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POR UN AMPLIO FRENTE PARA RECUPERAR LA DEMOCRACIA

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

El diseño constitucional de un Estado republicano, democrático y representativo se ha perdido en la realidad; recuperar la democracia requerirá de grandes esfuerzos de ciudadanos que la valoren como mejor al autoritarismo.

Recuperar la democracia, en la que se respeten los derechos de las personas, se procure el bien común, se restablezcan las facultades de los órganos de gobierno, se respete el ejercicio de derechos a la organización, a la libertad de expresión, a la libertad de prensa, a la libertad de cátedra, requerirá de mucha conciencia, organización y visión de sociedad y país diferente al que por ahora mostramos.

Sólo pensar que hay una maquinaria para dar estatus de legalidad a decisiones arbitrarias, lesivas a la dignidad humana y a derechos inalienables, como las reformas a leyes penales que están siendo comentadas, es suficiente para que cualquier agrupamiento social y político sopese la responsabilidad social de actuar, para evitar seguir caminando en esa ruta violatoria de libertades y derechos ciudadanos.

Se ha comentado de reformas penales, que de ser aprobadas esas reformas la detención provisional de una persona podría durar diez años; los que conocen de derecho comparado afirman que, en ningún país del mundo, existe una norma de ese tipo, y que llevar a esos extremos cualquier diseño de legislación penal es violatoria de la Constitución, de tratados internacionales y convenios que protegen la dignidad humana.

Por otra parte, sobre el magisterio, se intenta arrinconarle en un papel de cuerpo parapolicial, encargado de mandar a estatus de delincuente a niños, adolescentes y jóvenes; no les están preparando para nuevas formas didácticas capaces de entender el comportamiento de sus estudiantes, incluso de aquellos que puedan observar una actitud proclive a la violencia, sino que se les quiere convertir en “orejas” de sus propios alumnos.

En una sociedad democrática esto no existiría, pero por eso la información y formación democrática es fundamental, y no es tarea exclusiva de las escuelas o universidades, es responsabilidad de organizaciones sociales, no gubernamentales, de instituciones públicas que hoy están capturadas para una cruzada antidemocrática; es tarea también de los partidos políticos, y estos deberían asumir, lo más pronto posible, esta que es una de sus responsabilidades.

El país tiene en su seno, a pesar de la persecución que padece desde la llegada del actual gobierno en 2019, suficientes organizaciones sociales, políticas, académicas, que si juntaran sus esfuerzos para un propósito sencillo de hacer saber a la gente sobre sus derechos y deberes, se avanzaría, pero mejor si esa unidad de esfuerzos se encamina lentamente pero sin parar, en una ruta de recuperación de la democracia en el país.

No importa por quien hayan votado las personas, o si son del casi 70% que en la ultima elección dejó de asistir a las urnas, quizá  creyendo que no vale la pena porque el régimen lo tiene todo bajo su control.

A nadie se exime del deber de luchar por una sociedad mejor, por un país mejor y esas tres palabras: “republicano, democrático y representativo”, indican mucho, y es lo que en la práctica se niega ahora con la actuación de funcionarios que ocupan los espacios y ejercen abusivamente funciones públicas.

En época del presidente Calderón Sol hubo una expresión que lastimó a muchos, cuando dijo que quería que El Salvador fuera una inmensa Zona Franca, pero ahora, sin decirlo, parece que los gobernantes, esas minorías que se benefician del régimen autoritario, quisieran convertir al país en una inmensa cárcel, en una inmensa zona de tortura y, como dicen algunos, sustituyen el “ver, oír y callar de las maras, por el ver oír y callar del régimen”.

Nadie, por sí solo, podrá encarar con éxito la tarea de recuperar la democracia, pero unidas todas las fuerzas sociales y políticas sí pueden lograrlo; es hora de pensar en cómo emprender ese camino, con la certeza de que caminar juntos por un objetivo, a nadie le niega su propia naturaleza, su propio ser, sus propias ideas, solo sacrificar la pretensión de ser el único esclarecido, el que de verdad puede, ideas que limitan dar paso a la unidad tan necesaria en este tiempo.

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