Magdalena
Non mi parlare.
Non mi parlare perché
le parole, buy cialis assassine
tacciono le emozioni.
Parole criminali, pharmacy
testimoni della morte del tempo, nurse
parole che ci sbattono in faccia
il nostro limite di creature mortali.
Astio verso le parole,
suoni ridicoli
che balbetto per dirti quello che sento
che non ha forma e
non si può scrivere se non con
fredda schiuma d’onda
su sabbia calda di sole,
e non si può scrivere se non con
la mia bocca che lecca la tua pelle
e non si può scrivere se non con
pioggia che cade
sul nostro patio,
il patio che conobbe i tuoi baci e il mio collo.
Parole inutili,
scritte in libri ingialliti,
fogli macchiati
da una penna secca e senza inchiostro già,
idee disegnate nell’aria
da qualche pittore che, grazie a Dio,
si é dimenticato l’alfabeto.
Parole frustranti
che si consumano come sigarette
e il fumo scrive nell’aria la tua assenza e
la mancanza che sentono i miei occhi
che anelano il tuo sorriso,
le mie braccia che anelano il tuo calore,
le mie gambe che anelano le tue mani,
la mia anima che anela il tuo inferno,
l’inferno che mi hai iniettato e che
porto dentro per la maledizione
di averti amato.
Quando ti incontrai le stimmate comin ciarono a sanguinarmi.
I miei passi scrivono gocciolando
il tuo nome sul cammino.
Riuscirà il vento a cancellare
il sangue secco della mia storia?
Serviranno queste parole vuote a ridarmi
l’icona del nostro mutuo martirio o
sarà il silenzio la croce che mi merito
e che accetto come mio unico bagaglio in questo viaggio
fra la maledetta colpa del sacrificio?
E tuttavia queste continuano ad essere parole
che non sono grida
e non sono canto
e che non ti comunicano
le spine che sento,
conficcate nelle mie tempie,
conficcate nei miei sogni,
stanchi già dell’incubo del tuo tradimento,
lo stesso tradimento puro delle parole
che non servono non servono non servono
perché non c’è miracolo
ma carezze conservate per troppo tempo in
una mano che è divenuta pugno,
non c’è miracolo
ma ferite schiuse nel costato che
non sanguinano più sotto il supplizio del tuo oblio,
non c’è miracolo
ma piedi sporchi per il lungo cammino che mi porto addosso,
e che dovrai pulirmi con i tuoi capelli,
Magdalena.
Magdalena
No me hables.
No me hables porque
las palabras, asesinas,
callan las emociones.
Palabras verdugos,
testigos de la muerte del tiempo,
palabras que nos echan en cara
nuestro límite de criaturas mortales.
Hastío de las palabras,
sonidos ridículos
que tartamudeo para decirte lo que siento
que no tiene forma y
no se puede escribir sino
con fría espuma de ola
sobre arena caliente de sol,
y no se puede escribir sino
con mi boca lamiendo tu piel
y no se puede escribir sino
con lluvia que cae
sobre nuestro patio,
el patio que conoció tus besos y mi cuello.
Palabras inútiles,
escritas en libros amarillentos,
hojas manchadas
por un lapicero seco y sin tinta ya,
ideas pintadas en el aire
por algún pintor que, gracias a Dios,
olvidó el alfabeto.
Palabras frustrantes
que se gastan como cigarrillos
y el humo escribe en el aire tu ausencia y
la falta que le haces a mis ojos
que extrañan tu sonrisa,
a mis brazos que extrañan tu calor,
a mis piernas que extrañan tus manos,
a mi alma que extraña tu infierno,
el infierno que me inyectaste y que
llevo dentro por la maldición
de haberte amado.
Al encontrarte mis estigmas empezaron a sangrar.
Mis pasos escriben chorreando
tu nombre en el camino.
¿Logrará el viento borrar
la sangre seca de mi historia?
¿Podrán estas palabras vacías devolverme
el icono de nuestro mutuo martirio o
será el silencio la cruz que merezco
y que asumo como mi única maleta en este viaje
entre la maldita culpa del sacrificio?
Y sin embargo estas siguen siendo palabras
que no son gritos
y no son canto
y que no te comunican
las espinas que siento,
clavadas en mis sienes,
clavadas en mis sueños,
hartos ya de la pesadilla de tu traición,
la misma traición pura de las palabras
que no sirven no sirven no sirven
porque no hay milagro
sino caricias guardadas demasiado tiempo en
una mano que se hizo puño,
no hay milagro
sino heridas entreabiertas en el costado que
ya no sangran bajo el suplicio de tu olvido,
no hay milagro
sino pies sucios del largo camino que llevo,
y que tendrás que limpiarme con tu pelo,
Magdalena.
