Llegué sin ser invitado.
Aquí nadie me espera.
Cada paso que doy
retumba espectral
haciendo crujir la madera.
A través de las ventanas
se desliza suave
la brisa del mar
dejando entrar el rumor
del oleaje en la playa.
Soy el intruso accidental
que se sabe observado
por altas paredes blancas
en mitad del inquietante vacío.
Repaso con la palma de la mano
los detalles en relieve
de la fría chimenea
cuyos acabados bien serían
la envidia para los versos
de Théophile Gautier.
La ancestral desolación
en que gravita asfixiante
cada rincón de la casa
logra envestir
cual fiera salvaje
mis sentidos.
Bajo unos escalones
asoma misterioso
un pequeño cofre
cubierto por el polvo.
En su interior
despiertan de su letargo
atado por una cinta
un legajo de cartas
jamás enviadas.
El gastado papel revela
el trazo tembloroso
de una joven enfermiza
que palidece aplastada por el tedio
de las lluvias que reinan
sobre el cielo normando.
En otras
comenta entusiasmada
la galopante moda que invade al París
de los sofisticados vestidos.
El de los sombreros con plumas exóticas.
El de las terrazas de los cafés a orillas del Sena
y el de los teatros
que por su enfermedad
le estaban negados.
Desde su alcoba burla a la muerte
con la esperanza puesta
en el regreso del padre
que entre el lodazal de las trincheras
valiente se bate
contra el implacable alemán
de aquella Primer Guerra Mundial.
DE CAMINO HACIA LA NADA
Tomando un atajo en la memoria
realizó el último inventario
de todo lo vivido.
Con desesperanza
asistía al hundimiento
de los gastados sueños
que cual castillos de arena
caían en mitad de una tormenta.
El tiempo se agotaba
y porque lo sabía
en un instante
concentró borrosos
los recuerdos de sus amores.
Lentamente abrió sus ojos
que fueron cegados
por una luz incandescente
y el ingrato olvido
tomó entonces las riendas.
En aquella boca
de gesto bostezante
se intuía un ruego de perdón
que llegaba tarde.
UN PLAÑIDERO ADIÓS
En las entrañas
del elegante barrio de Carrasco
aún sigue en pie el hotel casino
que nos recuerda las glorias
de un Montevideo que ya no existe.
Entre sus paredes el poeta granadino
escribió parte de sus Bodas de Sangre.
Los croupiers colocados en sus mesas
intentan disimular el remendado uniforme.
Un jugador lanza un escupitajo
sobre la alfombra en que apaga
la colilla del cigarro.
Sus amplios salones
del más puro art nouveau
y las lámparas que majestuosas
cuelgan del techo
fueron testigos silenciosos
del asalto tupamaro.
Afuera
ruge con bravura el rumor del mar.
Un mar
que hace muchos años
dejó de dar la alegre bienvenida
para decir un plañidero adiós
al derrotado descendiente
de los emigrantes.
SILENCIOSO PARÍS
El silencio se apaga
por un caminar que asoma
rompiendo la quietud
en los pasillos.
Podría ser cualquiera
de sus viejos clientes.
Por ejemplo: Robespierre
Victor Hugo o Voltaire
El Marqués de Sade o Baudelaire
Oliverio Girondo o Molière
pero me pregunto ¿y por qué no?
algún otro estudiante rebelde
del Louis-Le-Grand
caído en la guerra.
Si uno se asoma
por la rue Saint Jacques
su nombre seguramente
pueda encontrarlo inscrito
en la interminable lista
a la entrada del Liceo.
Pero esta noche
tras la pared de la estancia
que de prestado habito
sólo imagino a un Sartre
que entre el humo de su pipa
contempla de brazos cruzados
la cúpula del Panteón de París
acariciada tiernamente por la luna.
UNA CRUZ DE VELAS
Sus pies desnudos
se balancean con la brisa de octubre.
En la oscuridad un rumor de hombres
que apenas pueden distinguirse
por las brasitas de los cigarrillos.
Una anciana de rodillas
coloca varias velas sobre la tierra
formando con ellas una cruz
que iluminan el cuerpo del ahorcado.
Durante toda la mañana
lo había visto angustiado
buscando una vaca perdida.
Descalzo y sin camisa.
Gritando hasta enronquecer.
Lo conocía bien.
Algunas madrugadas
él me brindaba en un huacal
la primera sangre de la res
que degollaba al amanecer.
Para que creciera fuerte y recio
decía con su voz joven y alegre.
¡Tan fuerte!
¡Tan recio!
como el árbol de amate
como la cuerda de maguey
que en su desesperación
encontró adecuados
para colgar su garganta.
CIUDAD DE HIERRO
Ahora sé que eres vulnerable.
Que pueden tocar tu corazón
y derrumbarte.
Sé que no sólo es abatible
el verde en la montaña
el árbol en la sierra.
Sino también tú
ciudad de hierro
donde apenas sí germinan
las hojas de la hierba.
Hong Kong, China, 2008.
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