Por Anne Renaut
Washington/AFP
Aún no investido presidente, Donald Trump profundiza la brecha con sus futuros servicios de inteligencia, a quienes acusa públicamente de incompetencia y deslealtad, mientras que sus ministros designados expresan respeto por esos grupos.
El jueves, durante su audiencia de confirmación ante el Congreso, el futuro director de la CIA Mike Pompeo vivió un momento incómodo, ya que fue designado para dirigir la más célebre de las agencias de inteligencia por un presidente electo que se burló de ella.
En Twitter, y también tras su primera conferencia de prensa desde que fuera elegido el 8 de noviembre, Trump acusó públicamente a los servicios de inteligencia de estar detrás de la difusión por la prensa de un informe no verificado que evoca sus presuntos vínculos de larga data con Rusia y otras informaciones comprometedoras.
Los jefes de las agencias de espionaje estadounidense presentaron a Trump un resumen de este reporte el viernes pasado, según CNN y otros medios.
«Es un escándalo, un escándalo, que las agencias de inteligencia hayan permitido (la publicación) de una información que se reveló errónea y falsa», criticó Trump, agregando que «es el tipo de cosas que hubiera hecho e hizo la Alemania nazi».
También criticó el papel de los medios, en particular al sitio Buzzfeed, el primero en subir a la web este informe, calificado por Trump como «un montón de basura».
Llamado de Clapper
Sus críticas hicieron que fuera contactado telefónicamente por el director de los servicios de inteligencia, James Clapper, quien le dijo estar «consternado» por la difusión pública de este documento no verificado que lo vincula con Rusia.
Clapper también afirmó que sus servicios no eran responsables de estar detrás de ese documento ni de su difusión.
Trump transmitió en Twitter su alegría por haber sido llamado por el jefe del espionaje estadounidense, calificando nuevamente al documento sobre su persona de «mentiroso y ficticio».
Clapper, cuya oficina coordina las 17 agencias de inteligencia de Estados Unidos, se abstuvo de comentar acerca del documento, sobre el cual sus servicios no emiten «valoración en cuanto a la fiabilidad de las informaciones» que contiene.
Sólo se inquietó de que haya estado en línea en la web, algo «extremadamente tóxico y riesgoso para la seguridad nacional», según indicó.
Un experto del Consejo de Relaciones Exteriores, Max Boot, conocido por sus posturas antiTrump, sugirió al presidente electo en el New York Times «limpiar su nombre» nombrando una comisión especial para que investigue estas alegaciones.
Desde su elección, Trump contradijo en varias oportunidades a los servicios de inteligencia que dirigirá luego de su investidura el 20 de enero, rechazando sus conclusiones sobre las interferencias de Rusia en la campaña presidencial.
Llegó incluso a darle crédito a Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, un detractor de Hillary Clinton, quien negó que Moscú le hubiera transmitido las informaciones pirateadas al Partido Demócrata, contrariamente a lo que afirman los servicios estadounidenses.
Los resúmenes ‘cuando los necesito’
Trump reconoció el miércoles por primera vez que Rusia estuvo detrás de los pirateos al Partido Demócrata, pero enseguida agregó que Estados Unidos era pirateado además por «otros países».
El futuro presidente también mostró su desconfianza sobre las agencias de inteligencia en diciembre pasado, diciendo que no deseaba recibir sus resúmenes diariamente como se hacía tradicionalmente.
«Los tomo cuando los necesito», dijo Trump en ese entonces.
Los futuros miembros de su administración, que se expresaron este jueves en audiencias en el Congreso, se mostraron sin embargo más afables con estos servicios de inteligencia.
El próximo jefe del Pentágono, James Mattis, afirmó que tenía un «muy alto grado de confianza» en los servicios de inteligencia estadounidenses.
Por su lado, el futuro director de la CIA, Mike Pompeo, atribuyó los ataques informáticos contra los funcionarios demócratas a «altos responsables en Rusia».
El miércoles, el futuro jefe de la diplomacia Rex Tillerson juzgó que Rusia representaba un «peligro» y que los aliados estadounidenses de la Alianza Atlántica (OTAN) estaban alarmados con razón.