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Por: Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Cuando nos encontramos frente a un evento sin precedentes, es lógico que cada persona, grupo de personas o instituciones tengamos conclusiones diferentes. Así pasa ahora, cuando se promueve como válida la reelección presidencial continua.
La situación propicia recordar una y otra vez, las declaraciones que el señor Bukele hacía, reiterando que no existía la reelección continua; incluso afirmó que alguien puede elegirse ochenta veces pero no continuas, aquellas declaraciones y la conducta de hoy es incoherente.
Historiadores, como Héctor Lindo, nos ilustran sobre antecedentes históricos de conductas similares, entre ellos la del dictador Maximiliano Hernández Martínez.
Una cadena de ilegalidades presenciamos, la ausencia de una elección de designados en forma correcta, la presentación como aspirante a la reelección de la pareja presidencial, hacer propaganda usando el cargo y los recursos del Estado, en fin…
Las opiniones son variadas frente a estos hechos:
Si la oposición participa, legitima las ilegalidades.
Es un hecho que se reelegirá, con votos reales o con fraude.
No vale la pena competir en condiciones desiguales.
No vale la pena votar para que la abstención refleje el rechazo a tanto abuso. Etc.
Abundan las conclusiones, pero el reloj sigue sumando minutos, horas y días, los descontentos de personas frente a las acciones de gobierno también se suman, sin que ellas resuelvan la ecuación de ese descontento y su derecho al sufragio.
Es preciso decirlo claro, la mejor forma de expresar ese descontento es el sufragio, escogiendo alternativas diferentes al oficialismo que asfixia con sus decisiones.
Un partido o candidato debe apelar al voto de castigo, algo muy reconocido en los procesos políticos.
Votar porque se le de presupuesto correcto a la Universidad Nacional y se le devuelvan sus espacios físicos, votar para desquitarse por haber sufrido desalojo en el centro histórico de la capital y de las ciudades gobernadas por alcaldes del oficialismo.
Votar para recordar que se les privó del escalafón docente y del escalafón de salud, votar porque se capturó a un amigo o a un familiar injustamente.
¿Por quién votarán los despedidos de las alcaldías, de la Asamblea Legislativa, de las entidades del gobierno, por quién votarán los jóvenes y las mujeres a los que se les eliminan espacios y les dejan solamente ser reclutados para el ejercito o llevados a la cárcel?
¿De qué manera si no es participando activamente, ejerciendo el derecho al sufragio, se puede demostrar que existen y en abundancia ciudadanos y ciudadanas que queremos un país diferente al que están imponiendo los gobernantes de turno?
Hay que participar, evitar que el abstencionismo se sume como apoyo implícito al gobierno que ha causado tanto daño a tantos sectores y a tantas personas, que ha negado conquistas y anulados derechos.
Electoralmente cuentan quienes se hacen presentes a la cita. El abstencionismo favorece al oficialismo, y quienes estemos en favor de un cambio debemos alentar el ejercicio del sufragio.
El fraude es actuar al margen de la ley para sacar ventaja, eso es un hecho que viene sucediendo, no solo en el terreno electoral desde que se instaló el actual gobierno.
Motivos de desacuerdo son tantos, razones para dudar o temer, son muchas, pero solo demostrando que existimos, tenemos opinión propia y diferente del oficialismo, que queremos un gobierno que respete la Constitución y evite hacer uso abusivo del poder, es como recuperaremos la democracia agonizante ahora.
Democracia es más que elegir con votos por mayorías, es gobernar conforme a principios y valores democráticos, entre ellos el respeto a las personas, a las leyes, a la vida. Es lo que hemos venido perdiendo.
Es tiempo todavía para que reflexionen aquellas personas que creen que de nada sirve luchar, cuando se está en oposición a un gobierno que usa la fuerza para aplastar y perseguir a críticos y opositores.
Sí sirve elevar la voz una y otra vez, hasta que la razón camine delante de la sinrazón, la verdad le gane a la mentira y la tolerancia al odio y la violencia.
Por eso y por muchas cosas más, por las buenas propuestas, por el partido que mejor nos representa, por la persona que se atreve, por todo eso es importante participar en las elecciones de febrero y marzo de 2024.
