La Habana/Prensa Latina
“Pepe”, mi vecino y todo un trotamundos, con un vaso en la mano y sus interminables monólogos lo llama el néctar del Caribe, pero César, menos refinado y de voz gruesa, es más explícito cuando lo denomina el líquido perfecto para ahogar las penas y reanimar el alma.
Nunca imaginé que les consultaría y mucho menos que sus descargas tendrían un propósito más allá de acompañar cada sorbo. Bebe un trago… imprégnate de sol, azúcar y sudor, me dijo Pepe extendiendo la botella para servirme a voluntad.
Sigue la ruta de la caña de azúcar, así tendrás el clímax de tu guion, y ojalá los ratos compartidos sirvan de algo y no solo para ejercitar el codo, espetó, agudo como siempre. Y es que José Antonio y César, si bien saben de varias cosas, son considerados eminencias en el barrio en cuestiones etílicas.
El comienzo
Es archiconocido que el ron -en cualquier variante- es una bebida alcohólica que se obtiene del jugo de dicha especie herbácea o uno de sus subproductos como la melaza, pero en cuanto a su origen no hay consenso.
Algunos estudios plantean que donde primero se produjo este destilado fue en la colonia británica de Barbados, mientras algunos expertos apuntan a otras de España (en la actualidad República Dominicana y Haití, además de Cuba), e incluso Brasil y la India aparecen entre los candidatos.
No obstante, sea cual sea su origen, el Caribe resulta la primera región que nos viene a la mente cuando el ron es tema en cualquier diálogo, siendo su materia prima -precisamente- la caña de azúcar, la cual encontró en esta parte del mundo su hábitat natural, gracias a un clima favorable para la producción.
Obtenida de la destilación de sus jugos, esta bebida tiene su antecedente en un licor similar que se elaboraba en Granada (España) cuando era dominada en el siglo XI por los árabes, quienes, a su vez, habían traído esta planta de la India, para posteriormente ser llevada a las Antillas en los viajes de Cristóbal Colón.
Fue entonces que pasados los años -diría muchísimos- comenzó la producción de ron a gran escala, abriendo paso a su consumo masivo con fines festivos, para ser elaborado en la actualidad en más de una treintena de países con su sello particular, ya sean blancos, dorados o añejos, lo que dificulta el consenso sobre determinados aspectos.
Sin embargo, a pesar de los diferentes territorios que reivindican variedades propias, nadie duda en considerar al Caribe como el hogar espiritual de esta bebida, fruto de la búsqueda de la perfección en el arte de la destilación, el envejecimiento y la mezcla, técnicas depuradas a lo largo de varios siglos.
En tal sentido, las naciones más relevantes, en cuanto a su elaboración, son las caribeñas, aunque también existen otros países productores con raíces latinas, británicas o francesas, al tiempo que son sus mayores consumidores, aunque también hay presencia relevante en lugares como Estados Unidos y Europa.
Ahora bien, según algunos historiadores, la primera mención oficial de la palabra “rum” proviene de una orden emitida por el gobernador general de Jamaica el 8 de julio de 1661; por otro lado, otros refieren un primer registro en documentos provenientes de Barbados (1650), donde se le conoce por Killdevil o Rumbullion, hasta que en 1667 se le llamó solamente Rum, dando origen a la palabra españolizada ron y la francesa rhum.
Infinitas posibilidades
De múltiples sabores, variaciones e infinitas posibilidades, este espirituoso es un reflejo vivo de la diversidad de países y pueblos que los producen, con un marcado carácter propio.
Si bien resulta difícil encontrar datos exactos sobre el mercado del ron, estimaciones entre 2006 y 2011 sostienen que este estuvo dominado por Alemania, España, Cuba y República Dominicana, sobre la base de varios acápites como producción, distribución, ventas y consumo.
En tanto, si nos guiamos por el World Rum Awards-2020, entre los cinco mejores rones del mundo, Francia lideró el más reciente ranking en dos categorías.
