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Prefabricando a toda prisa un dictador en Venezuela

Carlos Girón S.

Los apátridas, enemigos pagados y gratuitos –internos y de afuera– del pueblo de Venezuela y sus legítimos gobernantes, vienen empeñados en engañar y hacer creer al mundo que la Patria del Libertador Simón Bolívar está bajo el tacón de un dictador, como perversamente califican ellos al Presidente constitucional Nicolás Maduro, por lo cual el vendepatria y traidor Juan Guaidó, siendo presidente de la Asamblea Nacional (en desacato, o sea, fuera de la ley, y él sí lo está), tuvo la audacia y torpeza de “autoproclamarse” ‘presidente interino’ de la República Bolivariana, y con ese membrete ha andado pidiendo el reconocimiento de los gobiernos del mundo; muchos de los cuales, no solo de Europa, sino de aquí mismo de Latinoamérica y –el colmo— de varios vecinos, se lo han dado, cohonestando con ello  el rompimiento y violación flagrante de las normas civilizadas, bajo las cuales se amparan y rigen las sociedades libres de todo el orbe.

Con esto, si de verdad hay un dictador y una dictadura en Venezuela, es esa del aguado Guaidó, quien contra toda ética y toda legalidad, dictatorialmente -él sí- da órdenes a los miembros de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, para que traicionen a su comandante general, le den las espaldas y se plieguen a su “gobierno interino”. Arbitraria y abusivamente también convoca y se reúne con dirigentes de sindicatos de trabajadores (anunciando que lo hará también con los empleados públicos), incitándolos a que reclamen el derrocamiento del “dictador” Maduro (ignorantes, como son, y torpes, esos traidores no conocen siquiera lo que se define como dictadura: “Gobierno que se ejerce al margen de las leyes constitucionales”). Maduro no tiene ni de cerca nada de eso: en su gestión gubernamental se ha apegado en todo momento y fielmente a los preceptos constitucionales. Su reelección para un segundo período, en mayo de 2018, fue completamente libre y democrática con más de un 66 % de los votos emitidos en las urnas, derrotando a cinco candidatos de aquéllos, los de la oposición comandada por el aguado.

Pero sigamos con las maniobras de este dictadorzuelo. A su desventurado regreso a territorio venezolano, hollándolo con sus cascos de Caballo de Troya* incitó al noble pueblo venezolano, a reunirse en determinados puntos de Caracas para marchar y recibirlo “con abrazos y besos” por su regreso “triunfal”. Ya allí, se siente estar listo para proseguir con su conspiración: seguir atizando el fuego, llamando, incitando a sus tontos útiles a las provocaciones y los desafíos ante la autoridad constituida para que ésta reaccione y se defienda, lo que luego se tildará de “represión”. Se podría prever que ellos mismos, el traidor y sus secuaces, pondrían también la nota roja mediante francotiradores que desde escondites preparados, dispararían a las concentraciones para cosechar todos los muertos que necesitan para sus malvados propósitos. Los gritos serían entonces por este tono: ¡Abajo el dictador sanguinario! ¡Abajo Maduro! Allí estaría el pretexto y la “justificación” para una intervención foránea: el caballo, con el asno de Troya (Iván Duque), abrirían la frontera aledaña –donde no pudieron meter la “ayuda humanitaria”-, para la penetración de los pertrechos (de guerra) destinados a tumbar al “dictador” prefabricado. Además, con los pertrechos entrarían también los contingentes de mercenarios, llevando tras de sí a los saqueadores, que se lanzarían sobre los inmensos recursos naturales (grandes reservas de petróleo y agua  potable, ricos yacimientos de oro y otros metales de valor), con los que Dios ha bendecido al noble pueblo venezolano, a cuya defensa están consagrados el Presidente Maduro, las Fuerzas Armadas Bolivarianas y el pueblo verdadero y legítimo de 10 millones de habitantes; no las chusmas revoltosas de unas cuantas decenas que comanda el Aguado traidor.

Para materializar este que es su grande y diabólico objetivo, la oposición del blandengue Guaidó y sus titiriteros serían capaces de llegar a los extremos, como sería la eliminación física del presidente Maduro. Ya el 4 de agosto del año pasado a escasos tres meses de haber ganado la reelección, hubo un intento en tal sentido: un dron fue estallado arriba y a un lado de la tarima donde se encontraba el presidente durante un acto militar. Se aseguró que hubo otros dos estallidos similares de drones que no lograron su malvado propósito.

Para abundar a lo anterior, la semana pasada se produjo un extraño corte del servicio de energía eléctrica en 22 estados de la República, prácticamente toda la Nación. Es curioso que esto se de en medio de todo lo que está ocurriendo en Venezuela, lo que indudablemente no es nada de generación espontánea, sino algo perfectamente planificado y teledirigido desde el exterior, para lo cual están aprovechando al Caballo de Troya y su chusma. Voceros gubernamentales aseguraron que ese problema energético fue provocado por un sabotaje al sistema. Los periódicos dominicales corrieron a destacar la manifestación de una multitud protestando por el apagón.

Los enemigos internos y externos empujan con fuerza la conspiración para derrocar al Gobierno constituido. El Aguado repite lo que dicen sus titiriteros del Norte: “que todas las opciones están sobre la mesa” –lo que quiere decir, para una invasión armada-. Por su lado, la Unión Europea no se queda atrás. Anuncia también que arreciará las sanciones contra Venezuela; que no es a sus gobernantes, sino al pueblo…

Pero se puede asegurar que toda esa conspiración fracasará ruidosamente también, como la argucia de la “ayuda humanitaria” el pasado 23 de febrero. Fracasará sencillamente porque el auténtico pueblo bolivariano, con el apoyo de sus Fuerzas Armadas Bolivarianas, con su Comandante General y el espíritu de Simón Bolívar al frente, repelerá toda clase de agresión, derrotando así al traidor y a todos los que le apoyan, y cantará victoria y entonará las sagradas notas del Himno a la Libertad y a la Paz, que es lo que de corazón quiere ese pueblo estoico, amante como ninguno de la preciada libertad…

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*Si alguien se extrañara de este lenguaje, hay que decir que no se puede hablar de otra manera, ni andar con tratos fines para referirse a todo aquel que sea capaz de atentar y conspirar contra una persona y más contra un pueblo, como son los pueblos de nuestra Indo-América, tan querida y amada por el Gran Libertador Simón Bolívar, quien ofrendó su vida por lograr la emancipación del esclavismo español a naciones como Colombia  (que irónicamente hoy le ha clavado el puñal por la espalda a su hermana); Perú (que también le pone otra daga al corazón del  pueblo venezolano al integrar el Grupo de Lima, agresor de la Patria Bolivariana y prestar las fronteras colombianas para montar una invasión); Ecuador, Bolivia y esta heroica Venezuela.

Debe decirse también que para salir en defensa de la libertad, la dignidad y el derecho de las personas o las de un pueblo, no hace falta paga alguna, pues se hace por convicción y por los ideales que se abriguen, como lo hizo el Libertador –sin pretender en esto-, términos de comparación.

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