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Poesía de Carolina Torres

Nació en Tegucigalpa Honduras, clinic 1989. Estudiante de Antropología en la UNAH.  Ha participado en diversos festivales.

A cada cual 

su condena

Emisión especial, cialis artículo 1821:

«Las calles del país solo serán pobladas por personas felices»

…Luego vino el vacío, en los cuarteles se repetían

mecánicamente dos preguntas:

¿Delito?

Romper el orden y silencio por la no felicidad

¿Condena?

Degollamiento lento

¿Delito?

Gastar irreverentes suelas de zapatos

¿Condena?

Quiebre de rodillas

¿Delito?

Acciones por la unidad de los no felices

¿Condena?

Desmenbramiento

¿Delito?

Cuestionamientos al artículo 1821

¿Condena?

Extracción de máquina de ideas

¿Delito?

Gastar tinta en nombre de la libertad

¿Condena?

Córtenle las manos

Y así, así, así

hasta que ni los verdugos habitaron las calles del país.

Amanecer

La luz no alcanza

a atravesar las paredes,

el celular tiene media hora

avisando que sí, sí amaneció

(en algún lugar menos acá),

los zopilotes ladrones del canto

revolotean las láminas

y yo me lleno de espanto,

el espanto de respirar;

sus alas de fuego

llenan mi cama de cenizas

y yo me apago, me apago.

¿Quién acaso podría no pudrirse

en esta ciudad, en este cuarto, en estos huesos?

Chiquita

Escribo desde tus entrañas

contagiada de los múltiples ojos de muchachos

que caminan como Adonis

hasta volverse espantapájaros.

Y lloro chiquitita mía

me es inevitable

ante esta sensación

de saberte distinta.

La luz aún amanece desconocida

eres letra, baile, pintura

exhalas jazz y yo no puedo sonreír

¿Hay algo que no tengas bella mía?

Eres la ternura, el abrazo de Dalton

y yo no puedo saborearte.

Debí escribirte antes

cuando eras distancia

ahora chiquita

sé que siempre tomo mi lápiz a destiempo.

Un país que hace honor a su nombre

A Soad y a los y las estudiantes de secundaria asesinados en esta y tantas luchas.

Una no puede decir hijo de puta

en los poemas,

dicen que suena feo

(hay gente que lo dice)

pero no pasa más que de asuntos estéticos.

Una no puede decir hijo de puta

frente a la abuela

(frente a casi ninguna)

le sigue la manotada si pronuncia esa palabra.

Pero una jamás, si, jamás

debe decir hijueputa a un ministro

y si es de educación menos

no se le ocurra tal palabra

si vive en Honduras

le van a buscar, secuestrar,

torturar, asesinar y encostalar,

y las noticias, bien gracias,

acá no pasa nada.

Es casualidad que aparezcan

cuatro estudiantes asesinados en una noche

luego de semanas de protestas,

es que no tenemos responsables

a saber en que andaban,

será que andaban diciendo hijueputa

en canales televisivos

o tirando piedras

(Santísimo, que pecado).

Pero no pasa nada

ya vendrá otro mundial

o la novela de las siete

total quien aplica la justicia

en este país

es un buen hijueputa.

¿Me harás el favor de ser feliz?

Y lo admito de alguna forma

siempre vas a ser mi preocupación,

solo quiero que la vida te trate bonito.

¡Que tengas suertecita!

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