México/AFP
El presidente mexicano, cialis Enrique Peña Nieto, envió al Senado una iniciativa para legalizar el uso medicinal de la marihuana y elevar la portación permitida de la planta, buscando descriminalizar su consumo, un cambio de política en un país azotado por la violencia del narcotrafico.
La iniciativa, de ser aprobada por el Congreso, permitirá el uso de medicamentos elaborados a base de marihuana, el uso de la planta para investigación científica y «dejará de criminalizar el consumo», dijo el mandatario durante el acto donde se presentaron las conclusiones de un debate nacional que impulsó su gobierno sobre el uso del cannabis.
En concreto, la iniciativa de Peña Nieto propone que deje de considerarse un delito la posesión personal de hasta 28 gramos de marihuana, muy por encima de los 5 gramos que se permitían hasta ahora, y también que los presos por portar cantidades menores a esos gramos puedan recuperar eventualmente su libertad.
«Esto que estamos proponiendo no significa legalizar el consumo de la marihuana ni tampoco significa que dejaremos de dar la batalla ni de seguir enfrentando el crimen organizado», acotó a la emisora Radio Fórmula Peña Nieto, quien desde que asumió el poder en 2012 se había mostrado contrario a la legalización de la planta.
La propuesta presidencial es, de hecho, un cambio de paradigma -a tono con el de varios países de la región- con respecto a la política prohibicionista que por años tuvo México, donde la violencia ligada al narcotráfico ha dejado más de 100.000 muertos y desaparecidos desde 2006, cuando el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) lanzó una fuerte ofensiva militar contra el narco que Peña Nieto ha mantenido.
Evitar injusticias
Pero la iniciativa presidencial es también una culminación a un proceso que ha sido esencialmente empujado por la ciudadanía y que empezó en 2015 con la batalla judicial que ganó un matrimonio para que se les permitiera importar un medicamento derivado de la marihuana para su pequeña hija Grace, que padece epilepsia.
A ese hito, se sumó un fallo en noviembre de la Suprema Corte que autorizó a los cuatro integrantes de un colectivo llamado Smart a cultivar, poseer y consumir esta planta incluso con fines recreativos.
Al explicar las motivaciones de esta reforma, Peña Nieto dijo que se busca combatir dos injusticias.
«La que padecen niñas o niños o pacientes que padecen epilepsia u otros padecimientos y que no podían tener acceso a medicamentos a base de marihuana (y la que sufren) los que se les ha criminalizado por consumir marihuana y que se encuentran purgando condenas desproporcionadas», señaló.
El martes pasado, cuando intervino en la sesión especial de las Naciones Unidas sobre las drogas, el presidente ya había adelantado los lineamientos de su reforma.
Además de avalar la importación de medicamentos con activos de marihuana como el THC y con un mayor control a los que contengan derivados de la planta, también se estudiará «que se siembre, se cultive, se coseche y se elabore marihuana para fines científicos» en México, dijo el consejero jurídico de la Presidencia, Humberto Castillejos.
Reacciones encontradas
Durante la ceremonia en la que se presentó la iniciativa presidencial, Raúl Elizande, padre de la pionera Grace, se congratuló de que se haya dado el paso hacia el uso medicinal de esta hierba.
«En lo que todos estamos de acuerdo es en el uso medicinal y terapéutico de la planta y en el respeto a los derechos humanos de las personas que la consumen. Mi hija es otra persona (…). Mejoró con el tratamiento, nos ha cambiado la vida este remedio como padres de familia y lógicamente a mi hija», dijo.
Pero Juan Francisco Torres, un abogado que junto con otras tres personas conforma el colectivo Smart, dijo a Milenio Televisión que la iniciativa presidencial se «queda corta» porque no aborda de dónde puede obtener un consumidor el cannabis.
«Se sube el gramaje, pero sigue habiendo el problema de la puerta trasera, no hay una parte que diga que el suministro sea lícito», comentó.
México se había quedado atrás en el debate de la marihuana frente a otros países de América Latina como Uruguay, que legalizó la producción y venta de la marihuana en 2013; Colombia, que en diciembre aprobó el uso terapéutico de la planta; o Chile, que en diciembre autorizó los medicamentos con cannabis.
También ante su vecino y el mayor consumidor mundial de drogas, Estados Unidos, donde 23 estados han autorizado el cannabis para uso medicinal y cuatro para el consumo recreativo.