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“Presidente fake” y “ciudadanía fake”

Por Leonel Herrera*

En una conversación reciente, coincidimos con algunos amigos en que al presidente inconstitucional Nayib Bukele le quedaría bien la definición de “presidente fake” o “fake president”, que significaría presidente falso o no verdadero. Así como “fake news” significa noticias falsas.

La primera razón, obviamente, se refiere a que Nayib Bukele se mantiene ilegalmente en el cargo desde el pasado 1o. de junio, cuando tomó posesión de su segundo mandato consecutivo, violentando siete artículos de la Constitución de la República que prohíben expresamente la reelección presidencial continua y otros seis que plantean indirectamente dicha prohibición.

A la luz de la Constitución aún vigente, Bukele es un gobernante impostor y usurpador de su cargo. Por tanto, desde la perspectiva constitucional, indudablemente Bukele sería un “presidente fake”.

La segunda razón tiene que ver con su estilo autoritario y excluyente, impropio de un presidente democrático caracterizado por el diálogo, la inclusión, los consensos y la unidad nacional. Nayib Bukele actúa como un populista y demagogo que promueve la polarización, difunde discursos de odio y permanentemente inventa enemigos para responsabilizarlos por la ineficiencia, inoperancia y fracasos de su gobierno.

Expertos consideran a Bukele un narcisista, ególatra y megalómano. El reconocido político y ex funcionario de centroizquierda Héctor Dada Hirezi consignó una vez al gobernante salvadoreño como “líder tóxico”.

Así que, en el sentido democrático e institucional, Bukele sería un “presidente fake” porque sus ansias de concentrar todo el poder, perpetuarse en el gobierno y convertir a su clan familiar en nuevo grupo oligárquico le impiden actuar como un auténtico mandatario.

Y la tercera razón está vinculada al uso sin escrúpulos de la desinformación y la posverdad como herramientas centrales de su “gobernanza comunicacional”. El modelo de gestión de Nayib Bukele prioriza la comunicación sobre las acciones propiamente dichas y pone las soluciones mediáticas de los problemas por encima de la soluciones reales a los mismos.

Para esto el aparato de propaganda bukeliano ha institucionalizado el mercadeo político basado en los principios de la neurociencia y el uso intensivo de las redes sociales en su política diaria de comunicación. También ha construido un narrativa que incorpora elementos populistas, mesiánicos, polarizantes y negacionistas que le permiten apelar exitosamente a sistemas de valores, creencias e imaginarios sociales.

Este relato es difundido por un gigantesco aparato mediático y digital que incluye medios tradicionales (televisión, radios y periódico impreso), cientos de medios digitales y miles de cuentas en redes sociales, “granjas de troles”, “cuartos de guerra digital”, “youtubers”, “tuiteros”, “tiktockers”, etc.

La propaganda bukelista, además, destaca por su apego a los manuales de comunicación, la escucha permanente de las emociones de la gente y la incorporación creciente de aspectos de inteligencia artificial.

Por tanto, en clave info-comunicativa, es válido señalar a Bukele como un “presidente fake”, ya que sus modus operandi corresponden a lo que algunos académicos denominan “autocracias desinformativas”. Éstas son regímenes encabezados por líderes autoritarios que utilizan estrategias propagandísticas “neuromarketeras” que crean realidades paralelas y generan procesos de “desciudadanización” de la población o construcción de “ciudadanía fake”.

Esta “desciudadanización” o “fakeización” de la gente lleva implícitos dos fenómenos intrínsecamente relacionados entre sí: por un lado, la mayoría de personas ya no se asume como ciudadanos críticos, sujetos de derechos y actores demandantes; sino como seguidores, “fans” o feligreses. Y por otro, ya no ven al presidente como un funcionario estatal y servidor público; sino como una celebridad, un súper héroe o un semidios al que sólo deben aplaudir, obedecer y defender de los mismos (demonios) de siempre.

Un “presidente fake” que se sostiene en una “ciudadanía “fake”.

*Periodista y activista social.

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