Kerin Díaz
Escritor
La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
[Eduardo Galeano]
El epígrafe que acompaña a este escrito pertenece a uno de los grandes escritores latinoamericanos que comenzó a escribir desde la experiencia y desde el sufrimiento de una Latinoamérica sufrida y hundida en la miseria por los poderosos imperios del orbe.
Eduardo Galeano ha sido un referente para muchos lectores, y escritores también, que se sienten identificados con ese malestar social, con esa miseria humana que nos hunde en la putrefacción. Es por eso que nuestra pluma encaja perfectamente con su pensamiento. El ejercicio de escribir, de querer decir algo que nace desde lo profundo, desde la simiente del ser humano, es una forma de reivindicación de la palabra.
Es una forma liberadora de dar a conocer lo que siento, lo que pienso, lo que me emociona, lo que me entristece, lo que pasa a nuestro alrededor.
Hoy más que nunca es importante expresar nuestro acuerdo y desacuerdo con el rumbo que lleva la humanidad; para eso, no hay mejor manera que expresarlo a través de la palabra. Ahora se corre el riesgo de que nuestra palabra no valga para nada, o, sean palabras dichas solo por decirlas, sin significado alguno. “Sos una persona que no tiene palabra”, se escucha decir a tanta gente que se desilusiona con su amigo, su pariente, su pareja, su personaje político. Entonces, ¿qué es lo que da credibilidad a la palabra? Precisamente, es la coherencia entre el ser y tener, entre lo que hago y lo que digo y, para lo que nos compete, entre lo que hago y lo que escribo.
Escribir, es un ejercicio intelectual que nos ayuda a expresar de manera formal y estructurada lo que pensamos y sentimos, tanto de nosotros mismos como de lo que está pasando a nuestro alrededor.
Escribir es un compromiso social, político y cultural. No nos podemos dar el lujo de dormirnos en nuestros laureles, tenemos que escribir desde nuestra humanidad, desde lo que somos, desde lo que soñamos ser, desde nuestra trinchera; o como dice el poeta Mario Benedetti: “construir con palabras un puente indestructible”.
Obviamente que para escribir es fundamental saber decir algo, no solo escribir por escribir, así como decir “el arte por el arte”. Hay una substancia que nos motiva a escribir, a contar una historia, un relato, un poema, una canción, una novela forjada con palabras que llenan de emoción al lector. Cada quien sabrá cuál es ese leiv motiv que nos inspira a escribir, y escribir bien. Antes que nos aventuremos a escribir tenemos que aprender a leer bien, tenemos que ser ávidos lectores, debemos de ser unos lectores apasionados. Si somos escritores que no leemos, ¿qué vamos a contarles a los demás, qué de interesante escribiremos, qué compartiremos, cómo se los contaremos?
Así llegamos a la conclusión que escribir tiene que ser siempre un acto de humildad. Partir desde nuestro ser, desde lo mucho o poco que sabemos nos atrevemos a sacar de nuestra alma y mente la palabra, ese acto de amor (porque es necesario que se vea de esta manera) de dar a conocer a los demás nuestro escrito, de compartir nuestras ideas, pensamientos, sentimientos como algo único y sagrado. El escritor que se vea como una persona que lo sabe todo, o que se cree estar en un nivel superior, o peor aún que se crea mas que los demás o mejor que los demás desde ya está perdido, ha fracaso como escritor. Puede llegar a escribir bien pero le hace falta ese algo, esa magia, esa belleza que es ecuánime y traslúcida.
También es necesario ser un buen observador, aprender a mirar las cosas detenida y detalladamente. Así mismo, hay algo que puede ser sencillo pero que dice mucho de quien escribe: el ejercicio de la gramática y ortografía. Una coma en el momento indicado del escrito, una tilde, un uso exacto de una figura literaria le da elegancia y estilo a un escrito; pero, si carece de uno solo de ellos afea el texto y dice mucho de quien escribe.
Por último, es importante no darse por vencido, ¡nunca! Hay muchas historias de grandes escritores que sufrieron mucho para escribir algo, que tuvieron muchos tropiezos, pero que sin embargo lograron el éxito a base de constancia, tenacidad, coraje, entrega, disciplina y carácter.
Así que, si queremos escribir y contar algo, sea lo que sea, aceptemos el reto:
¡Escribamos bien!