Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
La política alimenticia del Estado salvadoreño está basada en la importación de alimentos, “en sí no debería ser un problema, porque es un complemento a la producción de granos básicos nacional” , dijo Adaberto Blanco, economista e integrante de la Mesa por la Soberanía Alimentaria.
“El problema es que es la única política del gobierno actual en el tema de agricultura. Con la importación de alimentos desprotege totalmente, a nivel nacional, a los productores, ni los incentiva y podemos sumar que hay menos productores y productoras sembrando, hay menos áreas cultivadas y esto es lo que dificulta sostener la producción nacional de alimentos”, sostuvo.
Estadísticas del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y del Banco Central de Reserva dan cuenta que entre enero y noviembre de 2024, El Salvador compró más de 671.6 millones de kilogramos de maíz que proceden de 6 países del continente a un costo 173. 1 millones de dólares.
El secretario de Comercio e Inversión, Miguel Kattán, afirmó que El Salvador aún importa un 80% de los alimentos que consume. Mientras organizaciones aglutinadas en CAMPO han reiterado que la demanda anual de frijol, maíz y sorgo en el país es de 25 millones de quintales anuales y sólo podrían cubrir a un 63% de esa demanda (ciclo 2024/2025).
Blanco consideró que El Salvador, por lo tanto, se vuelve “altamente vulnerable” a diversas situaciones como las variaciones de precios, los fenómenos meteorológicos, climáticos y fenómenos socio políticos como la situación que se vivió en Guatemala, con el cierre de las fronteras temporal en un proceso interno del país vecino.
“A esto tenemos que sumar las actuales decisiones de política exterior del nuevo gobierno de los Estados Unidos, que pueden volatilizar los precios internacionales, y eso va a afectar el consumo nacional de alimentos, al incrementar los costos”, alegó.
“Habrá población que no podrá afrontar de una manera adecuada esta situación, y tendrá que tomar medidas más difíciles como reducir los tiempos de comida, reducir las porciones, desmejorar la calidad de alimentos que consume, vender sus medios de vida, equipos, animales y finalmente la migración, que en el contexto actual es más complicado”, argumentó Blanco.
Las acciones inmediatas del presidente Donald Trump, son apremiantes, afirmó Blanco, al señalar que enviará a los migrantes a sus países de origen. El Salvador, cuenta con 1.4 millones de connacionales viviendo en suelo estadounidense.
Asimismo, la cancelación de programas emblemáticos como el TPS que son alrededor de 200 mil salvadoreños que se benefician actualmente y el DACA, que puede representar unos 25 mil jóvenes salvadoreños de vuelta a suelo salvadoreño, lo que puede aumentar la presión socioeconómica en el país.
“En este contexto es que estamos viviendo y nos damos cuenta de las primeras noticias de deportaciones masivas afectará directamente a El Salvador, y pues el Estado debe prepararse en el caso de que vengan grandes cantidades de salvadoreños y salvadoreñas deportados”, consideró.
“Y la agricultura podría ser vista como una área estratégica porque se pueden generar alimentos, y también mucha cantidad de mano de obra se pueda absorber porque una parte de estas personas retornadas son de origen rural”, expresó Blanco.
Alimentos versus cambio climático
Adalberto Blanco señaló que parte de los problemas que afectan al sector agrícola son los climáticos, la falta de apoyos estatales y la ausencia de políticas estatales específicas para la población agrícola.
“Cada vez se hace más difícil cultivar por diversas situaciones y lo que hace la población campesina es pues, sembrar menos, algunos sólo aseguran su consumo y evitan correr más riesgos de sembrar más áreas, ¿por qué? porque nadie responde por las pérdidas que por años han tenido en sus cultivos”, opinó.
“Recordemos que el año pasado tuvimos por un lado el Fenómeno de El Niño, comenzó con sequías y tuvimos fenómenos hidrometeorológicos fuertes, luego cerrando con la Tormenta Tropical Sara, que afectó a una buena cantidad de la producción de frijol y maíz a nivel nacional”, indicó Blanco.
Ante este panorama, reiteró el economista, la “única respuesta” que da el Estado salvadoreño para abastecer el mercado nacional es la importación de alimentos. Productos que son producciones subsidiadas en sus países de origen y, por tanto, los productores y productoras no podrían competir con los precios en el mercado.
“El gobierno ha dejado sin políticas públicas la producción y ha dejado de entregar semilla nacional a productores, eso ha generado dependencia de semilla importada, y pone en duda la semilla que se entrega.
Antes, el MAG entregaba las semillas, ahora, no son semillas producidas y validada por el CENTA, que era adecuada a nuestros territorios”, expresó.
“Estas semilla importada, que no sabemos en qué condiciones se produce, quién la produce, cómo se produce _y sumemos que toda la producción y las ganancias van para afuera_, se van divisas, y lo que producía el CENTA ahora lo hace una empresa privada que es una privatización encubierta de los servicios que daban el MAG y el CENTA”, puntualizó Blanco.