José Guillermo Mártir Hidalgo
El escrito titulado “Acerca de la base emocional… del poder político” sostiene que el poder político se basa en emociones1. Dice que hay cuatro formas que los políticos usan para que los subordinados obedezcan: activar una emoción, prometer una recompensa, apelar a la ideología, al honor y al deber y combinar el premio con el castigo. La ideología manipula falazmente porque aceptamos sin cuestionar una explicación “lógica”. Prejuzgamos la fuente, la aceptamos o rechazamos sin razonar. Si la fuente no es fiable, ignoramos lo que dice y si la fuente es fiable permitimos que piense por nosotros.
Las emociones mueven al mundo. Y hay dos tipos de emociones: aquellas que unen a las personas y aquellas que las separan. El poder político se ha basado en las emociones que separan. Ya que los problemas crean sufrimiento y hacen a las personas dirigirse a sus líderes. Los problemas son la fuente de poder de los líderes políticos y estos no resuelven los problemas, por el contrario los agravan con “soluciones” contraproducentes. Las soluciones contraproducentes no atacan la causa del problema, solo sus efectos y sus consecuencias. Los políticos no hacen nada por eliminar el problema, ya que lo necesitan para justificar su existencia. Los políticos hacen creer que ellos están trabajando muy duro para resolver el problema. Los políticos buscan los problemas, hacen un diagnóstico falso y aplican remedios equivocados. Por lo que aquellos que causan el problema y los que trabajan en la solución contraproducente, simulan ser opuestos pero son lo mismo, son “Opu-Mismos”.
Los líderes políticos escogen soluciones contraproducentes a propósito, pues perpetran el lema masónico orden desde el caos. Es decir, crean el caos para luego imponer el orden a su conveniencia. Utilizan la fórmula problema-reacción-solución. A cada crisis escogen una solución contraproducente, nunca escogen soluciones eficaces y de esa forma van hacía la próxima crisis. Vamos hacia la Patocracia que es el gobierno de las personas dementes o enfermas, como resultado de un proceso de ponerización o histerización de la sociedad. Cuando líderes políticos psicópatas llegan al poder, estos no satisfacen las necesidades de sus pueblos porque no sienten compasión ya que no son totalmente humanos. El político psicópata presenta un enfoque darwinista basado en la competencia salvaje. Los líderes políticos psicópatas proveen un sufrimiento enorme a grandes franjas de la población por dinero o por poder. Estos líderes políticos psicópatas sacrifican al pueblo y consiguen lo que desean a cambio de su ofrenda de sangre humana.
Lafayette Ronald Hubbard, escritor norteamericano de ciencia ficción y fundador de la Dianética y la Cienciología, nos presenta el texto soviético “Manual de Lavado de Cerebro”, como ejemplo de los límites a los que pueden llegar estos políticos psicópatas2. El manual comienza definiendo Psicopolítica como el arte y la ciencia de mantener el dominio sobre las ideas, lealtades y la conquista de naciones enemigas a través de la “curación mental”.
La tecnología de la psicopolítica va desde la eliminación de las tendencias que provocan su falta de cooperación hasta la eliminación del individuo mismo. El cambio de lealtad consiste en la erradicación de lealtades existentes, primero se logra con un adoctrinamiento firme e ininterrumpido sobre el individuo. Si la propaganda falla se recurre a la coacción emocional, a la descarga eléctrica y a la neurocirugía. El fin es alterar completamente la personalidad y crear un esclavo psicopolítico.
Ya que el hombre es fácilmente manejado por mecanismos de estímulo-respuesta. Solo es necesario instalar un estímulo en la anatomía mental del hombre para que responda a una fuente exterior. Por tanto, si un individuo es golpeado y se le dice durante la paliza que debe obedecer a ciertos funcionarios, en el futuro sentirá los principios del dolor en el momento en que empieza a desobedecer. Un estímulo suficientemente instalado permanecerá como mecanismo de policía dentro del individuo. Al no dejarlo dormir durante días y negarle suficiente comida, el individuo se encuentra en condiciones óptimas a la recepción de un estímulo. Y si en esas condiciones se le da una descarga eléctrica y se le dice que debe obedecer y hacer ciertas cosas no tiene elección excepto hacerlas. La implantación en la mente inconsciente se logra cuando se da un mandato en estado hipnótico y en esa condición se le dice que lo olvide, ejecutará ese mandato a una señal estímulo-respuesta en el ambiente, después que ha despertado de su trance hipnótico.