Así encontramos que el Reserve Spéciale VSOP de Depaz, de la casa Bardinet (Francia) y con un 45 por ciento en volumen de alcohol, fue considerado el mejor ron agrícola del mundo, definido por los jueces como un súper premium con aromas tropicales de envejecimiento.
El Ti Arrangé de Ced’ Graal, también de Francia, clasificó como el mejor ron con sabor del mundo, de 45.4 % de alcohol y hecho por la casa Sarl Les Rhums De Ced. Para los expertos este espirituoso es “más cálido de lo esperado”, con aromas a jugo de fresa endulzado y estaño, mientras en el paladar se perciben frutas rojas fuertemente dulces, fresas y frambuesas.
En la categoría de mejor especiado, Ron Capricornio -proveniente de Australia y elaborado por la destilería Saleyards- se llevó el galardón. Descrito por los jueces como muy interesante, complejo, con calidad y equilibrio, esta bebida es acreedora de un 39 % de volumen de alcohol, aroma de frutas y especias exóticas.
Por su parte, el Pussers Rum, versión del 50 aniversario, de Guyana y un volumen de alcohol de 54,5 por ciento, se alzó como el mejor ron con bote y columna. Se trata de un semiañejo de cinco años en barril que da olores a humo con frutos secos y en la boca, en opinión de los jueces, “buen equilibrio de pasas y nuez moscada. Acabado equilibrado en seco. Potente y leñoso en el buen sentido”.
El mejor destilado recayó en el Mount Gay de la colección Master Blender: Pot Still Rum de las casas Remy, Cointreau y Mount Gay en Barbados. Es un producto que tiene de seis a diez años y “en nariz comienza con un tostado inmediato de nueces y castañas, un toque de jugo de tarta de frutas, piña madura tostada, vainilla y humo de leña”, de acuerdo con la explicación de los expertos.
Como se puede apreciar la diversidad es una de las mayores características del ron, pues cada destilería es diferente y, en cada una de ellas, el proceso de producción es único, cuyo resultado final se distingue por su sabor, aroma y calidad.
En estas tres últimas distinciones también destacan los rones cubanos como el Havana Club, quizás la marca más conocida procedente de la isla, aunque no la única, pues también sobresalen a nivel mundial el Santiago de Cuba 25 años, Caribbean Club Reserva 7 años, Mulata Añejo Blanco, Cubay Añejo, Caney, Santísima Trinidad 15 Años y el exclusivísimo Edmundo Dantes, tanto en la versión 15 y 25 años, entre otros.
Creatividad
Sin dudas este producto ofrece una amplia gama de opciones, mientras la popularidad de los cócteles coloca a esta bebida en la cima al convertirse en referencia para los barman del mundo, ya sea mediante el uso de blancos, premiun o añejos en la elaboración, factor importante de innovación y búsqueda continua de nuevas experiencias para los consumidores.
De ahí que su popularidad no sea una sorpresa y se pueda afirmar que de todas las bebidas alcohólicas, el ron está entre las más prolíficas, al tiempo que desafía cualquier intento de generalización.
Se trata de un mundo lleno de matices y sabores que también emergen de una amplia mixología para deleite del paladar, ya sean aperitivos o combinaciones más coloridas y sofisticadas.
Cocteles como el Mary pickford, el presidente, Daiquirí, Mojito, Saoco o Cuba Libre, entro otros muchos, devienen en mezclas refrescantes con identidad propia y para los gustos más exigentes.
“Todo sea por un trago de ron”, suelen aducir Pepe y César cuando avanzadas las tertulias entonan un bolero. Si algo puedo concluir de sus “descargas” -como denominan a las habituales citas de fin de semana- es que, si no se exagera, un brindis es una fiesta para el cuerpo y el espíritu. ¡Salud!
(*) Este trabajo contó con la colaboración de Adriana Robreño, Amelia Roque y la editora web Wendy Ugarte.