Tomado de Carta Económica
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El control por el monopolio energético es un enclave importante en la capacidad de imponer condiciones en la economía global. Así, seek el petróleo ha sido un commodittie utilizado constantemente por los Estados para ampliar su dominio económico, decease político y social. A manera de ejemplo puede referirse la invasión estadounidense a los territorios de Medio Oriente, bajo la cortina del terrorismo, que le ha permitido controlar tierras ricas en petróleo. También la guerra económica impuesta por los Estados Unidos de Norteamérica a Irán para obligarlo a abandonar su proyecto de desarrollo de capacidades atómicas propias; por otra parte, la organización autodenominada Estado Islámico ha utilizado como estrategia para financiar su actuación la toma de explotaciones petroleras. Esto último deja también en evidencia la lógica de acumulación capitalista. Muchos han sido los líderes de occidente que han dado declaraciones y anunciado acciones condenando la actuación de Estado Islámico, sin embargo, su funcionamiento depende de los negocios que hacen con las grandes corporaciones petroleras de estos mismos países.
A medida que las explotaciones petroleras se fueron expandiendo a lugares más remotos, el costo de extracción comenzó a subir. No obstante, nuevos mecanismos de extracción han logrado redibujar el mapa del control del mercado petrolero, para 2001 la importación de petróleo de Estados Unidos equivalía al 55.46% de su demanda. Para 2014, con el incremento del fracking (obtención de gas o petróleo a través de la inyección de agua en el subsuelo) como mecanismo de extracción de petróleo, Estados Unidos alcanza prácticamente soberanía energética (cuadro 1).
Según estimaciones del Banco Barclays, precios entre 90-95 dólares por barril obligan a detener algunos proyectos de exploración de esta nueva fuente de petróleo en los Estados Unidos de Norteamérica. Sin embargo, muchos de los proyectos que ya están operando pueden sobrevivir con precios de petróleo incluso de 20 a 40 dólares por barril. Esto, en la medida que las nuevas inversiones se han desarrollado a través del fracking con mayores costes iniciales, que esperan recuperar en el largo plazo, teniendo claro que para Estados Unidos el desarrollo energético es un tema no sólo económico de rentabilidad, sino que de geopolítica y dominio del imperio americano de la economía mundial, en sus estrategias de guerras económicas a los que considera sus enemigos, como ahora está sucediendo con Venezuela o para mantener sometidos a los que actualmente son parte de sus estrategias geopolíticas en el mundo de la economía del petróleo.
Este panorama plantea un escenario en el que el precio del petróleo es utilizado con fines estratégicos imperialistas. Por un lado, bajos precios pueden afectar bloques de países que construyen alternativas a la arquitectura financiera internacional. Por otro lado, Estados Unidos puede ver afectada su cuota exportadora con el paro de proyectos de extracción no convencionales.
Es así que, a pesar de las posibles pérdidas económicas temporales de Estados Unidos en el mercado de petróleo, producto en parte de bajos precios mantenidos por la negativa de Arabia Saudita a recortar la producción del “oro negro”, aún le resultan relativamente beneficiosos a ambas economías. Arabia Saudita tiene capacidad de resistir varios años con el petróleo a precios bajos, mientras Estados Unidos, al no depender de los ingresos generados por el petróleo y alcanzar cierta independencia energética gracias al fracking tiene también esa capacidad.
Es más el mantenimiento de estos precios bajos, que sin duda expresan ciertas contradicciones secundarias entre los Estados Unidos de Norteamérica y los países Árabes en el marco económico, también expresan, según ciertos analistas, los acuerdos geopolíticos relacionados con los intereses del imperialismo americano a nivel global y en la región de los países árabes; así como de los intereses geopolíticos de Arabia Saudita y otros aliados árabes en sus estrategia de dominio en la península arábica y en el manteniendo de los esquemas de dominio de las realezas arcaicas del medio oriente, así como de las batallas por sus fundamentalismo religiosos.
A Estados Unidos le interesa que el petróleo siga estando barato, para que su industria sea competitiva, en tanto al país no le interesa la nacionalidad del crudo, sino que siga a bajo costo, aún en detrimento temporal de su producción nacional. Esto, en términos que extraer gas y petróleo a través del fracking, el cual se va volviendo cada vez más barato por simples economías de escala, de modo que a EE.UU. no le preocupa el largo plazo de su industria.
En el marco de la crisis de sobre acumulación del capitalismo, la economía del petróleo de precios bajos, le está permitiendo a las economías norteamericanas y europeas, darle un impulso a sus economías en la búsqueda de relanzar el proceso de acumulación capitalista y refuncionalización de las mismas. Esta visión trae ciertas contradicciones secundarias entre las dos economías mencionadas, producto de que en Europa se está generando una contradicción fuerte, debido a que para Alemania e Italia, el mercado de la economía de Rusia es importante para sus exportaciones por lo que una caída sostenida de ésta traería como contrapartida una caída mayor en estos países europeos y les imposibilitaría más salir de la recesión en que se encuentran, así el saldo lo ven más negativo que positivo. Por otra parte, la dependencia de Europa del Gas de Rusia es muy significativa, sólo Alemania importa de ese país más del 30% de su consumo de gas. Así los europeos empiezan a ver que los únicos beneficiados en esta guerra económica del petróleo de parte del imperialismo norteamericano, sería la economía norteamericana y las ambiciones políticas de los arcaicos reyes árabes.
