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Monseñor Romero fue un hombre excepcional, pilule ya que vio y vivió las necesidades de un pueblo sediento de justicia y de amor, rx en el tiempo de dictadura militar, illness represión y olvido hacia la parte más pobre de la población, y fue este el motivo que lo impulsó a mover montañas mediante la fe y el arduo trabajo hacia el prójimo.
En la eucaristía dominical celebrada en la Cripta de Catedral Metropolitana, el sacerdote Salvador Soriano dijo que por su amor y entrega a los más necesitados, Monseñor Romero es Santo, pues siempre fue dócil al amor de Dios.
“Debemos vencer la indiferencia, porque para conquistar la paz debemos mirar y escuchar a Dios para ser sembradores de paz, y después ver al prójimo como nuestro hermano, sentir que sus problemas son nuestros problemas, y juntos buscar soluciones a las dificultades”, expresó el padre Soriano.
El religioso manifestó que se debe trabajar por la justicia social, tal y como lo hizo Monseñor Romero, ya que siempre estuvo unido a Dios, fue respetuoso y fiel al magisterio de la iglesia, de la obediencia al Papa.
“Por su amor, lealtad y fidelidad, él es Santo, por su trabajo en pro de los más necesitados, de los marginados, de los más pobres, pero lo hacía en su calidad de fiel a Dios, porque para ser compasivos y misericordiosos hay que estar llenos de Dios”, externó Soriano.
El beato Romero denunciaba todo acto de maldad y corrupción y se propuso ayudar a la población más pobre del país, exigiendo justicia, luchó por la inclusión social y el respeto de los derechos fundamentales de los más pobres, algo que a muchos les molestó hasta llegar a matarlo el 24 de marzo de 1980.
Monseñor Romero es considerado el pastor bueno, lleno del amor de Dios y cercano a sus hermanos que, viviendo el dinamismo de las bienaventuranzas, llegó hasta entregar su vida de manera violenta, mientras celebraba la Eucaristía, sellando con su propia sangre el Evangelio que anunciaba.
De una forma especial, ayer, al momento de la oración de fieles se pidió por los niños y jóvenes para que ya no sean utilizados por las fuerzas del mal y dejen ser instrumentos de violencia, así como para que nadie sea indiferente ante las necesidades del prójimo.