Página de inicio » Suplemento Tres Mil | 3000 » Poesía de Manuel Iris

Poesía de Manuel Iris

Manuel Iris (México, and 1983) Licenciado en Literatura latinoamericana por la Universidad Autónoma de Yucatán, troche maestro en literatura hispanoamericana por la Universidad Estatal de Nuevo México (EEUU), pilule y doctor en lenguas romances por la Universidad de Cincinnati (EEUU). Poeta. Premio Nacional de Poesía “Mérida” (2009) por su libro Cuaderno de los sueños (México, Fondo Editorial Tierra Adentro 2009), Premio Regional de Poesía Rudolfo Figueroa, por su libro Los disfraces del fuego (México, Ediciones Atrasalante, 2014). Es igualmente coautor, junto con el poeta brasileño Floriano Martins, de Overnight Medley (Brasil, ARC Edições, 2014), y compilador de En la orilla del silencio, ensayos sobre Alí Chumacero (Tierra Adentro, 2012). Ha publicado poesía, ensayo y traducción en revistas como Tierra Adentro (México), Casa de las américas (Cuba), Sibila (España),  Mapocho (Chile), Triplo V (Portugal) y Líneas (Francia). Poemas suyos han sido incluidos en varias antologías, destacando Postal de Oleaje, poetas mexicanos y colombianos nacidos en los 80, publicada al mismo tiempo en México y Colombia, y la también binacional Espejo de doble filo: antología de poesía sobre la violencia México-Colombia.  Ha dado conferencias, charlas y lecturas de poesía en diversos congresos nacionales e internacionales de escritores y en universidades de México y Estados Unidos. Ha sido becario de la fundación Charles Phelps Taft  de la Universidad de Cincinnati en 2012, y del PECDA del estado de Campeche, en la categoría jóvenes creadores,  en el área de poesía, en el 2013. Es miembro del seminario de investigación en poesía mexicana contemporánea de la UNAM. Radica en Cincinnati, Ohio, Estados Unidos.

Blog personal: bufondedios.blogspot.com / Email: [email protected] / Twitter: @manueliris65

 

 

Quiero jugar a herirte, mi silencio.

Quiero jugar a que te arrojo piedras,

a que te aviento pájaros y peces,

todo lo que vuela

y que te rompes, te cuarteas

y caen tus pedazos solamente en ti,

y los recojo y te miro

entero como siempre,

sin que te falte nada.

 

………………………

 

Si te repites tú,  silencio,

si te ecas,

¿Qué ritmo se hace luz?

¿Qué dices cuando danzas

en los ojos de los ciegos,

en el andar del sordo,

en nuestra muerte?

 

¿Qué respondes?

 

…………………

 

No eres la luz sino la transparencia.

Tu desnudez es la otra cara del cristal

de la quietud.

Pero te mueves, andas

mis silencios

nuevos, tu camino

de plateado pez,

de claridad espesa,

de soledad sin horas.

Permaneces.

 

………………………………….

 

Salgo de ti, Silencio,

para buscar tu ritmo y tus repeticiones,

para guardar tu rostro

y tu temperatura

Lleno de ti mis ojos,

mis pulmones.

Toda mi lengua sabe a ti, Silencio,

mi saliva metálica, mi voz de nube,

nuestro aroma.

Un vidrio roto me conduce a ti,

a un barco ciego, a una despierta estancia.

Salgo de ti, Silencio.

Pero ¿qué cosa no?

 

……………………………………..

 

Te he visto reposar en sábanas enfermas y en extenuado pan. Te he visto en la belleza arrodillada de las llagas, en el sabor del polvo.

Has caminado con los ojos, mi silencio, llenos de palabras nuevas. Has sucumbido al asma de las piedras, a la más terca edad de las fracturas

y a la miel.

No puedo contenerte. Sales de mí como el alivio de las flores

a los pies del ahorcado. Sales de mí, Silencio,

y eres mi padre y mi hijo, mi heredad.

Súbitamente se fractura una copa y te conviertes:

astilla transparente, estridencia clara.

Sales de mí, Silencio,

y te repites.

