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Pragmatismo

Luis Arnoldo Colato Hernández

Durante el fin de semana anterior al lunes 6, el grupo de Lima, procuro comunicarse con el secretario de estado norteamericano para “…compartir información…”; es decir, escuchar los dictados de Washington de cara al golpe fracasado contra del legítimo gobierno de Venezuela.

Ya el lunes el grupo en cuestión realiza un llamado a la oposición, representada en el peón fracasado promotor del golpismo, que junto a su recién liberado “huésped de la embajada española” en Caracas, y sin abandonar su discurso gastado e inviable del golpe, siguen delirando con el acompañamiento de los militares para así asegurarlo; como al gobierno legítimo venezolano, a adoptar el dialogo entre ambos, “…para beneficio del pueblo venezolano…”.

Llama la atención que en su discurso, el grupo de Lima no reconoce los hechos de la semana anterior, como un intento de golpe de estado, procurando ubicarlo como un mero ejercicio en el que un centenar de personas liberaron al señor López, quién como sabemos luego de abandonar su hogar y en medio de vítores de esas pocas personas, se dirigió a Altamira para desde ahí dirigir el golpe, abandonándolo luego –y a sus libertadores– cuando era claro que el anunciado alzamiento no sucedió, tampoco les acompañara la población.

Se sumó el repudio que la propia derecha venezolana hiciera a aquella intentona, como el rechazo de la virtual totalidad de naciones del orbe, restando 12 del grupo de Lima, que aplaudieron tales hechos, para luego retractarse vergonzosamente y de cara a la descarnada realidad, que ahora les agobia: el pueblo venezolano rechaza el golpismo o cualquier intento entreguista de los sectores extremistas.

Este cambio de postura del grupo de Lima, pasa por el reconocimiento de legitimidad del gobierno venezolano –al que en el tal llamado y de modo respetuoso define como “gobierno”- y luego de mucho tiempo, mientras que lamentablemente sigue definiendo como “oposición” al grupo golpista, siendo estos llanamente sediciosos extremistas, que en nada difieren de grupúsculos como Daesh, por su fanatismo rabioso frente a la institucionalidad, desconociendo a la Oposición propiamente dicha, conformada por un amplio abanico de actores de derecha, que si bien rechazan la orientación del gobierno caraqueño, no desconocen la institucionalidad que representa.

Y es aquí el Quiz del tema, pues la cuestión es la institucionalidad, es decir, la legitimidad de este o de aquel en la problemática, pues la referida oposición cuestiona la pérdida de sus privilegios, pero no la institucionalidad existente, que respeta y observa, pues la legitima a sí misma, mientras que los extremistas, en su ceguera abyecta y obtusa, van por todo lo opuesto a sus intereses, inclusive aquello que históricamente lo erigió, poniendo en peligro la legitimidad del todo porque es el todo, pero además las miles de vidas que su apuesta perderá en su reducido beneficio, y en beneficio de las trasnacionales extranjeras.

Son, el extremismo venezolano y sus padrinos extranjeros, dos caras de la misma moneda: el atraso y estancamiento; mientras que el camino elegido por las partes dialogantes, el futuro.

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