Por Giles Hewitt
Seúl/AFP
El presidente de China, find doctor Xi Jingping, llegó este jueves a Seúl en una visita de dos días considerada como un desaire a su tradicional aliado del Norte, cuyas ambiciones nucleares centrarán la discusiones con su anfitriona surcoreana Park Geun-Hye.
Esta es la primera vez que Xi visita la volátil península de Corea en calidad de jefe de Estado y la segunda vez que se reúne con Park, que el pasado año estuvo en China.
El líder norcoreano, Kim Jong-Un, sigue esperando una invitación de Pekín, un desaire calculado que da idea de las tensas relaciones entre Pyongyang y su histórico y más importante aliado.
«Ningún líder chino había puesto a Corea del Sur por delante de Corea del Norte», explica Aidan Foster-Carter, experto en Corea en la Universidad de Leeds.
Resentidas por la visita de Xi, las autoridades norcoreanas han llevado a cabo en los últimos días una serie de lanzamientos de prueba de cohetes y misiles al mar de Japón, suscitando las protestas de Seúl y Tokio.
En los últimos tiempos, el régimen comunista ha mostrado la zanahoria y el palo. Un día amenaza a su vecino del sur con «un golpe devastador» y al siguiente propone la suspensión de todas las actividades militares hostiles.
Corea del Sur rechazó el martes la oferta «sinsentido» de paz y sugirió que Pyongyang demuestre su sinceridad suspendiendo su programa armamentístico nuclear.
Se espera que al término del encuentro Xi y Park emitan una declaración conjunta.
¿Línea dura para Corea del Norte?
Seúl desea una declaración contundente sobre el programa nuclear norcoreano, pero los analistas no creen que Pekín vaya a endurecer su discurso.
«Iría en contra del comportamiento diplomático tradicional de China», explica Kim Joon-Hyung, profesor de ciencias políticas en la Universidad Handong Global.
«Xi probablemente se mantendrá en la línea de pedir la desnuclearización de la península de Corea, en vez de criticar directamente al Norte», agregó Kim.
China, en tanto que protectora diplomática y máxima benefactora económica del Norte, está presionada por la comunidad internacional para que utilice su posición y refrene las ambiciones nucleares de Pyongyang.
Aunque Pekín está cada vez más frustrado por los lanzamientos de misiles y las pruebas nucleares del aislado régimen norcoreano, sigue reluctante a la hora de castigarlo.
Sobre todo, trata de evitar un posible colapso del régimen que podría resultar en la reunificación de Corea, con la consiguiente presencia de tropas estadounidenses en sus fronteras.
Washington considera que la visita de dos días de Xi no hace más que poner en evidencia el creciente aislamiento diplomático de Pyongyang.
«El simbolismo de una visita del líder chino a Seúl en el marco de las tensiones entre Corea del Norte y sus vecinos… es bastante llamativo», dijo a la AFP Daniel Russel, asistente del Secretario de Estado norteamericano.
La visita de Xi al «pivote» de Estados Unidos en Asia no hace más que demostrar la batalla que libran las dos potencias por la influencia regional.
China es actualmente el mayor mercado para las exportaciones de Corea del Sur. El pasado año, el comercio entre ambos países se elevó a unos 275.000 millones de dólares, pero los analistas dicen que Pekín quiere pasar de la esfera económica para promover los lazos políticos y de seguridad.
Esto coloca a Seúl en una posición comprometida dada la alianza histórica que mantiene con Estados Unidos, que tiene en la actualidad unos 29.000 soldados apostados en Corea del Sur.
Las ambiciones militares de Japón, otro de los principales aliados de Estados Unidos, también pueden estar en la agenda de las discusiones ya que tanto China como Corea del Sur están preocupadas por el reciente cambio de su Constitución pacifista.