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Por esta vez, eres tú el contratante

POR ESTA VEZ, ERES TÚ EL CONTRATANTE 

Por Wilfredo Arriola 

Este próximo domingo 28 de febrero serán las elecciones a diputados y alcaldes en El Salvador. Una cita con la historia de nuestro país y en esta ocasión se determinará el rumbo que tomará el país, del cual todos somos partícipes.

No ha sido fácil soportar de una y de tantas formas la propaganda de cada uno de los partidos políticos, cada uno a su manera ha mostrado las cartas que tiene en la mesa y bajo la mesa. Se dice que siempre hay temas de los cuales es delicado conversar: de religión, de sexo y por su puesto de política. Suscitan a la polémica y expresar nuestras inclinaciones podría resultar en perder a uno o más amigos por no coincidir con sus elecciones. Es normal que cada uno defienda a los suyos como quiera y como pueda. Elegir es nuestra naturaleza humana, siempre lo haremos independientemente sea con argumento o sin argumento, porque nuestro vecino lo haga o no, porque mi pareja decida por este o por aquel, o por que simplemente me gusta su forma estética en la pancarta que lo sugiere. Lamentablemente es así, porque en estas circunstancias hay algo más determinante, si es la estética o no, si es lo que piensa mi amigo de toda la vida de él o de ella, si es de mi partido de elección o no. Va mucho más allá de lo superficial y de la ignorancia.

Informarse es el antídoto ante esta situación. Buscar las propuestas de cada uno, qué sugiere, cómo lo argumenta si es convincente o queda debiendo en mostrar sus ideas. Y no solamente es como lo muestra sino también el perfil académico que posea, si tendrá los recursos necesarios en cuanto a competencias de conocimiento y ejecución que posea. Todo va de la mano, todo es una suma a la hora de establecer quién es la mejor opción. En esta situación somos los encargados de decidir a quién empleamos. Hagamos un ejercicio de memoria. Cuantas veces, antes de una entrevista de trabajo estuvimos en vela, pensando qué ropa llevar, cómo dar la mano, qué apariencia ofrecer y cómo iba a responder a cada una de las interrogantes que me formularan, ¿diré más?; a pesar de los cursos atravesados pensamos en algún momento si eso bastaría para poder dar el ancho ante las necesidades que la empresa requería. Y a pesar de eso asistimos con el orgullo del estudio que hemos cursado, llámese bachillerato, licenciatura, técnico y otros. Por esa base hemos ido, y hemos aspirado a lo que se ha podido, incluso con ciertas dudas. Por consiguiente, hemos sufrido y quién ha entrevistado ha sido tajante en dictar un juicio sobre nuestro perfil, si fue bueno o malo, si es carente en algunas áreas o aplica para el desarrollo que pide la vacante. A veces nos dijeron la clásica frase: “no nos llame, nosotros nos pondremos en contacto con usted”. Y eso nunca sucedió.

¿Qué hicimos con el fracaso? Exacto: seguir intentando, seguir estudiando, esforzarnos por nuestros ideales y por sobrevivir en nuestro país El Salvador. Fueron contundentes en no llamarnos para seguir nuestro proceso, porque no hacía falta más. Esfuerzo, dedicación para desempeñar un puesto del que seamos competentes, que por ese momento no cumplíamos con esos requerimientos. Nos frustramos e hicimos el duelo a solas, entendiendo la situación, hasta que la aceptamos con la realidad de los hechos. Es un proceso, pero al final -como todo proceso- lleva pasos y la preparación es elemental y coherente.

Ahora bien, hoy somos nosotros los encargados de elegir. Hoy estamos en este lado del escritorio, mirando las hojas de vida, las competencias, la coherencia, el sentido común, viendo los resultados. Los que están: ¿qué han hecho por mí? ¿Valdrá la pena que continúen? ¿Realizaron lo que cumplieron? ¿Cuál es su discurso: de conciliación o de confrontación? ¿Comparte mis valores, mi ética? Usted, como contratante: ¿Le otorgaría la dirección de su vecindario a alguien que desconoce sus estudios? ¿Contrataría a alguien que avale nuevas leyes, nuevos impuestos que influyan en su economía? Es necesario saber en quién depositamos esa gestión.

No vale una imagen atractiva, no vale que en su mandato anterior haya durado tres años y de esos a última hora se han esmerado en querer compensar lo poco que ha hecho por usted. Valemos más que una regalía, valemos más que una canasta solidaria, valemos más que un corte de cabello gratis, valemos más. Y en todo caso lo “regalado” es a partir de nuestros impuestos. Hay que recordar cómo nos evaluaron, qué nos dijeron, cómo nos hicieron sentir cuando nos dieron un no por respuesta. Y cuando nos dieron un sí fue porque cumplimos las expectativas, hay una trayectoria al esfuerzo académico, hay peso, hay constancia de que sí podemos. Seguimos un desarrollo. Y ahora que somos nosotros los encargados de elegir, ¿seremos capaces de elegir con solvencia a aquellos que sí pueden? ¿Qué tienen las competencias necesarias? Esto en primera instancia, para los que aspiran por primera vez. Y los demás, ¿han demostrado poder? ¿Han rendido? A pesar de sus estudios, de su capacidad de ejecución y honestidad. No olvidemos esa dualidad de conocimiento y de integridad. Siempre van de la mano.

Hoy somos nosotros, tenemos esa capacidad de elección. Si en algún momento nos hemos sentido orgullosos, porque alguien en el extranjero con nuestro gentilicio triunfa, por un deporte, por un área en particular y se nos hincha el pecho en decir: él/ella es salvadoreño, también esta vez podemos mostrar nuestro amor a la patria, decidiendo que sea mejor, decidiendo un mejor camino. Para generar orgullo acá y afuera hace falta buenos directores de orquesta. Somos los encargados hoy de las audiciones. Seamos íntegros al decidir, para que los elegidos sean íntegros en manejar el futuro de nuestro amado El Salvador. Hagamos Historia y vamos a votar.

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