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Río de Janeiro/dpa
La jornada inaugural del torneo masculino de fútbol de los Juegos Olímpicos dejó algunos resultados inesperados, como el empate 0-0 de Brasil con Sudáfrica, el emotivo 5-4 de Nigeria sobre Japón y el impiadoso 8-0 que le infligió Corea del Sur a Islas Fiyi. Pero también una enseñanza: que no todas las improvisaciones tienen el mismo resultado.
Portugal y Argentina compartieron problemas parecidos para confeccionar sus planteles, que en los Juegos deben ser formados por jugadores sub 23 con el posible refuerzo de tres mayores.
La negativa de los clubes -europeos y locales- para ceder a sus futbolistas para la cita olímpica (la FIFA no los obliga a hacerlo) complicó mucho la vida de los dos entrenadores, Rui Jorge y Julio Olarticoechea, respectivamente.
«Esto es una convocatoria surrealista», sentenció el técnico luso el día que presentó la lista de hombres que viajarían a la capital carioca. En tanto que su colega, nombrado a última hora tras la renuncia de su antecesor Gerardo Martino, tuvo que hacer auténticos malabares para rellenar las 18 plazas que admite el reglamento y ocupar todas las posiciones en la cancha.
Los dos tuvieron que improvisar, pero el resultado fue muy diferente. No solo por el marcador final (victoria portuguesa por 2-0) sino, fundamentalmente, por el juego desplegado. «Portugal tiene un estilo muy definido en todas sus categorías, por eso pareció que sus jugadores se conocían de memoria», dijo el popular Vasco Olarticoechea una vez terminado el encuentro. Tiene razón, pero solo en parte.
El equipo que presentaron los lusos se presumía basado en la selección sub-21 que en 2015 perdió por penales ante Serbia el título europeo de la categoría, pero a la hora de la verdad solo viajaron a Río de Janeiro siete de aquellos 23 jugadores.
Por ejemplo, Raphael Guerreiro y William Carvalho no lo hicieron porque formaron parte de la selección ganadora de la Eurocopa hace menos de un mes en Francia; en tanto que posibles relevos como Bruma, Lucas Joao o Rubén Ferreira tampoco fueron autorizados por sus clubes. «Pero ahora todos los problemas quedaron atrás y quedó demostrado que somos un grupo fuerte», subrayó Rui Jorge, satisfecho con el partido realizado por los suyos.
«En Europa se trabaja diferente, con otra formación», explicó el técnico argentino para analizar la diferencia de rendimiento entre unos y otros. Pero también abundó en la parte técnica: «Ellos tienen intensidad y movilidad, pero además dan muy bien los pases, fuerte y siempre bien orientados», señaló en la rueda de prensa postpartido.
«Mientras todos los demás han procurado crecer en diferentes aspectos del juego, en Argentina existe una involución futbolística», opina Diego Latorre, ex futbolista y actual comentarista en los medios de su país. «Se sigue pensando en términos tácticos muy rígidos y adaptando jugadores a los esquemas, aunque esto vaya en contra de sus posibilidades».
En el partido del debut, Olarticoechea introdujo varios cambios con ese propósito. Así, José Luis Gómez, habitual lateral derecho, jugó como volante adelantado por la misma ala; Ángel Correa, delantero nato, retrasó su posición a la media punta; y Cristian Espinoza, extremo derecho, se movió como volante por izquierda.
El próximo encuentro de la albiceleste, el domingo ante Argelia, sin dudas traerá modificaciones. El técnico ya insinuó que Cristian Pavón, el veloz extremo de Boca Juniors, será titular. Y cabe esperar lo mismo de Giovanni Lo Celso, flamante fichaje del París Saint Germain. «Entró bien en el partido y nos dio más juego», aceptó Olarticoechea.
Argentina necesita ganar a los norafricanos para mantener chances de clasificación a cuartos de final. Portugal, por su parte, espera con más tranquilidad su partido ante Honduras, la calma que suele dar un trabajo a largo plazo, más allá de que las circunstancias a veces también obliguen a improvisar.
