La periodista de La Prensa Gráfica Karla Turcios había sido declarada como desaparecida desde el día sábado 14 de abril por sus familiares, pero fue encontrada muerta al día siguiente, en la carretera que de Santa Rosa Guachipilín conduce a Santa Ana, este hecho generó no solo pesar en el gremio periodístico, sino también muchas especulaciones.
De forma responsable, la misma jefatura de La Prensa Gráfica descartó que la desaparición y asesinato de la periodista tuviera relación con la labor que realizaba, y así lo sostuvo la Policía y Fiscalía General con las primeras pesquisas.
No hay lugar a dudas que la Policía y la Fiscalía le pusieron todo el empeño en el caso, en parte, porque había que desvirtuar que el asesinato tuviera el propósito de atentar contra la libertad de expresión en El Salvador, como irresponsablemente algunos colegas periodistas lo sugirieron.
Fue el mismo Presidente de la República Salvador Sánchez Cerén, quien al lamentar el suceso y solidarizarse con la familia de la periodista y el gremio general, no solo garantizó que en el país se respeta la libertad de prensa y expresión, sino también ordenó la inmediata investigación para capturar al culpable o culpables.
La noche del lunes, la Policía y el representante de la Fiscalía presentaron ante los medios de prensa al esposo de Karla, Mario Huezo, como el único sospechoso del asesinato.
La Policía se tardó casi dos semanas en la revisión de las cámaras de vigilancia en las que detectó la hora y los lugares por donde Huezo se movió en su vehículo el día del desaparecimiento y asesinato de Karla.
Además, lo ubicó, a través de las bitácoras de llamadas y otros instrumentos tecnológicos en los que demuestran que Huezo estuvo en el lugar de los hechos a la hora del crimen de Karla, o por lo menos, en la hora y lugar en la que se deshizo del cadáver.
Indudablemente, la culpabilidad de Huezo la tendrá que dar un juez, pero no hay dudas que con las evidencias policiales o fiscales esta parte de la Policía Nacional Civil puede decir caso cerrado.