Río de Janeiro / AFP
La multiplicación de casos de agua turbia, maloliente y con sabor a tierra saliendo de los grifos en la ciudad brasileña de Rio de Janeiro está causando preocupación y compras masivas de agua embotellada en los supermercados, pese a que la empresa distribuidora descartó cualquier riesgo sanitario.
Según la Cedae, empresa pública que trata y distribuye el agua potable en Rio (sureste del país), los problemas en la calidad del líquido se deben a la presencia de geosmina, sustancia química generada por las algas.
«Los resultados [de las pruebas] muestran la presencia de geosmina en una concentración suficiente para cambiar el sabor. Hay informes que están disponibles en el portal web (de la compañía). No existen riesgos en función del sabor del agua», dijo este miércoles en una rueda de prensa Sérgio Marques, responsable del control de la calidad del agua en Cedae.
El presidente de la empresa, Hélio Cabral, de su lado, pidió «disculpas a toda la población por los trastornos en la distribución de agua», que se registra desde inicios de enero.
La preocupación en la población también fue alimentada por declaraciones de las autoridades.
El gobernador del estado de Rio, Wilson Witzel, lanzó el martes la alarma en Twitter, describiendo la situación como «inadmisible» y pidiendo una «investigación rigurosa».
Poco después, la Cedae anunció la dimisión del director de la estación de tratamiento Guandu, que abastece de agua potable a cerca del 80% de Rio.
La Cedae también indicó este miércoles que el agua de esa estación será tratada en los próximos días con carbón activo y aseguró que la semana próxima ya no habrá geosmina en el líquido.
Se estima que resultaron afectados unos 70 barrios de Rio, capital turística de Brasil. En ese contexto, se registraron más de 1.300 casos de gastroenteritis, vómitos y diarreas en un periodo de dos semanas solamente en Santa Cruz, barrio donde se comenzaron a detectar los problemas en el agua, según el diario local O Globo.
La población optó por comprar agua embotellada, dejando estanterías vacías en muchos supermercados y ello derivó en largas filas de espera para el abastecimiento del producto.
Además, circularon informaciones falsas sobre la situación, en particular audios enviados por Whatsapp de personas que se hacían pasar por miembros de instituciones sanitarias y que afirmaban que el agua circulante es tóxica.
En Rio de Janeiro viven 6,7 millones de personas, de acuerdo con las últimas estimaciones oficiales.