El manual dice que cada individuo que se rebela debe ser considerado una persona trastornada y debe tener el tratamiento de un psicopolítico con la apariencia de que es por su sanidad mental. El médico psiquiatra lituano, Algirdas Statkevicius, escribe el prólogo del libro de Vytautas Antanas Dambrava titulado, “El uso criminal de la psiquiatría en la Unión Soviética”3. En él declara que los disidentes eran considerados más peligrosos que los asesinos y los obligaban a permanecer en instituciones psiquiátricas por cinco, siete y doce años. El uso de grandes dosis de neurolépticos de acción fuerte se tornó la nueva tortura.
EL POLÍTICO EMPRESARIO Y EL EMPRESARIO POLÍTICO
El articulista y economista español Jorge Valín escribe en “Por qué los políticos son corruptos, ineficientes y mentirosos” que no hay mucha diferencia entre un político y un empresario4. El político empresario intenta obtener beneficios a cambio de reformas. Mientras que el empresario político intenta ganar beneficios, proteccionismo, contratos con el Gobierno e influencia política mediante lobbies. Para Valín un político no necesita el favor de la gente, solo el favor corporativista de otros políticos y lobbies para conseguir sus fines. El político puede saltarse la legalidad. Y si las acciones del político no tienen consecuencias, no es responsable de sus actos y tiene derechos ilimitados, se convierte en un tirano. El político de vocación busca “servir a la gente”. Aunque el verdadero incentivo para dedicarse a la política es el beneficio personal. El que se dedica a la política por vocación no puede triunfar, porque el corporativismo del sector y la búsqueda de intereses personales lo terminan expulsando.
En opinión de Manuel Bautista Pérez, redactor español e ingeniero aeronáutico, en “¿Es la democracia el mejor sistema político?”5, la base de la democracia es que cada persona tiene un voto y todos los votos valen lo mismo. Pero detrás de cada voto hay dispares niveles de instrucción y comprensión de la realidad política.
La cultura política de una sociedad depende de la claridad y sinceridad con la que hablan los políticos, la independencia con que nos informan los medios de comunicación y la intención de los ciudadanos por profundizar y discernir lo que políticos y medios nos cuentan. Los grupos empresariales presentan un afán por controlar a los medios de comunicación, porque por su medio manipulan la opinión de la gente y la alinean activamente al poder político. Bautista Pérez cree que las nuevas tecnologías e Internet pueden facilitar la aparición de nuevos periódicos, canales de televisión y foros de opinión para que el debate sea más independiente. El autor sugiere a los ciudadanos organizarse y activarse, para ampliar su comprensión de la realidad y generar visiones y políticas alternas e increpar a organizaciones políticas y económicas que detentan el poder.
Afirma que nos permitimos ser engañados cuando no razonamos por nosotros mismos. Razonar es escoger que creer es buscar la verdad. Solo cuando uno está escogiendo uno está razonando. Nosotros no razonamos cuando descartamos la nueva información. La nueva información no se acopla en nuestro cerebro, porque contradice algo que nosotros creemos. Debemos resolver la contradicción descartando la nueva o la vieja información. Debemos pensar, pensar más y pensar mejor. Debemos razonar, no debemos creer automáticamente todo lo que dice alguna autoridad. Siempre debemos de mantenernos en busca de la verdad.
EL CAPITALISMO CORPORATIVISTA Y LA PRIVATIZACIÓN DEL AGUA
El crony capitalism, llamado también capitalismo clientelista, amiguista o corporativista, se refiere a que el hombre de negocio percibe que el éxito de sus empresas gravita en la relación que se pueda dar con funcionarios públicos6. Este tipo de capitalismo conduce a la existencia de dos tipos de empresarios: “Empresarios Políticos”, quienes se involucran en alianzas con políticos y funcionarios públicos para obtener prebendas para el logro de sus negocios. Y los “Empresarios de Mercado”, quienes compiten en el mercado sin ayuda especial del Gobierno.
El agua es un bien natural estratégico escaso y contaminado, las principales fuentes de contaminación en el país es por el procesamiento de café, por el manejo inadecuado de los desechos industriales, por lo botaderos de basura, por los plaguicidas agrícolas y por un saneamiento inadecuado7. El capitalismo corporativista mediante el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, exigen el control corporativo de los recursos productivos a través de la privatización de empresas y activos del sector público. El Banco Interamericano de Desarrollo, por medio del “Programa de Modernización” procuró el establecimiento de un mercado interno del agua. Ya sea por concesiones o derechos sobre el agua se busca utilizar en forma privada los lechos de agua. Los intentos de privatización del agua han continuado como la Asociación para el Crecimiento, que pretende la virtual sustitución del Estado por la empresa privada. Por eso, las dos demandas a los políticos empresarios de la Asamblea Legislativa son, la sanción de la “Ley General de Agua” y consagrar en la Constitución el derecho a la misma. Esto para ordenar los usos del agua por parte de la gran empresa y evitar que el acceso a la misma quede limitado solo a quienes puedan pagarlo.