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Poesía de Gito Minore

QuERIENDo SER

Errante entre la luz,

a tientas buscando

la rojiza oscuridad de la soma, donde habitar

mi felicidad,

futuro refugio de mis besos. Te imagino,

cariñito,

bebiendo los últimos

tragos del Leteo,

antes de abandonar

el habitáculo de mera potencia para empezar a ser

latido.

Te presiento,

queriendo ser.

 

LA vIDA ENTERA

La vida entera

y un rato más

destinamos a alimentar

las bocas de este sueño.

Entregando las noches,

los días y los mediodías,

a la noble causa

de arremangarse el alma

para meter los brazos

en la bosta cotidiana

y así sacar

algún que otro tesoro,

escondido entre tanto

espanto.

No nos asustaron

el hambre, ni el cansancio,

ni el desánimo,

ni la mirada réproba

de quienes nos señalaban con el dedo por no decidirnos a ser

conformes infelices

y ya.

Nos iluminó la sonrisa

una estrella de la que no teníamos

ni idea de su existencia,

pero que estaba.

Resistimos,

persistimos,

insistimos.

Por eso,

tampoco nos amedrentó

el temor que nos impusieron,

la paliza que nos prometieron,

ni el bozal con el que intentaron acallar todas las bocas todas

de nuestra idiosincrasia plural. Fuimos felices por el simple hecho de madrugar y prepararnos valientes para la batalla diaria

sin más armas

que la flor de nuestra juventud entregada.

La vida entera

y la de los nuestros,

convencidos

dedicamos a encontrarnos

en aquello que

aún mañana

seguramente vivos,

más allá de esta vida,

seguiremos soñando.

 

AMANECE

En sombras,

se acerca.

Se sienta a mi lado,

se toma un mate conmigo. Me despabila,

me ilumina, me zamarrea, apenas,

comienza el día. Cruzamos pocas palabras, estando a su lado

el silencio

cumple un protagonismo necesario,

permite el milagro. Entonces,

hacen su aparición

los versos, el verbo,

el canto.

La vida toda

parece un recuerdo confuso,

una noche más

entre las noches. Entonces

amanece

a mi lado

y yo solo

me dedico a ser feliz,

a describirla.

 

EL BAILE

Nunca logro ponerme de acuerdo,

ni ordenar bien mis ideas,

si Dios me vio bailar para ningún Dios o ningún Dios

me vio bailar para Dios.

No sé.

Lo cierto es que

sin proponérmelo o sí

se me está pasando la vida en ello, buscando un acuerdo,

acomodando nadas,

que solo me conducen

a la idea

de que tal vez

lo sobresaliente del hecho

no sea ni Dios ni no Dios,

sino

el mero hecho de bailar.

Conforme de saberse mirado,

pero bailar.

Atormentado por ideas absurdas,

pero bailar.

 

NIño

Cantando cada mañana

al despertar,

canciones que te cantaría al oído, con los brazos abiertos,

te espero.

Paciente y no,

haciendo crucecitas

a los días que quedan,

te espero.

Leyendo, creyendo,

escribiendo tu nombre

en mis versos,

te espero.

Conformándome a sabiendas

de que estaremos juntos

más tiempo

del que te estoy esperando,

te espero.

Bromeando, riendo,

apilando sueños

en los estantes vacíos de mi pecho, te espero.

Brindando a tu salud

y a la salud de todos

los presentes

en este entuerto,

te espero.

Con un sol en un bolsillo

y un racimo de poemas

bajo el sombrero, acariciando la fantasía

de tenerte en mis brazos, pero sin ser tu dueño.

Con los globos, la piñata, los pitos y las matracas, listos para el festejo.

Con la alegría indescriptible que solo tiene

un niño que espera

la llegada de otro niño.

En la puerta de la vida

para salir a jugar,

te espero,

hijo querido.

 

BACANAL

vestimos la mesa

con el delantal

cuadrillé

más limpio que tenemos. Sobre él desfilan

toda la variedad

de delicatessens y aperitivos para acompañar el pan,

que podamos imaginar. Sobran las sonrisas,

las risas, las anécdotas

y los gritos de “alegría alegría” cada vez

que alguna copa se vuelca.

Es una bacanal.

Es una fiesta continua

la casa

cada vez

que la poesía regresa.

 

AvENTuRA

Motivo de angustia fue

comprarnos la ilusión de creer

que,

en bandeja

venía servido.

Por eso,

a fuerza de llanto recibimos la alegría

de saber que no todo

era abulia y sinsentido. Envuelta en un manto

de justicia poética

triunfal

la vida

llegó con el vientre gordito de tanta esperanza.

No hizo falta

ni fórceps

ni inducción,

ni goteo.

Salvaje y naturalmente

se entregó a este parto,

a esta aventura

que fue

vivirnos,

sin más.

 

CóMPLICE

Escindidos, obviamente, de la biografía nuestra, por la misma futilidad de su existencia, justamente son

estos pequeños instantes inútiles

los que nos resignifican la vida.

Parecidos a la felicidad, pero sin la gran pompa de su sacro nombre, son los momentos inesperados, fugaces, ilógicos

y hasta ilícitos

que en nuestra cotidianidad

operan

a modo de desalienantes

naturales

y nos devuelven

a la humanidad

simplemente

para que podamos seguir habitándola con cierto grado

de complicidad.

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