Bogotá/AFP
Rodrigo Almonacid
El gobierno de Juan Manuel Santos anunció el lunes la reactivación de los diálogos con la guerrilla del ELN, suspendidos desde enero por el escalamiento del conflicto, con la intención de firmar la paz antes de dejar el poder en agosto.
Santos redobló la apuesta por el diálogo pese a la derrota que sufrió el oficialismo en los comicios legislativos del domingo a manos de la derecha que más rechaza su política de paz.
«He dado instrucciones al jefe del equipo negociador, Gustavo Bell, para que viaje a Quito y reactive la mesa de diálogo», señaló el mandatario en un mensaje a la nación.
El mandatario señaló que de entrada las dos partes retomarán las discusiones para buscar declarar un nuevo alto al fuego «amplio y verificable», que facilite un arreglo final.
«Mi esperanza es que logremos adelantar lo máximo posible en la agenda temática, y ¿por qué no? agotarla en los próximos meses, si hay la voluntad. Por nuestro lado la hay», destacó.
El proceso con el que Santos intenta sellar una paz completa para Colombia, tras conseguir el desarme y transformación en partido de la exguerrilla de las FARC, había quedado en suspenso al término de una tregua bilateral de 101 días que expiró el 9 de enero.
Poco después el ELN – que según datos de inteligencia militar cuenta con unos 1.500 hombres – volvió a atacar a la fuerza pública y la infraestructura petrolera.
El gobierno respondió y desde entonces las partes entraron en una nueva espiral de violencia que ha dejado decenas de víctimas.
Al 6 de marzo habían muerto 34 insurgentes en operaciones militares y decenas más caído en manos de las autoridades, según el ministerio de Defensa.
De su lado, la agrupación guevarista ha propinado contundentes golpes con explosivos que dejan más de una docena de uniformados muertos.
Paz absoluta
En un comunicado divulgado antes del anuncio oficial, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) ya había mostrado su disposición a seguir dialogando en medio de una nueva tregua.
«Acudimos al llamado del presidente Santos para reiniciar las conversaciones, con la convicción que es mejor hacer el diálogo en medio de un cese bilateral», indicó el mando rebelde.
Última guerrilla activa en Colombia, el ELN y el gobierno buscan un acuerdo para poner fin a un alzamiento armado que inició en 1964.
Los delegados de ambas partes iniciaron conversaciones en Quito en febrero de 2017, aunque solo han podido ponerse de acuerdo en el cese bilateral que rigió a finales del año pasado.
«Espero de corazón que en esta nueva oportunidad que se le da a la paz, se avance con prudencia, firmeza y perseverancia hasta acordar la desmovilización, desarme y reintegración del ELN, es decir, la paz completa», afirmó Santos.
El mandatario alcanzó un histórico pacto con las ya disueltas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que dio origen a un nuevo partido de izquierda.
Sin más opción
Aunque es muy aplaudido en el mundo por esa voluntad de diálogo, Santos enfrenta en su país una desaprobación cercana al 80% y una férrea oposición que le cuestiona su supuesto trato indulgente con organizaciones implicadas en delitos atroces.
Pese a ello es la «única opción que tiene Santos» antes de terminar su mandato: «tratar de apaciguar el conflicto con el ELN, reducir al mínimo los niveles de enfrentamiento con la fuerza pública», señaló a la AFP Camilo Echandía.
Según este experto en el conflicto armado de la Universidad Externado, Santos no quiere pasar a la historia como «el presidente que hizo la paz con las FARC», pero se «levantó de la negociación con el ELN».
Sin embargo, el proceso en Quito no muestra aún mayores avances en parte porque, según los observadores, se está negociando con una guerrilla sin un mando vertical, que concede autonomía militar a sus frentes y que aún no se cohesiona frente a una salida pacífica.
Además «hay un consenso de que en este momento el ELN ha venido aumentado su presencia territorial sobre las zonas que fueron abandonadas» por las FARC, comentó Echandía.
Entretanto, Santos sigue acarreando los costos de su política de mano tendida.
El domingo la coalición de centro derecha con la que gobernó estos ocho años, y que fue mayoría en el Congreso, quedó rezagada frente al avance de los partidos de derecha.
«Es bastante improbable que el próximo gobierno acepte negociar una agenda tan imprecisa, tan general, con tan pocas posibilidades de obtener» resultados, enfatizó Echandía.