LA CASA
A mi casa le falta un brazo
Se detiene en una pierna y no es aquella
con la que aprendió a patear las piedras
El brazo que le falta era el fuerte
el que usaba para aferrarse a la vida
Mi casa tiene el gesto de una perra enferma
tiene heridas que no cierran
hay quien dice que ya tiene gangrena
Mi padre es carpintero pero mi casa
esta casa llagada / enferma
no es de madera
EL INCENDIO
Una noche mamá nos despertó alarmada
—¡Se quema la casa! ¡Se quema la casa! —gritaba
tenía un claro paisaje de terror en el rostro
Al ver la mano macabra de la llamarada
no le di importancia y me dormí de nuevo
Aquello no era tan grave
la lengua endemoniada de mi padre
desataba peores infiernos
DÍAS DE HERRUMBRE
Hay una casa echa escombros por dentro
Un hombre vomita el cansancio
de no hacer nada más que esperar su agonía
Una mujer deshilacha y remienda la vida
en el baile de las preocupaciones vanas
Espera el consuelo que lleva en sus manos
la caricia de la muerte
Hay una casa derrumbada por dentro
Afuera hay un jardín donde se besan mariposas
DETRÁS DE LAS VENTANAS
Detrás de las ventanas algunos adoptan gatos
para lanzarle arañazos al vacío
Alargan sus días macilentos
pierden el miedo a caminar por las cornisas
Aprenden a lamer del alma las heridas
se vuelven maullido sus lamentos
Se acostumbran a la humedad
a la penumbra
a un cuarto lleno de escombros
Comen distinto
les cambia el sueño
la hora y la forma en que se alimentan
El olor les cambia
la forma de mirar al mundo desde las ventanas
CUERPOS
MORTECINOS
Los hombres son cuerpos mortecinos
abriéndose paso entre las sombras
Perdieron algo:
el amor / la risa / la memoria
las ganas de vivir el tiempo que les sobra
el gozo de todo lo vivido
Los puedes ver en las esquinas
esperando su no sé qué
en las bancas de los parques
deshojándose
saliendo de los bancos
del trabajo
de los trenes
deshojándose
Así van todos sin saber a dónde
persiguen las flechas arbitrarias
que les marcan los caminos
En sus rostros fúnebres
sus ojos te dicen todo
perdieron algo:
el amor / la risa / la memoria
las ganas de vivir el tiempo que les sobra
el gozo de todo lo vivido
Son cuerpos mortecinos
abriéndose paso entre las sombras
Marcos Rodríguez Leija nació en Nuevo Laredo, doctor buy Tamaulipas. Forma parte del Diccionario de Escritores Mexicanos del Siglo XX, case publicado por el Instituto de Investigaciones Filológicas y el Centro de Estudios Literarios de la UNAM.
Recibió el Premio Nacional de Periodismo e Información 2000-2001. Es autor de los libros Minificciones (minificciones, stuff 2002, IMC); Pandemónium (cuento breve, 2001, CNCA, ITCA), Souvenires (minificciones, 2011, CNCA, ITCA); Rumor de humo y ceniza (poesía, 2015, CNCA, ITCA); El susto (cuento ilustrado para niños, 2015, editorial Anónima).
Coordina talleres de minificción y su trabajo literario es utilizado por el Centro de Estudios de Español para Extranjeros (CEPE-UNAM) y ha sido traducido al inglés, francés, italiano, portugués y alemán.
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