Por Jung Ha-Won
Seúl/AFP
La presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, objeto de manifestaciones desde hace un mes que reclaman su salida del cargo, fue cómplice en el escándalo de corrupción que involucra a una amiga y dos miembros de su gobierno, indicó la fiscalía.
En el caso están implicados Choi Soon-sil, su polémica confidente detenida por fraude y abuso de poder, y dos consejeros.
“Basándonos en las pruebas de que disponemos hasta ahora, consideramos que la presidenta desempeñó un papel de complicidad en una parte considerable de las actividades criminales que involucran a las (tres) personas”, indicó Lee Young-Ryeol, responsable de la fiscalía que investiga el caso.
Choi y los dos consejeros, Ahn Jong-beom y Jeong Ho-Seong, fueron inculpados formalmente, precisó.
Un millón de personas manifestaron esta semana en todo el país para reclamar la renuncia de la presidenta tras el escándalo que comenzó hace un mes y creció como bola de nieve.
Amiga de Park desde hace 40 años, Choi está acusada de haber utilizado sus relaciones con la mandataria para obligar a grandes conglomerados industriales como Samsung a efectuar importantes donaciones a fundaciones creadas por ella y usar luego el dinero para fines personales.
Choi, de 60 años, también se involucró supuestamente en asuntos de Estado e incluso habría influido en el nombramiento de altos cargos.
La presidenta Park es sospechosa de haber ayudado a su amiga a obtener dinero para las mencionadas fundaciones y de haber permitido que se ocupara de asuntos de Estado, pese a no tener cargo oficial.
Posible audiencia
Según los medios surcoreanos, las fundaciones de Choi recibieron cerca de 65 millones de euros de “donaciones”, entre ellas 20.000 millones de wons (15,4 M de euros) de Samsung y 12.880 millones de wons (9,9 M de euros) de Hyundai.
Samsung pudo haber entregado hasta 2,8 millones de euros a Choi para financiar la formación ecuestre de su hija en Alemania.
Para calmar la cólera popular, la presidenta ha presentado varias veces sus disculpas, destituido a altos responsables e incluso aceptado a renunciar a varias de sus prerrogativas, pero todo ha sido en vano.
Contrató a un abogado para iniciar un diálogo con los investigadores y estudiar la posibilidad de una audiencia, hecho sin presidentes en la historia surcoreana.
Según la Constitución del país asiático, un jefe de Estado en ejercicio no puede ser objeto de juicio penal, salvo en caso de insurrección o de traición.
Park ha reconocido ser responsable del escándalo, que ha derrumbado su índice de popularidad hasta a apenas un 5% de opiniones favorables.
La presidenta alegó que había sido víctima de un exceso de confianza hacia su amiga, y admitió una falta de vigilancia al respecto.
Pero desmintió las informaciones más escabrosas sobre sus relaciones de amistad, según las cuales habría participado, bajo la influencia de la mujer -bautizada “Rasputina” por los medios surcoreanos- en una secta religiosa de inspiración chamánica.
La confidente de Park es la hija de un misterioso jefe religioso, Choi Tae-min, que se convirtió en el mentor de la presidenta tras el asesinato de la madre de ésta, en 1974.