Por otro lado, las economías más afectadas por los precios bajos del petróleo, dado que dependen en gran medida de la producción de crudo, son países con perspectiva de apoyar la concreción de una alternativa en el orden económico actual dominado por la economía del dólar norteamericano, estamos hablando de Irán, Rusia, Venezuela, Ecuador, etc. Según el banco ruso Alfa, la mitad de los ingresos fiscales de esa economía procede de su petróleo, de modo que con una caída de 10 dólares en el precio del barril, el país pierde 10 mil millones de dólares de su PIB. Irán obtiene el 80% de sus ingresos de divisas de la exportación de gas y petróleo, que representa alrededor del 30% del PIB del país.
Estas condiciones del precio del petróleo han tenido un efecto alentador en la economía salvadoreña. La caída de los precios del hidrocarburo inició, levemente, en 2014. La baja del precio en los últimos meses del año redujo el costo promedio de compra de barril de petróleo a 93.48 dólares, frente a los 110.96 dólares del año anterior. Esto implicó un ahorro de alrededor de 797.9 millones de dólares en la factura petrolera de El Salvador.
Para los próximos años, si se mantienen bajos los precios del petróleo, se daría un significativo aumento en el ahorro de divisas para la economía nacional, disminuyéndose el abultado déficit en la balanza comercial y cuenta corriente. Para el año 2015, según la evolución histórica del consumo de petróleo, se estima un consumo de 46.2 miles de barriles de petróleo diarios y, según las proyecciones del FMI, el precio mundial por barril andaría por los 58.14 dólares. Es decir que la factura petrolera de 2015 se esperaría cierre con un costo de 2,686.06 millones de dólares; si el precio siguiera con los precios de 2013, la factura por el contrario alcanzaría los 5,126.3 millones de dólares. Es decir que la economía salvadoreña tiene la perspectiva de ahorrarse 2,440.2 millones de dólares en concepto de factura petrolera en el año 2015, en relación al costo de la factura petrolera del año 2013.
La perspectiva de la factura petrolera del país para los próximos cinco años, a pesar que el barril de petróleo pueda superar los 70 dólares, como se está especulando en las reuniones de países petroleros y recoge el FMI, el costo de la factura petrolera, con una tendencia de consumo estimada a partir de los patrones históricos, alcanzaría los 16,030.2 millones de dólares. Si los precios del petróleo recuperaran su tendencia por encima de los 100 dólares por barril, la factura podría alcanzar cerca de 26,250.9 millones de dólares. O sea si la tendencia de los 70 dólares se confirma, la economía salvadoreña estaría esperando un ahorro en la salida de divisas, en concepto de pago por la factura petrolera, de 10,220.7 millones de dólares, esto en relación al impacto que tendrían precios de 100 dólares el barril.
Fuente: Elaboración propia en base a datos de UN-COMTRADE, US Energy Information Agency y FMI.
Este ahorro en la factura petrolera resulta un aliciente temporal al crónico déficit en el balance de cuenta corriente y salida exacerbada de capitales, que ha provocado una mayor dependencia al ahorro externo y, por tanto, una dinámica de endeudamiento insostenible. El reflejo de esta tendencia es una baja inversión y lento crecimiento económico. Además, es necesario tomar en cuenta que, al ser una economía dolarizada, existe una mayor dependencia al ahorro externo sin una fuente de generación de divisas, por lo cual debe de recurrirse al endeudamiento externo para financiar el funcionamiento de la economía.
Estas condiciones han generado una situación macroeconómica de grandes desbalances, que se han incrementado de manera muy agresiva en el período de la dolarización y TLC. Así, podemos ver cómo el déficit fiscal pasa de 399 millones de dólares en el año 2000 a casi los mil millones en el año 2013; el déficit en la Balanza Comercial pasó de 2007 millones en el año 2000, a casi 5300 millones en el año 2013, el déficit en Ahorro e Inversión pasó de un saldo positivo anual en los años 2000 y 2001, a un saldo negativo anual de más de 1100 millones de dólares.
Solamente estos tres balances han venido generando una presión por obtener ahorro externo que en el año 2000 era de casi 2,400 millones de dólares, a casi 7,400 millones en el año 2013, lo que significó una presión del 30.5% del PIB y para 2014, representó 6,229 millones de dólares, un 24.8% del PIB, esto producto de la disminución de los precios del petróleo.
No podremos salir de la crisis económica que nos ha heredado el neoliberalismo, si no revertimos estos desequilibrios macroeconómicos, aunque el petróleo nos disminuye esta presión como ya lo analizamos. Sin duda el aliciente que da la factura petrolera debería aprovecharse para reactivar la inversión, esto requeriría tomar medidas de políticas económicas que le permitan al Gobierno capturar parte del ahorro externo que se economizará la economía, pues de no hacerse dicho ahorro se irá mayoritariamente en una ampliación del consumo de los hogares, con una alta tendencia a gastar en importaciones y otra parte se irá a utilidades de las empresas que participan en la cadena de distribución del petróleo, lo cual podría tal vez incrementar la inversión o aumentar la fuga de divisas con la repatriación de utilidades de las empresas transnacionales dominantes en la cadena petrolera.
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