Carlos Burgos
Fundador
Televisión educativa
A petición de lectores de PROSALEGRE voy a retomar algunos aspectos relacionados con el desarrollo de la Televisión Educativa en nuestro país, look sin dejar de abordar otros temas del área cultural, viagra educativa y social.
A finales de la década de los años sesenta, llegó al país un grupo de expertos de la Universidad de Stanford con la misión de evaluar la Reforma Educativa y la TVE. Los investigadores eran John Mayo, Robert Hornick y Remile McAnany. Su estudio abarcaría un período de cuatro años, de 1969 a 1972. Mantenían su oficina fuera de la institución, pero llegaban a presentar reportes del avance de la investigación científica en el aula.
Al inicios de 1969, en la TVE ya se contaba con teleclases pregrabadas, materiales impresos y televisores instalados. Y en febrero, por fin, se entró en aire con la transmisión sistemática para atender a 1280 alumnos de 7º grado, en 32 centros escolares, que incluía teleclases, guías didácticas para los maestros y cuadernos de trabajo para los alumnos. Las teleclases se emitían desde el Estudio de la TVE instalado en Ciudad Normal, a través de un canal comercial que se alquilaba.
Se entrenó a maestros para desempeñar el rol de supervisores y asesores sobre la utilización de la televisión en el aula. Esto era fundamental para aprovechar al máximo el uso de este nuevo medio y de sus componentes, de lo contrario el esfuerzo y la inversión hubiesen sido inútiles. La supervisión era el canal idóneo para la retroalimentación que la institución necesitaba con el propósito de mejorar este servicio. Los maestros de aula nos hacían llegar sus observaciones.
Algunos maestros protestaban por todo pero se escuchaban sus argumentos para tomarlos en cuenta, excepto cuando los miembros del equipo integrado por el personal técnico y pedagógico, consideraban la no pertinencia de algunas observaciones. Los servicios se iban mejorando de acuerdo con las opiniones de los maestros de aula.
Para conocer de primera mano el funcionamiento del sistema de TVE en el aula, los maestros productores, además de los supervisores, llegábamos a las escuelas. Una experiencia extraordinaria que nos permitía un acercamiento personalizado entre maestros receptores y maestros emisores, en un acto de comunicación bidireccional, a veces con situaciones amenas.
Así visitábamos ciudades, pueblos y cantones, que en sus escuelas aprovechaban este recurso tecnológico. A veces algunos maestros se sentían un poco nerviosos cuando los técnicos de la TVE aparecíamos en sus escuelas, puesto que exigíamos el seguimiento estricto de las normas y modelo de utilización.
Un día, llegamos a una escuela en el momento que los alumnos reingresaban al aula después del recreo. Los niños entraron platicando en su algarabía natural. La maestra esperó el silencio pero ellos siguieron en su bullicio, se le veía algo nerviosa, hojeó la guía didáctica e inició la clase palmoteando, y les dijo en voz alta: silencio niños que los voy a motivar durante 10 minutos. Uno de los chicos habló: Señorita faltan 5 minutos para la teleclase. Correcto le respondió y se apresuró para motivarlos. Nosotros nos vimos entre sí y la actividad continuó de acuerdo con el formato enviado.
Los alumnos que estudiaban con TVE eran curiosos y hojeaban los documentos que la institución enviaba a los maestros de modo que se enteraban de la metodología sugerida y el tema del día. En cierta ocasión observamos que el maestro inició su clase así: «Las clases de alimentos son…». Uno de los niños le dijo: «Señor, motívenos antes del tema». Él se sorprendió.
En forma separada conversábamos con los alumnos y nos expresaban su contento con los tres tipos de maestros que les enseñaban con dedicación. Uno era el maestro de aula y los otros dos, de la TVE: el telemaestro y el maestro de las lecciones y ejercicios escritos.
Y de esta manera, entre anécdotas, situaciones amenas y arduo trabajo, promovíamos el buen uso de este poderoso recurso tecnológico por todos los rumbos del país.
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