Rimescolo il mare dentro di me
Quando sarò angelo
vivrò nel faro…
Piangerò guardando le luci delle navi
allontanarsi nella notte…
Sentirò nostalgia
di emozioni mai avute…
Griderò imprecazioni al vento
(perché gli angeli non hanno genitori)
e strapperò una ad una
le piume delle mie ali,
disperata e sanguinaria
per la cattiva sorte
che mi ha dato
meravigliose ali leggere
e un corpo
troppo pesante per volare…
Agito el mar dentro de mí
Cuando sea ángel
viviré en el faro…
Lloraré mirando las luces de los barcos
alejarse en la noche…
Sentiré nostalgia
de emociones nunca tenidas…
Gritaré imprecaciones al viento
(porque los ángeles no tienen padres)
y arrancaré una a una
las plumas de mis alas,
desesperada y sanguinaria
por la mala suerte
que me ha dado
maravillosas alas ligeras
y un cuerpo
demasiado pesado para volar…
Pelle
Se questa specie di pelle
che mi divide dal mondo
non fosse così sottile,
potrei anche sopportare
il peso della tua vicinanza,
il freddo dell’inverno e
il mio muto destino di poeta.
Piel
Si esta especie de piel
que me divide del mundo
no fuera tan sutil,
podría aun soportar
el peso de tu cercanía,
el frío del invierno y
mi mudo destino de poeta.
Il dolore che mi abita non è più carne
(Ciudad de Guatemala, 2004)
Maledetta sia la pioggia
e la morte e l’infanzia
maledetto sia il sudore
le cosce e i fianchi
maledetta sia la parola
e tutti i sensi che si trascina
maledetta sia la mia felicità
e la mia arte se mai dovessi averne
maledetti siano mia madre
e mio padre che non mi hanno mai voluto così
e maledetti siano quelli che leggono queste parole
e che la mia penna
resti muta,
che la mia penna resti muta
e non gridi più.
El dolor que me habita ya no es carne
(Ciudad de Guatemala, 2004)
Maldita sea la lluvia
y la muerte y la infancia
maldito sea el sudor
los muslos y las caderas
maldita sea la palabra
y todos los sentidos que arrastra
maldita sea mi felicidad
y mi arte si es que lo tengo
malditos sean mi madre
y mi padre que así no me quisieron
y malditos sean quienes leen estas palabras
y que mi bolígrafo
se quede mudo,
que mi bolígrafo se quede mudo
y ya no grite
Morte della mia prima dimora
Nacqui viva e furiosa
mordendo il latte avvelenato
di seni che non volli
mai
lasciare
Nacqui feroce e macchiata
scacciata
ferendo tempie con occhi di bimbo
che ancora non si sanno
chiudere
E Tu
mi hai mandato a nascere morta
e senza riparo.
Ed era febbraio,
era febbraio.
Muerte de mi primera morada
Nací viva y furiosa
mordiendo la leche envenenada
de pezones que no quise
nunca
soltar
Nací feroz y manchada
desalojada
hiriendo sienes con ojitos de bebé
que todavía no se saben
cerrar
Y Vos
me mandaste a nacer muerta
y sin cobijo.
Y era febrero,
era febrero.
*Silvia Favaretto (Italia, 1977) obtuvo varios premios literarios italianos (INVES Palermo, 1998 – VALLE SENIO, 1999 – Malattia della Vallata, 2003 -Ibiskos 2006) y poemas suyos han sido incluidos en diversas revistas y antologías. Ha participado en festivales de literatura como el Festival Internacional de Poesía en Medellín, la Feria del libro de Bogotá, el Festival de poesía de Xela (Guatemala), así como en el Encuentro permanente de poetas de El Salvador y el Festival internacional de poesía de Rosario, Argentina y el Festival internacional de poesía en Costa Rica o el Festival internacional de poesía de occidente en Santa Ana, El Salvador. Como traductora ha publicado sus versiones al italiano de poetas suramericanos y alemanes. Ha editado los poemarios bilingüe La carne del tiempo, La Tetra santità e il variopinto orrore, Parole d’acqua – Palabras de agua, y el hipertexto bilingüe El sacrificio de la mar, el cd de poemas Veneziaires Multiverso, además del cuento infantil La mariposa Rossella. En 2008 se publicó en México una antología de toda su obra, Entre la carne y las palabras. En 2011 editaron en San José, Costa Rica, un poemario suyo que se titula Jardín Ardiente. De 2012 es Sacrobosco y en 2014 se edita en El Salvador La noche de los cuerpos y en 2015 el libro de cuentos Quiero tanto a Julio. Ha traducido y publicado en Italia una collecciòn de poemas de Leyla Quintana Marxcelly: Questo amore più forte del tuo silenzio (Gilgamesh, 2015). Ha cursado un doctorado en Letras Hispanoamericanas en la Universidad Ca’ Foscari y en esa misma facultad ha ejercido la docencia como becaria posdoctoral. Ha realizado investigaciones sobre historia política de América Latina y ha incursionado en el periodismo con artículos y reseñas. Es editora de “Progetto 7Lune” y trabaja como traductora y profesora en Venecia.