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Política y Paternidad Irresponsable

Renán Alcides Orellana

En medio de un invierno que avanza, tadalafil a ratos copioso y a ratos rayando en la pereza, there Junio ha vuelto registrando, como todos los años, dos fechas ya tradicionales: el Día del Padre (el 17) y el Día del Maestro (el 22), celebradas respectivamente en reconocimiento a padres de familia y maestros, a nivel nacional.

Siempre, en los ambientes familiar y social, ambas fechas son muestra de afecto y entusiasmo, por la fuerza de la tradición y, con mayor énfasis, por el aprecio y reconocimiento merecidos. Y la razón es obvia: la labor individual del padre y del maestro, cuando son auténticas y de cumplimiento exacto, no pueden merecer menos. Y más, desde luego, cuando en alguien se conjuga el binomio ideal padre-maestro, el merecimiento es en mayor grado; y más aún si, como ocurre hoy,  el ejercicio de ambas responsabilidades demanda mayor entrega y sacrificio.

En El Salvador esta “debilidad humana” (¿?) -de hombres y mujeres- de engendrar hijos para luego largarse, heredándoles únicamente el “sálvese quien pueda”, ha sido -es- una práctica tan frecuente, que hasta pareciera sin control. Según informes de la Procuraduría General de la República: “… los hombres continúan a la cabeza de la lista de denuncias por Paternidad Irresponsable, con 97 de cada 100 casos, cifra que aumenta un 10% cada año… y sólo 3 de las 100 denuncias que recibe la institución, corresponden a madres que abandonan a sus hijos…” (Diario Co Latino, junio 17/2015).

Por eso, no fue sorpresa la noticia reciente, sobre la exigencia a dos diputados -nombres fueron omitidos para evitarles más desprestigio a ellos y a la Asamblea Legislativa-  del pago de las cuotas alimenticias pendientes a sus hijos, como requisito previo a su juramentación. Y los dos dignos representantes del pueblo, con ejemplarizante actitud, solventaron la deuda para que sus hijos tuvieran “lo necesario” para seguir subsistiendo. Desde luego, nadie ignora que la cancelación de la “deuda” a sus hijos, no fue por su desbordante amor paternal, ni siquiera por “temor” a la autoridad respectiva. No. Cancelaron “a tiempo”, porque si no adiós diputación y, con ella, privilegios y prebendas… y esto último se colige, porque si con sus hijos son desatentos, ¿qué atención de su parte puede esperar el pueblo que los elige…?

En otros países los casos de paternidad/maternidad irresponsable son castigados hasta con cárcel, en casos serios que lo ameritan. Aquí, aunque las leyes lo estipulen, hay tolerancia, a los mejor para evitarle a la familia más pesadumbre, que ya la tiene de sobra con sólo contar con este infractor. Casos y cosas de por aquí, casi propiciando la impunidad…

Valioso, entonces, el aporte ejemplar de los buenos padres y maestros. Todo buen padre tiene mucho de buen maestro y viceversa. Y ambos deben sumar la característica de especial amigo. Este ejercicio de verdaderos padres/maestros evita, en gran medida, las muchas denuncias de paternidad irresponsable, tan frecuentes ahora, en perjuicio de los hijos que, a la postre, son seres abandonados y sufridos y, en el peor de los casos, jóvenes y adultos delincuentes. La sociedad misma, junto a los hogares en abandono por ausencia paterna o materna irresponsable es, inevitablemente, la peor víctima de este ilícito moral, tanto de hombres y mujeres que no sólo abandonan a sus hijos, sino que -y esto es lo más reprochable- les niegan lo más mínimo para el sustento diario. (RAO).

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