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¿POR QUÉ LOS ESTUDIANTES NO APRENDEN INGLÉS EN LAS ESCUELAS PÚBLICAS?

 

Myrna de Escobar

(Escritora y docente)

 

Una pregunta con respuestas múltiples y responderla es fácil cuando se desconoce el contexto de la asignatura en el programa nacional. A la luz de mis 29 años de experiencia como docente en instituciones públicas y privadas, me permito acotar algunas consideraciones al respecto.

No me gusta el inglés, yo mastico el francés todas las mañanas, son las típicas palabras que escucha el docente la primera vez que llega al aula de séptimo grado. Desde ahí uno sabe que el camino será arduo, cualquiera se desanima al oír esas palabras, y a las pocas semanas uno detecta a los alumnos que están ahí para completar un número de los que si realmente tienen hambre de saber. Los identificamos porque llevan tarea, participan y preguntan en clase, toman parte de los juegos y ese porcentaje no supera ni el 2% de la clase. La tarea del maestro es titánica, luchar contra la aversión, hacer que todos se integren. Algo similar sucede con algunos niños de primer grado que se niegan a aprender a leer y escribir y de las niñas que abandonan la escuela sin completar tercer grado por creerlo innecesario, inútil.

¡Para qué leer y escribir si lo puedo oír! — argumentó un alumno en su momento— Luego cumplió 17 años y hoy se lamenta no haber aprendido a leer y escribir. No puede firmar un contrato de bailarín ni competir en el extranjero por que depende de su hermano para salir del país. Una historia triste, ciertamente. Otra alumna lleva tres años desertando del séptimo grado, por andar en sus ondas, como ella dice.

¡Para qué aprenderme las tablas si por eso está la calculadora!  dicen otros que han llegado a séptimo sin saber contar. Como él las historias se multiplican cuando la familia desatiende su responsabilidad de velar por el cumplimiento de tareas, la alimentación y el descanso adecuado de sus hijos. La desmotivación y las deficiencias alimenticias en el hogar impiden el normal desarrollo de nuestros estudiantes en las aulas. Para algunos adolescentes es más apremiante encontrar un trabajo o acompañarse con la compañerita que dedicarse al estudio. Viven expuestos a cosas de adultos y poco se puede hacer para cambiar su modo de pensar, cuando hizo falta la orientación oportuna de los padres.  La música caribeña, los jueguitos en línea y el celular, por otra parte, seducen la poca sensatez que queda. No oyen consejos de sus padres porque éstos están ausentes.

Hablando con un poeta el otro día, discutimos sobre la aversión de los jóvenes a aprender inglés. Según él, no lo aprenden por ser una enseñanza basada en la gramática, poco comunicativa e interactiva. Tiene mucha razón. Hace falta maestros comprometidos con su rol de educador. Un maestro es como el doctor, un eterno estudiante, de otra manera ¿qué va a enseñar si no se actualiza?

Quien no añade nada a sus conocimientos, los disminuye dice una frase del Talmud. Y vaya que va bien con la realidad de muchos docentes, no solo de inglés, que por la situación económica descontinúan los estudios, se emplean, por suerte, en dos o hasta tres trabajos, o no están dispuestos a abordar el tren de la tecnología y dar sus clases de forma dinámica y multimodal. A este punto cito unas palabras muy sabías que aprendí de mi coordinador de inglés en una prestigiosa academia: No enseñamos el idioma como lo aprendimos nosotros en la universidad. Nada de memorizar listas interminables de verbos si no los saben utilizar. Nosotros aprendemos leyendo textos, ellos buscan expresarse y no comulgan con el sistema tradicional de memorizar listas, escribir la misma palabra 20 veces. Por ejemplo.

Ahora desde mi experiencia, la metodología varía según la institución. Hay lugares donde el ruido está restringido y no se permite al alumno ponerse de pie, interactuar en grupos. Algo que tristemente pasa en algunos colegios. El aprendizaje se da en un ambiente colaborativo, y aprender una segunda lengua, no puede ser de otro modo sino a través de la socialización del pensamiento, de otra forma no lo adquieres. Inglés es una materia para comunicarse, una oportunidad para dramatizar, cantar, expresarse en diversas formas, dibujar, pintar, hacer trabajos manuales que luego deben exponerse verbalmente a la clase, no un acto ceremonioso ni tedioso. Yo espero dejar en la mente y el corazón de mis alumnos una enseñanza útil que les permita expresarse desde su realidad. Recuerdo, por ejemplo, cuando las más extrovertidas de la clase presumían su modelaje en una pasarela improvisada al tiempo que se describían a sí mismas como celebridades, o las veces en que mis adolescentes prepararon sus espectáculos para la televisión o cuando mis alumnos llevaron sus quehaceres al aula, explicaron su rutina de maquillaje o cómo preparar un biscocho, cómo vender sus productos, todo totalmente en inglés, como debe ser y desde el primer módulo,

En la escuela pública es diferente, al final el maestro se amolda al grupo, algunos faltan, otros desertan, andan inmiscuidos en otras cosas y van por la vida sin aspiraciones, sin un proyecto de vida. De ahí que cuando alguien escucha y se integra a la clase y todo lo que en ella sucede, uno se alegra. Al cabo de los años es gratificante encontrar alumnos que lo recuerdan a uno por esas clases alegres donde aprendieron a comunicarse. Una alumna de una prestigiosa clínica me sorprendió una vez cuando me la encontré en su trabajo. Teacher. — continuó— como me acordé de usted la primera vez que hice una reservación en un hotel. Me gustó la práctica de esas frases en el aula. Sus primeras palabras fueros esas, muy gratificantes. Otro alumno me abordó en el autobús con una carcajada repitiendo la clase aquella donde aprendieron a nombrar lo que se ellos necesitan para ser felices, una pregunta recurrente con la cual rompemos el hielo al introducir la conjugación de los verbos querer- gustar y necesitar en tiempo presente simple.

Finalmente puedo decir que como estratega de la enseñanza uno debe dar lo mejor de si, aunque no siempre se tenga a los mejores alumnos.

 

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Amaneceres de temblores y colores. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil. Sábado,16 noviembre 2024