 

¿Quién saldrá de quién?

 

…………………………………….

 

Un pájaro sin eco

se desnuda, se recuesta

en tu cabello.

Una mentira se amanece en ti,

te dulcifica.

Una verdad se vuelve una muchacha.

 

…………………………………..

 

Vuelto hacia ti, Silencio,

vas llenándonos  las venas

de transparentes pájaros.

Tu vuelo subterráneo nos hermana.

Algo se rompe,

pero no eres tú.

 

…………………………………..

 

Del placer

[…] la palabra placer abarca realidades contradictorias, comporta a la vez las nociones de tibieza, dulzura, intimidad de los cuerpos, y las de violencia, agonía y grito.

 

Margarite Yourcenar

Como el sonido a la cuerda,

tensa el placer la mano

de quien sostiene un filo.

Tensa el placer la mano

del que asfixia:

abre el placer la boca.

Abre el placer la boca,

dice nombres, dice

misas negras:

abre el placer los ojos

que miran un cadáver

abre el placer los ojos

y nos mira, oscuras bestias,

abandonándonos a todo

lo que abre.

 

……………………………………

 

Tu vientre es un disfraz

de música sagrada, de permanente luz.

Tu cuerpo no eres tú

sino la trascendencia. Eres un túnel

que se abre desde ti, que de ti parte

hasta la oscuridad de un teatro abandonado

en que respiran los instrumentos de una orquesta sinfónica.

Tu cuerpo es una forma de la música. Es el disfraz

de todo lo invisible.

 

…………………..

 

Pero en tu cuerpo no se esconde nada. Tu cuerpo

no es disfraz. Tu cuerpo ignora

lo que no pensamos con la piel

cuando te abismas, cuando sales

más de ti que tus palabras.

Llevo tu cuerpo amaneciéndose en el mío,

atardeciendo, crepusculando la palabra estigma.

Una epidermis de cristal te enlaza

con lo permanente. Disfraz de fuego,

desnuda eres eterna.

Todo el amor es una enredadera

en tus tobillos, una flor sin casa.

La carne entera se convoca en ti,

se hace de luz la leche.

Idéntica a sí misma,

tu piel es el abismo

en que se trenza el miedo.

 

………………………..

 

No eres nuestra, Muerte, no eres nuestra.

Son de ti nuestra amargura y calma,

somos tuyos.

Desnudadora

nos quitas los disfraces.

Abres la puerta del reloj en nuestro pecho

y una gaviota

se regresa al mar.

Su canto no hace ruido.

¿Adónde me regresas, muerte mía?

 

…………………..

 

¿Adónde me regresas?

Yo estuve en un silencio

antes de los disfraces

y ahora surges, Muerte,

con tu andar de pez,

tu canto de sonámbulo,

tu luz de girasoles en una habitación oscura.

Me surges toda y tú también

tienes disfraces: arcos de luz,

de iglesia y cementerio.

Tus rostros son el mar

la mano del suicida

la voz del asesino

el accidente y el amor

la enfermedad

el vino de los otros y su muerte ajena

dentro de nosotros, como la voz

los que no nacieron,

la voz de las palomas

transparentes

como el hambre o la sed

como el disfraz del fuego,

como el cuerpo

que parece no morir.

Tus rostros, muerte mía, son también

el mar de las repeticiones.

 

………………………

 

En la hermosura, corazón, en la hermosura está la muerte ardiendo. De nosotros a los cuerpos el deseo cabalga y de los cuerpos, desde dentro de los cuerpos a nosotros, la muerte está mirando, mirando y avanzando,

pájaro de aire.

Llenas de muerte la manzana fresca

y la muchacha desnudada. Llenos de muerte

los muslos del muchacho, la piel de los que sudan,

los disfraces del fuego.

Llena de muerte toda la belleza.

 

……………………………

 

Lleno de ti, mi muerte,

siento en mis venas

transparentes pájaros.

Tu vuelo subterráneo me sujeta.

Algo se rompe,

pero no eres tú.

 

 

Ver también

Ilustración de Iván Alvarenga. Sin título. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 14 diciembre 2024