Por Dave Clark
Pekín/AFP
El presidente chino Xi Jinping prometió a su homólogo estadounidense Donald Trump una primera visita «maravillosa» a China, en noviembre, en un contexto de mejora de las relaciones entre Estados Unidos y China ante la crisis norcoreana.
«Estoy convencido de que su visita será especial, maravillosa y exitosa» declaró Xi al recibir en Pekín al secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson.
Donald Trump visitará China a principios de noviembre en el marco de una gira por Asia. Será su primera visita al gigante asiático.
Xi recordó que ya se había entrevistado con su homólogo estadounidense dos veces, una de ellas en la lujosa mansión de Donald Trump en Florida, y que ha mantenido una fluida relación con él.
«He apreciado cada uno de nuestros intercambios. Hemos realizado considerables esfuerzos para desarrollar las relaciones sino-estadounidenses» comentó el presidente chino, que habló además de «buena relación de trabajo y amistad personal».
Tillerson replicó que la relación entre los dos países sigue «madurando por la fuerza de la relación entre usted y el presidente Trump». «Esperemos que pueda progresar aún más en esta próxima cumbre» añadió.
A su llegada a Pekín, el jefe de la diplomacia norteamericana había sido acogido previamente en el imponente Palacio del Pueblo, en la plaza Tiananmen, por el ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi.
Ninguno de los dos mencionó a Corea del Norte en sus intervenciones preliminares.
«Seguro que Corea del Norte será uno de los temas encima de la mesa», había sin embargo reconocido Tillerson poco antes de viajar a China. Entre los temas que trataría con sus interlocutores chinos figuran la «desnuclearización de la península coreana», pero también el comercio y las inversiones, según el departamento de Estado.
Los dos gigantes se acercan
En estos últimos meses, la administración Trump había acusado públicamente a China –principal aliado de Corea del Norte– de no ejercer suficiente presión sobre su vecino para que abandone sus ambiciones nucleares.
Pero el tono parece haberse suavizado desde que Pekín decidió aprobar y aplicar las nuevas sanciones, más duras, contra Pyongyang adoptadas por el Consejo de Seguridad de la ONU tras el último ensayo nuclear norcoreano de principios de septiembre.
En aplicación de esas sanciones, el ministerio chino de Comercio anunció el jueves que las empresas norcoreanas instaladas en China tendrían que cerrar antes de enero.
El gigante asiático, que suministra casi la totalidad del petróleo consumido por los norcoreanos, también confirmó la semana pasada que limitaría de forma drástica sus exportaciones de productos petroleros refinados.
Prueba de la mejora en las relaciones entre Pekín y Washington fue el comentario de la portavoz del departamento de Estado norteamericano, Heather Nauert, quien se congratuló esta semana por estos «progresos» y consideró que China había hecho «enormes pasos en la buena dirección».
Por su lado, Donald Trump «aplaudió» el martes a China –por segunda vez en una semana– por haber, según él, «roto cualquier relación bancaria» con Pyongyang, algo «impensable hace solamente dos meses».
Pero persisten divergencias: Pekín aboga por una solución «pacífica» y no aprecia en absoluto las escaladas verbales entre Trump y el líder norcoreano Kim Jong-Un.
Además, China defiende la idea de una «doble moratoria» –cese simultáneo de ensayos norcoreanos y de las maniobras militares conjuntas de Estados Unidos y Corea del Sur–, una solución que descarta Washington.
En fin, China se opone claramente a cualquier intervención militar en la península coreana, a las puertas de su frontera, mientras que Estados Unidos no descarta la «opción militar» y amenaza con «destruir» el régimen de Kim Jong-Un.
«Parece que hay en la comunidad internacional dos orientaciones para la desnuclearización de la península: aplastar a Corea del Norte, o hablar para que se sienta más segura. China y Rusia prefieren esta última opción», aseguró este sábado un editorial del diario oficial chino Global Times.